En
el siglo XII se conocía como discantus al equivalente latino
de diaphonia para referirse a cantar a varias voces (o una polifonía).
Es justo lo que nos encontramos en esta nueva publicación de
la UV, una exposición de diversos pensamientos, palabras y
voces, para adentrarse a un campo poco explorado en nuestro país:
la investigación sobre la música y sus múltiples
protagonistas como intérpretes, compositores, estudiantes y
musicólogos.
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En junio de 2003 se realizó en el marco de la Feria Internacional
del Libro Universitario el coloquio Investigación musical
en México. Ahí tomaron parte una veintena de investigadores
sobre la música que originó un segundo coloquio realizado
en el 2004. En ese par de encuentros se reunió un buen número
de trabajos y se decidió hacer una publicación para
“aportar una visión renovada respecto a la investigación
musical e incidir mediante la crítica en el mejoramiento
del medio profesional”.
En uno de los ensayos que forman esta publicación, escrito
por Yael Bitrán, cita a Gerónimo Baqueiro Fóster,
el notable campechano precursor de la investigación sobre
música que de alguna manera da pauta al camino de Discanto:
“Si musicología es la ciencia de la música,
que abarca su teoría y su historia, el musicógrafo
es cosa distinta del musicólogo. Un musicógrafo, bien
puede ser cualquier persona que escriba acerca de la música.
Cualquier cronista, aun ignorante por completo de la teoría
y de la técnica de este arte, puede ser considerado como
un musicógrafo. También hay que tomar en cuenta que
un crítico musical bien puede ser una persona ajena a la
musicología. Un crítico, con saber bien la Historia
de la música, la técnica y la estética, se
defenderá bien, sin duda. Un musicólogo no. Necesita
mucho más que eso”.
El tomo I de Discanto está formado por cuatro capítulos
que contienen 14 ensayos y están agrupados de la siguiente
manera.
El capítulo I se llama “Crítica y sociedad”,
que nos marca los derroteros por los cuales camina estas investigaciones
musicológicas y contiene los ensayos “Música
y alteridad: una reconsideración de la ‘diáspora’
africana en las músicas tradicionales sudamericanas’”
de Gerard Béhague, quien falleciera recientemente y a quien
está dedicado este primer número; y “Musicógrafos
y musicólogos” de Yael Bitrán.
El capítulo II se centra en “La música en la
época colonial”, un agradable rescate de la música
de ese periodo que evidentemente no se encuentra grabada pero que
se puede recuperar a partir de trabajos como “El repertorio
para el recibimiento del virrey don Diego Fernández de Córdova
en el Cancionero musical de Gaspar Fernandes” realizado por
Aurelio Tello; “Los maitines a Nuestra Señora María
de Guadalupe de Francisco Delgado: datos en torno a su interpretación”
escrito por Fernando Serrano Arias y; “Las sonatas del Quaderno
Mayner: música de finales del periodo colonial”, de
Jesús Herrera.
El capítulo III trata de «La música mexicana
en el siglo XIX» e incluye los ensayos “La vida musical
en el México del siglo XIX vista por los músicos extranjeros”
de John Kegel; “Antonio de María y Campos (1836-1903),
un compositor veracruzano de zarzuelas” un descubrimiento
sistematizado hecho por Áurea Maya; “La zarzuela y
otros juguetes musicales para escena en Yucatán (1850-1940)”
de Mario Quijano Axle y; “Romanticismo musical en México:
imitación o asimilación” de Miriam Vázquez
Montano.
El último capítulo contiene cinco ensayos sobre “La
música mexicana en el siglo XX” y ellos son: “Aproximación
analítica al allegro moderato de la Sonata para guitarra
y clavecín (1926) de Manuel M. Ponce” escrito por Alejandro
Barceló Rodríguez; “Versitos alegres, tonada
elegante, aspectos históricos y escénicos de El renacuajo
paseador de Silvestre Revueltas” de Eduardo Contreras Soto;
“Del festín al alboroto: forma y narrativa en El renacuajo
paseador de Silvestre Revueltas” analizado por Ricardo Miranda;
“Silvestre Revueltas y el panfleto: una relación difícil”
de Roberto Kolb y; “La originalidad, la música heterogénea
y la recepción de Silvestre Revueltas a partir de Otto Mayer-Serra”
de Luisa Vilar-Payá.
Discanto, ensayos de investigación musical, tomo I, tiene
218 páginas y se editó en el 2005. Se puede adquirir
en el Servicio Bibliográfico Universitario, en sus dos direcciones,
Hidalgo 9 o Xalapeños Ilustres 37; en las USB que se encuentran
en el estado o en la Dirección General Editorial, Juan de
la Barrera 209. Comentarios a esta reseña favor de enviar
a gemartinez@uv.mx. |