Año 6 • No. 210 • febrero 6 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Palabrería hueca, los intentos del Gobierno por fomentar la lectura
Viable, hacer jóvenes adictos
a la lectura: Helena Beristáin
Alma Espinosa
Si hay adictos al alcohol, las drogas y el trabajo, no resulta descabellada la idea
Con la aparición del alcohol y las drogas naturales y sintéticas se han disparado los índices de personas adictas, principalmente la población joven. Incluso, conforme la posmodernidad hace su aparición surge otro tipo de adicciones como la que se tiene hacia el trabajo. Aprovechando esta tendencia, la escritora Helena Beristáin consideró viable crear una adicción a la lectura.

No es tan descabellada la idea de hacer adictos a los jóvenes, pues está en la naturaleza humana aficionarse a algo, explicó Beristáin durante el curso “Lectura analítica de textos artísticos”, el cual impartió a alumnos de la maestría en Literatura Mexicana del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV).

Además, respecto de los esfuerzos del gobierno por incentivar la lectura en los jóvenes, Helena recordó que en otras épocas sí se hicieron esfuerzos; un ejemplo fue la intensa campaña de alfabetización, para la cual ella elaboró algunos libros de texto e incluso dio clases en diferentes partes de la Ciudad de México. No obstante, en la actualidad, dijo, “todos los proyectos son palabrería hueca”.

La escritora Helena Beristáin aseguró que el docente debe ser astuto y creativo para incentivar la lectura.

“Procuro que los estudiantes se aficionen a la lectura porque ésta es inagotable. Si uno se pasa toda la vida leyendo, de todas maneras no va a leer todo lo que se ha escrito. Pero a través de esa práctica la gente se ilustra constantemente, se vuelve más culta, incluso se transforma”, asentó la autora de La dimensión retórica del texto literario.

Un lector sabe su pasado, los vericuetos de las diferentes civilizaciones y las ocurrencias históricas que han ido a aterrizar en la literatura. “Todo esto no puede ser más que provechoso, porque de agravarse el vicio lo único que puede suceder es que ya no quepa en su casa debido a tanto libro”, comentó en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán”, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV.

¿Pero, para qué hacer adictos a los jóvenes? Helena explicó que todas las personas nacemos con la obligación de hacer algo bueno por la humanidad porque tenemos conciencia y porque somos el único animal histórico. Entonces, al inducir a los estudiantes a la lectura los salvamos de otros vicios como el del alcohol y las drogas.

Helena ha tomado muy en serio la tarea e incluso comenzó a realizarla desde 1953, año en que inició su carrera como docente en la Escuela Nacional Preparatoria número uno, adscrita a la Universidad Nacional Autónoma de México. Ahí se dio cuenta que era erróneo preguntar a los alumnos el argumento y personajes principales de una obra, pues no incentivaba la lectura, ya que entre compañeros se contaban la historia.

Entonces, decidió cuestionar detalles de la estructura de la novela, el orden de los acontecimientos e incluso pedía que caracterizaran a alguno de los personajes. Esto ayudaba a que los jóvenes se vieran obligados a leer porque a veces tenían flojera, pero si un maestro hace señalamientos acerca de la estructura de los textos artísticos puede lograr que se aficionen a la lectura e incluso se dediquen a escribir, detalló Beristáin, quien recuerda haber sido maestra de los escritores Carlos Monsiváis y Oscar de la Borbolla.

Al hablar de los posibles cambios que pudieran presentar los alumnos de hace cinco décadas a los de ahora, la escritora del Diccionario de retórica y poética, aseguró que no hay diferencia alguna, pues los jóvenes siempre son de la misma manera y son susceptibles de ser atraídos a la lectura, sólo basta con ser astuto y creativo.