Año 6 • No. 208  • Enero 23 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Impulsada por el maestro Julio Sánchez Juárez

UV: Arquitectura con
espíritu social
Edith Escalón
En 1998 y en 1999, Arquitectura UV ganó el premio que otorga la Unión Internacional de Arquitectos, a instancias de la UNESCO, por proyectos con enfoque social
A principios de los 60, cuando la arquitectura todavía era concebida como un lujo para las élites y sólo las obras monumentales con suculentos presupuestos daban nombre a los grandes arquitectos, la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana (UV) –fundada apenas unos años antes–, tomó la decisión de seguir una tendencia poco valorada en ese entonces, que incluso contradecía los cánones del arquitecto “moderno” y parecía limitar los alcances de esta profesión: el enfoque social.
Motivados por la filosofía de un visionario, y del grupo académico que lo respaldó desde entonces, los universitarios dejaron de lado la arrogancia y empezaron a fundar lo que se convertiría con el paso de los años en una verdadera escuela de arquitectura social, que no sólo dio otro espíritu al trabajo académico, sino que sembró en decenas de generaciones la semilla del compromiso con las clases más desprotegidas. 

Desde entonces, si algo ha caracterizado a la Facultad es ese espíritu de servicio. La prioridad en los últimos años ha sido recuperar el conocimiento de la arquitectura indígena y popular, proponer alternativas arquitectónicas que respeten los ecosistemas, usar nuevos materiales para disminuir costos en obras de colonias populares, aprovechar los recursos regionales para edificar en los entornos rurales, etc. Esto le ha dado un prestigio que no sólo ha permeado en los ámbitos más próximos, sino en el plano internacional, pues ya en dos ocasiones (1999 y 2003) alumnos de esta carrera han obtenido el Grand Prix de Arquitectura, el más codiciado en su categoría, al presentar proyectos con un enfoque social.
 

Julio Sánchez Juárez y Lechuga.

Hoy, en su 50 aniversario, los universitarios buscan revalorar esta tendencia a través del análisis y la reflexión en torno a la obra y legado de Julio Sánchez Juárez, ese visionario que en 1961, con 29 años de edad, inició en Xalapa una de las más grandes obras de su vida: la fundación de una corriente arquitectónica a través de la enseñanza, una filosofía que busca atender las necesidades de los sectores marginados, aquéllos que por falta de recursos no son ni serán jamás un negocio lucrativo.

Arquitectura humanista
En México, donde las desigualdades constituyen una condición persistente, las ideas de Julio Sánchez Juárez y Lechuga se convirtieron en reflejo de un humanismo puro, quizá herencia de aquel otro Juárez –el Benemérito de las Américas, cuyo bicentenario está por celebrarse–, de quien el arquitecto Julio es descendiente directo. De hecho, su contribución en la formación de numerosas generaciones en la UV hizo de él y de su Taller de Proyectos un referente obligado en la historia de la enseñanza de esta disciplina.


Muchas generaciones de estudiantes en Brigadas Universitarias han participado en la construcción de proyectos comunitarios.
Sus enseñanzas se han caracterizado por el interés en el desarrollo comunitario y en aportar soluciones básicas en contextos donde la escasez de recursos, o incluso la pobreza extrema, no han sido limitantes para generar alternativas de gran calidad técnica, y con un sentido “frecuentemente apasionado en la búsqueda de la dignidad humana”, según sus propios alumnos, hoy académicos, quienes publicaron en 2005 un texto de reflexiones en torno a la enseñanza y práctica de la arquitectura que analiza precisamente su legado, un libro que es, en palabras de Antonio Cárcamo, actual director de la Facultad: “un homenaje al maestro, al compañero y al amigo”.
De hecho, Sánchez Juárez fue discípulo de renombrados formadores del pensamiento y la práctica de la arquitectura, entre ellos José Villagrán, Augusto H. Álvarez, Francisco Centeno, Ramón Marcos Noriega, Jorge González Reyna, Félix Candela y Honorato Carrasco, todos con una fuerte inclinación hacia el reconocimiento del papel central de la arquitectura en los grandes rezagos y problemas de una población en crecimiento y hacia la pertinencia social, precisamente la que ahora más que nunca, no sólo Arquitectura, sino la Universidad Veracruzana, busca filtrar en todas sus áreas.
Para Gustavo Bureau Roquet, su alumno y hoy compañero académico, el mérito de Julio Sánchez Juárez es haber contribuido a sembrar en las nuevas generaciones un compromiso ideológico con las clases desprotegidas, y no con discursos retóricos, sino con acciones concretas.

El trabajo colaborativo ha sido uno de los beneficios
del Taller de Proyectos de Sánchez Juárez.
Los cimientos del enfoque social
Desde su primer año en la Facultad de Arquitectura, en Xalapa (1961), junto con un grupo de alumnos Sánchez Juárez ganó el primer lugar en el Concurso Internacional de Estudiantes de Arquitectura, al desarrollar un prototipo de vivienda para los cortadores de café de la Hacienda Las Ánimas, galardón que compartió con equipos de Japón y Finlandia.

