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Impulsada
por el maestro Julio Sánchez Juárez
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UV: |
Arquitectura
con
espíritu social |
Edith
Escalón |
En
1998 y en 1999, Arquitectura UV ganó el premio que otorga
la Unión Internacional de Arquitectos, a instancias de la
UNESCO, por proyectos con enfoque social |
A principios
de los 60, cuando la arquitectura todavía era concebida como
un lujo para las élites y sólo las obras monumentales
con suculentos presupuestos daban nombre a los grandes arquitectos,
la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana (UV) –fundada
apenas unos años antes–, tomó la decisión
de seguir una tendencia poco valorada en ese entonces, que incluso
contradecía los cánones del arquitecto “moderno”
y parecía limitar los alcances de esta profesión: el
enfoque social.
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Motivados
por la filosofía de un visionario, y del grupo académico
que lo respaldó desde entonces, los universitarios dejaron
de lado la arrogancia y empezaron a fundar lo que se convertiría
con el paso de los años en una verdadera escuela de arquitectura
social, que no sólo dio otro espíritu al trabajo académico,
sino que sembró en decenas de generaciones la semilla del compromiso
con las clases más desprotegidas.
Desde entonces, si algo ha caracterizado a la Facultad es ese espíritu
de servicio. La prioridad en los últimos años ha sido
recuperar el conocimiento de la arquitectura indígena y popular,
proponer alternativas arquitectónicas que respeten los ecosistemas,
usar nuevos materiales para disminuir costos en obras de colonias
populares, aprovechar los recursos regionales para edificar en los
entornos rurales, etc. Esto le ha dado un prestigio que no sólo
ha permeado en los ámbitos más próximos, sino
en el plano internacional, pues ya en dos ocasiones (1999 y 2003)
alumnos de esta carrera han obtenido el Grand Prix de Arquitectura,
el más codiciado en su categoría, al presentar proyectos
con un enfoque social.
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Julio
Sánchez Juárez y Lechuga. |
Hoy,
en su 50 aniversario, los universitarios buscan revalorar esta tendencia
a través del análisis y la reflexión en torno
a la obra y legado de Julio Sánchez Juárez, ese visionario
que en 1961, con 29 años de edad, inició en Xalapa
una de las más grandes obras de su vida: la fundación
de una corriente arquitectónica a través de la enseñanza,
una filosofía que busca atender las necesidades de los sectores
marginados, aquéllos que por falta de recursos no son ni
serán jamás un negocio lucrativo.
Arquitectura
humanista
En México, donde las desigualdades constituyen una condición
persistente, las ideas de Julio Sánchez Juárez y Lechuga
se convirtieron en reflejo de un humanismo puro, quizá herencia
de aquel otro Juárez –el Benemérito de las Américas,
cuyo bicentenario está por celebrarse–, de quien el
arquitecto Julio es descendiente directo. De hecho, su contribución
en la formación de numerosas generaciones en la UV hizo de
él y de su Taller de Proyectos un referente obligado en la
historia de la enseñanza de esta disciplina. |
Muchas
generaciones de estudiantes en Brigadas Universitarias han participado
en la construcción de proyectos comunitarios. |
Sus
enseñanzas se han caracterizado por el interés en el
desarrollo comunitario y en aportar soluciones básicas en contextos
donde la escasez de recursos, o incluso la pobreza extrema, no han
sido limitantes para generar alternativas de gran calidad técnica,
y con un sentido “frecuentemente apasionado en la búsqueda
de la dignidad humana”, según sus propios alumnos, hoy
académicos, quienes publicaron en 2005 un texto de reflexiones
en torno a la enseñanza y práctica de la arquitectura
que analiza precisamente su legado, un libro que es, en palabras de
Antonio Cárcamo, actual director de la Facultad: “un
homenaje al maestro, al compañero y al amigo”. |
De
hecho, Sánchez Juárez fue discípulo de renombrados
formadores del pensamiento y la práctica de la arquitectura,
entre ellos José Villagrán, Augusto H. Álvarez,
Francisco Centeno, Ramón Marcos Noriega, Jorge González
Reyna, Félix Candela y Honorato Carrasco, todos con una fuerte
inclinación hacia el reconocimiento del papel central de la
arquitectura en los grandes rezagos y problemas de una población
en crecimiento y hacia la pertinencia social, precisamente la que
ahora más que nunca, no sólo Arquitectura, sino la Universidad
Veracruzana, busca filtrar en todas sus áreas.
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Para
Gustavo Bureau Roquet, su alumno y hoy compañero académico,
el mérito de Julio Sánchez Juárez es haber contribuido
a sembrar en las nuevas generaciones un compromiso ideológico
con las clases desprotegidas, y no con discursos retóricos,
sino con acciones concretas. |
El
trabajo colaborativo ha sido uno de los beneficios
del Taller de Proyectos de Sánchez Juárez. |
Los
cimientos del enfoque social
Desde su primer año en la Facultad de Arquitectura, en Xalapa
(1961), junto con un grupo de alumnos Sánchez Juárez
ganó el primer lugar en el Concurso Internacional de Estudiantes
de Arquitectura, al desarrollar un prototipo de vivienda para los
cortadores de café de la Hacienda Las Ánimas, galardón
que compartió con equipos de Japón y Finlandia.
