Año 6 • No. 211 • febrero 13 de 2006
Xalapa • Veracruz • México
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  Propuesta de estudiante de Artes UV que no puede exhibir en Misantla
Ninfa Torres, la irreverencia
con rostro de mujer
Decidida a forjarse un derrotero en que la pintura se erige como la actividad artística primordial, Ninfa Torres Lagunes llegó de la vecina Misantla para prepararse en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV).

A sus 23 años y en el último semestre de la carrera, ha sido capaz de generar un acervo plástico que se distingue por su inclinación hacia el autorretrato. Iniciada su carrera en los Talleres Libres de la UV con los maestros Carmen Ortiz y Pablo Platas, su preparación posterior ha sido supervisada por Manuel Velázquez y Noé Capistrán.

Ninfa Torres.

Ninfa ha generado una serie de creaciones partiendo del óleo, técnica que ella misma ha enriquecido con el empleo de materiales poco convencionales, hasta dar con una especie de collage que se ajusta adecuadamente a su estética.
Material de bonetería, plástico, metal, telas… todo se adapta o lo vuelve adaptable.

Cuando se le interroga acerca de una posible tendencia surrealista o neoexpresionista en su arte, Ninfa simplemente se encoge de hombros. “El arte es tan abierto que incurrimos en varios puntos de fuga; eso nos conduce al cultivo de tendencias varias. Pero en mi caso, las ideas parten del material del que dispongo en ese momento; no tengo la intención de detenerme para decir hoy voy a trabajar sobre este estilo; es el material lo que me da el pretexto.”
Misantla, con todo y su elogiable tradición musical, no parece lugar propicio para el desarrollo de las artes plásticas. No abundan los cultivadores de la plástica y, por consiguiente, no había quien orientase a una pequeña Ninfa que se esforzaba por hacer dibujos de los cuadros célebres que veía en libros y revistas. Ella lo comenta así: “Los muralistas mexicanos me encantaban. Hacía copias de murales de Rivera, de Orozco y varios más, sin maestro ni orientación alguna e imponiéndome como reto igualar colores y formas. Esa fue una manera de ejercitarme, pero llegó el momento en que me estanqué. Al concluir el bachillerato fue que decidí venir a Xalapa a estudiar en los Talleres Libres”.

En la obra de Ninfa no sólo destaca su afición por el autorretrato; también se hace evidente un afán costumbrista e inclinación por los colores fuertes aunque un tanto fríos: “Me llaman mucho la atención las expresiones populares. La mayoría de los mexicanos tenemos una manera muy folklórica de llevar la vida y enfrentar todo proceso cotidiano. Viniendo yo de un pueblo como Misantla, en donde esas expresiones tradicionales mantienen fuerte vigencia. Ese sentido barroco, hasta churrigueresco, que encuentro en una vitrina repleta de santos, en una pared tapizada de imágenes fotográficas familiares –15 años, bautismos, fiestas de onomásticos–, todo eso me llama la atención. Y quizá no tan conscientemente lo he llevado a mi trabajo, en una dualidad que confronta la experiencia académica con estas expresiones”.
                         
La artista refiere la dificultad que representa trabajar en una región como la suya. En alguna ocasión intentó la realización de un mural en una pared cercana al célebre Pocito de Nacaquinia. Algunas imágenes escandalizaron a los lugareños.

Y su trabajo ha tomado un giro tan irónico e irreverente que bien puede resultar indigesto para los paisanos. Imágenes estilizadas de la virgen de Guadalupe y otras deidades católicas a las que se marcan los pezones o se les ven los senos, no son como para asimilarse fácilmente por una sociedad que aún se escandaliza con ese tratamiento artístico. Por eso no desea exponer en Misantla.

En cuanto a la repetida reproducción de su rostro en sus cuadros, Ninfa lo observa como un recurso normal. “El autorretrato nunca dejará de darnos, de aportarnos. Pone ante mí una serie de posibilidades dignas de ser trabajadas consistentemente. Es un ejercicio de introspección, la oportunidad de confrontar lo que en mí ve la gente con lo que observo yo en mi propia imagen. Y es que no todos los días somos los mismos; todos los días nos vemos en constante transición; lo que puedas decir de ti hoy, no necesariamente coincidirá con lo de mañana. Por eso estoy convencida de que se trata de un tema inagotable”, comentó.