En 1968, dirigió un trabajo en el Valle de Perote, en la localidad de Tenextepec, que consistió en la construcción de vivienda para maestros rurales, proyecto en el que, además de los estudiantes, hubo una intensa participación de la comunidad, desde la toma de decisiones, la aportación económica, el material y hasta la mano de obra.
En 1969, motivados por sus compañeros, otro grupo de alumnos dio continuidad a la práctica en Sierra de Agua y Los Molinos, en la localidad de Aguatepec, Tlaconteno, otra de las comunidades rurales más marginales de Veracruz. Su liderazgo, ya reconocido entonces por estudiantes y maestros, lo llevó a ocupar la dirección de la Facultad de Arquitectura de Xalapa. Después de evaluar críticamente la manera en que se estaban construyendo las casas en ese entonces, impulsó la participación de la Facultad en la construcción de un jardín de niños en Chavarrillo, que fue edificado con la participación de la comunidad y con un grupo de alumnos en Servicio Social.

Así, los proyectos fueron multiplicándose, igual que la participación y prestigio de la Facultad. Desde la proyección y construcción de la casa hogar “La Casa del Sol”, en el barrio de San Bruno (1971), hasta los proyectos de construcción de vivienda de emergencia para los afectados por el sismo de 1973, que afectó seriamente a Córdoba, Fortín, Hiuloapan y Río Blanco, en el Valle de Orizaba, Veracruz.
En junio de 1981, un grupo de estudiantes asesorado por Sánchez Juárez presenta un proyecto para revitalizar un pequeño conjunto urbano deteriorado en Río Blanco –cuna de uno de los mayores levantamientos obreros del país– en el concurso estudiantil de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), con sede en Varsovia, Polonia. Dejando atrás a más de 500 escuelas de todo el mundo, los alumnos de la UV obtienen un diploma al mérito al igual que otros 20 finalistas internacionales, cuatro de ellos mexicanos.
Prácticas y docencia
Como docente, Sánchez Juárez siempre ha organizado con los estudiantes condiciones de aprendizaje que van desde la construcción de escaleras, revitalización de espacios residuales o áreas destinadas a la recreación relegadas en colonias de escasos recursos, hasta la construcción de bancas para la convivencia y el esparcimiento en el edificio de talleres de la facultad. Todas ellas, actividades que constituyen para los estudiantes la oportunidad de organizarse, cooperar, planear, manipular el material, trabajar en equipo y además, disfrutar de la satisfacción de ver realizada su obra. “Él lograba hacernos reflexionar, entender y conocer el entorno, y enfrentarnos a la realidad: eso afirmaba la disciplina y las enseñanzas que nos daba en la Facultad”, comentó Bureau Roquet.

De hecho, el Taller de Proyectos que cursan los estudiantes en el sexto y séptimo semestre, es conocido como uno de los mejores entornos para aprender el significado de la arquitectura y sus principios. El llamado es constantes e insistente, en palabras de Julio Sánchez Juárez: “Buscar una arquitectura contextualizada que dé respuesta a un medio carente de recursos, no siendo este aspecto limitante para explorar el imaginativo útópico que permita proyectar ambientes ideales, con referentes a una inevitable realidad”.

Por otra parte, la constante motivación de los estudiantes a involucrarse con los sucesos de su entorno, a mostrar convicción y postura ante el mundo y a comprometer su pensamiento, son el complemento de sus enseñanzas, sobre todo en este taller, el más solicitado por estudiantes locales y extranjeros que participan en intercambio con la facultad de arquitectura.

Sus ideas serán ejes fundamentales de su idea de la arquitectura, la que ha marcado un camino y generado una tendencia en la enseñanza de la arquitectura y, definitivamente, una escuela que numerosas generaciones han seguido con sus enseñanzas en la práctica profesional.

Rescatar el espíritu social
En este 2006, a 50 años de la fundación de la Facultad, el pensamiento y obra arquitectónica de Julio Sánchez Juárez y Lechuga (que este año se retira tras 44 años de servicio) será el gran pretexto para iniciar un proceso de reflexión sobre el quehacer, los enfoques y las tendencias históricas de esta dependencia. Para su actual director, se trata de “una oportunidad para definir nuevas rutas, rescatar y fortalecer el espíritu social y el verdadero sentido de la arquitectura”.

Por ello, se realizarán dos seminarios en los que presentarán reflexiones críticas de su aportación a la enseñanza y su obra arquitectónica. Miriam Remess, académica y coordinadora de estos encuentros, aseguró que ambos buscan definir el pensamiento y los principios que han hecho de su filosofía un referente en la vida estudiantil y profesional de un gran número de generaciones.

Para Bureau Roquet, aunque la obra de Sánchez Juárez no forma parte de los grandes catálogos del “jet set”, sus enseñanzas van a trascender, porque “el maestro es un líder con ideología social, que ha creado una corriente y una escuela, que es la obra de su vida”.

Mérito académico
En reconocimiento a su trayectoria como profesor, arquitecto y promotor de los valores humanos en su carrera, Julio Sánchez Juárez y Lechuga obtuvo en 2005 el Premio Nacional al Mérito Académico que otorga la Asociación de Instituciones de Enseñanza de la Arquitectura de la República Mexicana (ASINEA).

Tendencias de la arquitectura
Sobre su percepción de las tendencias actuales de la arquitectura y su relación con los procesos de enseñanza, Sánchez Juárez comenta: “Los riesgos y retos de la profesión y de la enseñanza deben seguir vinculándose a la realidad social, y no distanciarse de ella; probablemente la percepción social en el desempeño de la arquitectura, en términos actuales, es que estamos como gremio cada vez más relegados del ámbito social”. Y es que, como él mismo insiste, la oportunidad de construir es un camino: “No basta con que la construcción resista. La arquitectura debe conmover y hacer uso de lo que está a la mano, de la economía y del entorno”.