En 1968, dirigió un trabajo en el Valle de Perote, en la localidad
de Tenextepec, que consistió en la construcción de vivienda
para maestros rurales, proyecto en el que, además de los estudiantes,
hubo una intensa participación de la comunidad, desde la toma
de decisiones, la aportación económica, el material
y hasta la mano de obra. |
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En
1969, motivados por sus compañeros, otro grupo de alumnos dio
continuidad a la práctica en Sierra de Agua y Los Molinos,
en la localidad de Aguatepec, Tlaconteno, otra de las comunidades
rurales más marginales de Veracruz. Su liderazgo, ya reconocido
entonces por estudiantes y maestros, lo llevó a ocupar la dirección
de la Facultad de Arquitectura de Xalapa. Después de evaluar
críticamente la manera en que se estaban construyendo las casas
en ese entonces, impulsó la participación de la Facultad
en la construcción de un jardín de niños en Chavarrillo,
que fue edificado con la participación de la comunidad y con
un grupo de alumnos en Servicio Social.
Así, los proyectos fueron multiplicándose, igual que
la participación y prestigio de la Facultad. Desde la proyección
y construcción de la casa hogar “La Casa del Sol”,
en el barrio de San Bruno (1971), hasta los proyectos de construcción
de vivienda de emergencia para los afectados por el sismo de 1973,
que afectó seriamente a Córdoba, Fortín, Hiuloapan
y Río Blanco, en el Valle de Orizaba, Veracruz. |
En
junio de 1981, un grupo de estudiantes asesorado por Sánchez
Juárez presenta un proyecto para revitalizar un pequeño
conjunto urbano deteriorado en Río Blanco –cuna de
uno de los mayores levantamientos obreros del país–
en el concurso estudiantil de la Unión Internacional de Arquitectos
(UIA), con sede en Varsovia, Polonia. Dejando atrás a más
de 500 escuelas de todo el mundo, los alumnos de la UV obtienen
un diploma al mérito al igual que otros 20 finalistas internacionales,
cuatro de ellos mexicanos. |
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Prácticas
y docencia
Como docente, Sánchez Juárez siempre ha organizado
con los estudiantes condiciones de aprendizaje que van desde la
construcción de escaleras, revitalización de espacios
residuales o áreas destinadas a la recreación relegadas
en colonias de escasos recursos, hasta la construcción de
bancas para la convivencia y el esparcimiento en el edificio de
talleres de la facultad. Todas ellas, actividades que constituyen
para los estudiantes la oportunidad de organizarse, cooperar, planear,
manipular el material, trabajar en equipo y además, disfrutar
de la satisfacción de ver realizada su obra. “Él
lograba hacernos reflexionar, entender y conocer el entorno, y enfrentarnos
a la realidad: eso afirmaba la disciplina y las enseñanzas
que nos daba en la Facultad”, comentó Bureau Roquet.
De hecho, el Taller de Proyectos que cursan los estudiantes en el
sexto y séptimo semestre, es conocido como uno de los mejores
entornos para aprender el significado de la arquitectura y sus principios.
El llamado es constantes e insistente, en palabras de Julio Sánchez
Juárez: “Buscar una arquitectura contextualizada que
dé respuesta a un medio carente de recursos, no siendo este
aspecto limitante para explorar el imaginativo útópico
que permita proyectar ambientes ideales, con referentes a una inevitable
realidad”.
Por otra parte, la constante motivación de los estudiantes
a involucrarse con los sucesos de su entorno, a mostrar convicción
y postura ante el mundo y a comprometer su pensamiento, son el complemento
de sus enseñanzas, sobre todo en este taller, el más
solicitado por estudiantes locales y extranjeros que participan
en intercambio con la facultad de arquitectura.
Sus ideas serán ejes fundamentales de su idea de la arquitectura,
la que ha marcado un camino y generado una tendencia en la enseñanza
de la arquitectura y, definitivamente, una escuela que numerosas
generaciones han seguido con sus enseñanzas en la práctica
profesional.
Rescatar
el espíritu social
En este 2006, a 50 años de la fundación de la Facultad,
el pensamiento y obra arquitectónica de Julio Sánchez
Juárez y Lechuga (que este año se retira tras 44 años
de servicio) será el gran pretexto para iniciar un proceso
de reflexión sobre el quehacer, los enfoques y las tendencias
históricas de esta dependencia. Para su actual director,
se trata de “una oportunidad para definir nuevas rutas, rescatar
y fortalecer el espíritu social y el verdadero sentido de
la arquitectura”.
Por ello, se realizarán dos seminarios en los que presentarán
reflexiones críticas de su aportación a la enseñanza
y su obra arquitectónica. Miriam Remess, académica
y coordinadora de estos encuentros, aseguró que ambos buscan
definir el pensamiento y los principios que han hecho de su filosofía
un referente en la vida estudiantil y profesional de un gran número
de generaciones.
Para Bureau Roquet, aunque la obra de Sánchez Juárez
no forma parte de los grandes catálogos del “jet set”,
sus enseñanzas van a trascender, porque “el maestro
es un líder con ideología social, que ha creado una
corriente y una escuela, que es la obra de su vida”. |
Mérito
académico
En
reconocimiento a su trayectoria como profesor, arquitecto y promotor
de los valores humanos en su carrera, Julio Sánchez Juárez
y Lechuga obtuvo en 2005 el Premio Nacional al Mérito Académico
que otorga la Asociación de Instituciones de Enseñanza
de la Arquitectura de la República Mexicana (ASINEA). |
Tendencias
de la arquitectura
Sobre
su percepción de las tendencias actuales de la arquitectura
y su relación con los procesos de enseñanza, Sánchez
Juárez comenta: “Los riesgos y retos de la profesión
y de la enseñanza deben seguir vinculándose a la realidad
social, y no distanciarse de ella; probablemente la percepción
social en el desempeño de la arquitectura, en términos
actuales, es que estamos como gremio cada vez más relegados
del ámbito social”. Y es que, como él mismo insiste,
la oportunidad de construir es un camino: “No basta con que
la construcción resista. La arquitectura debe conmover y hacer
uso de lo que está a la mano, de la economía y del entorno”.
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