Selvas,
recurso no renovable
Uno de los estudios más conocidos y difundidos en el mundo
en torno a la conservación de la biodiversidad es producto
de un trabajo de Gómez-Pompa. En un artículo de la
revista Science, publicado en 1976, él y sus estudiantes
Carlos Vázquez y Sergio Guevara demostraron por qué,
a diferencia de otros ecosistemas, las selvas no son un recurso
renovable, pues una vez que se han devastado en forma extensiva
nunca vuelven a regenerarse.
De hecho, la de Gómez-Pompa fue una de las primeras voces
que llamaron la atención mundial hacia el problema de la
destrucción masiva de la selva tropical y que ofrecieron
soluciones a esa crítica situación. En esa época,
México y muchos otros países fomentaban el “desmonte”
con programas de gobierno para expandir las áreas ganaderas
y agrícolas.
“En nuestro país había incluso una Comisión
Nacional de Desmontes que se encargaba de arrasar permanentemente
las selvas del país. Así perdimos miles de hectáreas
y convertimos a un continuo espléndido en pequeños
manchones de estos ecosistemas”, señaló el hoy
asesor científico del Citro, el centro de la UV
que se encarga de estudiar el trópico desde distintos frentes.
Explicó que en las selvas templadas las semillas de los árboles
caen al suelo y se quedan ahí en estado de latencia (o “durmiendo”)
y, eventualmente, con los fuegos u otras condiciones, germinan.
Sin embargo, el estudio demostró que en las selvas tropicales
húmedas no pasa eso, pues las semillas que caen germinan
inmediatamente y crecen en plántulas. Esto implica que si
se tumban grandes extensiones ya no habrá árboles
que den semillas, y sin éstas no habrá plántulas
ni regeneración de la selva.
“Esta fue una señal de alarma para todo el mundo, porque
los grandes desmontes se hicieron bajo la premisa de que la regeneración
se daba de manera natural”, comentó el autor principal
de la investigación, que fue desarrollada por la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) en selva de Los
Tuxtlas, Veracruz, en una estación experimental que Gómez
Pompa fundó ex profeso, siendo entonces investigador de esta
casa de estudios.
El
misterio del cacao
Otro hallazgo, producto de las exploraciones de campo del biólogo
mexicano tiene que ver con un enigma que durante años ocupó
las mentes de investigadores de México y el mundo: la presencia
del cacao en tierras mayas de Yucatán, en una zona donde
esta especie, por sus características propias, no crece.
El cacao, según explicó Gómez-Pompa, es un
árbol tropical que vive en forma silvestre en las selvas
húmedas del trópico americano (zonas donde hay lluvia
todo el año) y crece bajo la sombra de los grandes árboles
de la selva. Hay muchas especies de cacao silvestres, pero sólo
una (Teobroma cacao) se usa paa producir chocolate.
Comentó que mientras estaban estudiando en Yucatán
los usos medicinales y alimenticios que los mayas actuales dan a
las plantas (para rastrear los usos que les daban los mayas del
pasado), encontraron en la literatura que en un tiempo hubo cacao
en la zona, lo cual resultó muy extraño, pues Yucatán
es trópico seco, es decir, presenta 5 o 6 meses de sequía
fuerte durante el año: “Simplemente no era creíble,
y pensamos ‘o es una nueva especie o hay un error! El tema
era interesante en cualquier sentido”, comentó.
Y es que según dijo, el cacao es la planta más importante
de los mayas y los olmecas, y aún se discute cuál
cultura lo domesticó, por tanto, una planta tan importante
era muy difícil que causara este tipo de error. Durante varios
años, largos recorridos de campo tuvieron que realizar para
verificar, por medio de informantes nativos, la certeza de esta
información.
Fue en un lugar llamado Cuyul donde encontraron por fin el cacao:
“Los informantes nos llevaron a un lugar, cerca de Valladolid,
donde encontramos cacao con fruto. Fue todo un descubrimiento”,
comentó. ¿Cómo se resolvió el misterio?
Gracias a esta exploración descubrieron que los mayas cultivaban
el cacao en sus cenotes (rejollados) sagrados, resumideros donde
la humedad es mucho mayor que en la selva y esta especie daba frutos.
Este descubrimiento generó numerosas preguntas que se han
ido contestando con investigación. “Resultó
ser un cacao distinto a todos los demás, muy antiguo, remanente
de los huertos sagrados de los mayas, lo cual ha generado una serie
de controversias, pues este hallazgo cambia el rumbo de la supuesta
historia del cacao. De hecho, ahora hay una gran discusión
sobre su origen, su domesticación y su evolución,
y este hallazgo disparó la investigación”.
Áreas
protegidas
El investigador también aseguró que tener áreas
protegidas sin estudiarlas es como tener bibliotecas sin catálogo:
“Estamos protegiendo los recursos bióticos de las futuras
generaciones porque suponemos que de ahí van a salir las
nuevas medicinas, técnicas para el combate de plagas, recursos
potenciales, pero ¿cómo los vamos a encontrar si no
es con investigación? No estudiarlos es como no tenerlos”,
alertó. “Si hay un sólo mensaje de la investigación
científica es que ésta seguirá siendo el gran
mecanismo generador de conocimientos”. |