Año 6 • No. 214 • marzo 6 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Centrales

 Libros

 General

 Investigación

 
Arte


 Deportes


 Contraportada


 Números  Anteriores


 Créditos



 

 

 
No predice, pero ayuda a explicar cada momento de la vida, aseguró el experto Federico Samaniego
Despreciar la astrología revela ignorancia
Edgar Onofre
En los años 70, el famoso astrónomo estadounidense Carl Sagan se dio a la tarea de recolectar las firmas de aproximadamente 70 ganadores del Premio Nobel y publicar un desplegado en diarios influyentes de Europa y Estados Unidos en el que se pedía la cárcel para los astrólogos. Sin embargo, tras la defensa del austriaco Paul Fereyabend, filósofo de la ciencia, la iniciativa se detuvo, acaso por el gran parecido que guardaba con las cacerías de brujas de la Edad Media.
“Sagan era el combatiente astrológico por excelencia”, explicó el astrólogo Federico Samaniego. “Su actitud era inexplicable. En el sentido de combatir la charlatanería puede estar bien, sí, pero el nivel de charlatanería en este mundo, en todas las disciplinas, es tan basto, que si se trata de cazar charlatanes, no daría tiempo de llegar a los astrólogos”.

De acuerdo con el autor de una de las pocas cartas astrales de México que se conocen –recogida en el libro «La semilla del tiempo: una interpretación astrológica de México» (Fin de Ciclo, 2005)–, descartar de entrada el
pensamiento astrológico revela ignorancia, igual que hacerlo con cualquier tipo de pensamiento: “¿En virtud de qué se descarta? ¿Porque no es científico?”. La astrología no predice ni prueba nada, como tampoco la filosofía lo hace, simplemente explica la manera en que los seres vivos se ven a sí mismos y a su entorno, según explicó.

Durante una entrevista, Samaniego también añadió que combatir la astrología es un deporte bastante popular: “Es increíble cómo se combate a la astrología, pero no conozco a nadie que combata el vudú ni los rituales de los aborígenes australianos». Además, añadió que “la astrología es anticientífica sólo en la medida en que la ciencia se ha convertido en un discurso único, excluyente, totalitario”.

Sin embargo, el poeta francés Paul Valéry consideraba que la astrología es cosa de filósofos y, al respecto, Samaniego añadió: “La astrología no es excluida de un sistema de explicaciones de orden filosófico porque sea una mala metafísica –las cuales abundan en nuestra sociedad–, sino porque es una metafísica que puede dar cuenta del conjunto y de sí misma, lo que la razón discursiva no puede. La astrología cabe en la filosofía porque intenta explicar, no intenta probar nada como la filosofía tampoco lo hace. Intenta ensanchar nuestro horizonte para entender y darle un sentido”.

Pero, ¿cuál es el sentido que puede otorgarnos la astrología?
"La astrología da cuenta de lo vivo y, yo diría, de la manera en que lo vivo ve la vida. En ese sentido, es muy precisa. La astrología no sirve para predecir, lo que no quiere decir que no sirva como orientación en el tiempo. Cuando tuvimos un sistema de navegación que incluía la brújula, nos pudimos mover en el espacio y pudimos tener destino. Mientras no lo teníamos, no había destino: había una llegada azarosa y sorpresiva a algún punto, pero no destino. Es con un sistema de navegación que podemos tener un destino en el espacio".

“Nuestra cultura echó por la borda los sistemas de navegación en el tiempo que el hombre había ido construyendo. Como si el tiempo fuera ya una línea que va de un punto a otro sin ningún retorno, concretamente instaurado por nuestra tradición judeocristiana que viene del nacimiento de Jesús a su segunda venida”. Por tanto, según explicó, «perdimos la capacidad de entender el significado del tiempo. No tenemos un instrumento para orientarnos en él. La astrología lo es, de tal manera que podemos entender el porvenir, no en el sentido de predecir lo que va a pasar, eso es hasta absurdo, sino en el sentido de qué significado tiene lo que pasa: es decir, tiempo de qué es”.

Entonces, ¿no predice?
“Cuando interpreto una carta, hago dos aclaraciones: la primera es que la astrología no sirve para predecir, porque no habla del mundo real. Habla de la manera en que lo vivo ve la vida, de aquello que nuestra cultura –en un lapsus cultural terrible– llama ‘subjetivo’. Y, para nuestra cultura, lo subjetivo no tiene ningún valor de generalización, a pesar de que es la única experiencia verdadera que tenemos de la vida y del mundo. La sujetividad (que sería la manera correcta de llamarla, pues se refiere al sujeto) puede ser curiosa, interesante, tener connotaciones artísticas, pero no tiene ningún valor de verdad ni de generalización. Pero la astrología no puede predecir nada porque no habla del mundo real, sino de la experiencia que lo vivo tiene de lo real.

“La segunda aclaración es que los planetas no nos hacen nada. No hay una influencia planetaria según la cual debo comportarme, o mi psique debe comportarse, de manera alguna. No tenemos evidencia alguna de que suceda así. Tenemos una explicación más bien poética: el tiempo y los planetas son un reloj, no causan nada, indican algo de lo que se está viviendo. Pues, como dice el poeta: ¿qué no nos dice lo que crece ya lo que será?”.

¿Por qué (el psicólogo suizo Carl Gustav) Jung dijo que la astrología volverá a las universidades?
"Jung era un tipo sensato. Abierto. Y lo que encontró en el pensamiento astrológico fue un criterio de verdad que, una vez que te acercas a la astrología, es muy difícil de negar. También (el francés Patrice) Guinard se empeñó en vincular la discusión de los astrólogos al resto de la discusión colectiva. No tiene por qué ser una discusión particular. Lo que nos atañe es lo mismo, finalmente".

"Hay esfuerzos (por regresar la astrología a las universidades de donde fue expulsada): el de Guinard mismo es uno, en Seattle hay una universidad privada y está el Kepler College, que tratan de sacar el pensamiento astrológico de la caverna esotérica en la que se encuentra, mezclado con todo tipo de santerías, ritos, religiones, etc. ¿Cómo vas a prohibir un tipo de pensamientos en una universidad? Es contra sensu del propósito universitario”.

Sin embargo, parece que la astrología cobra vigencia nuevamente.
“Hay un rebote muy fuerte, ahora, del pensamiento astrológico, derivado de lo inservibles que se volvieron nuestras explicaciones. No obstante, pareciera que tenemos una actitud como la de los teólogos del siglo XII, es decir, que el mundo está básicamente explicado: faltan algunos detalles y oscuridades menores, pero ya tenemos la idea de lo que somos, fuimos y lo que es este mundo. Esa es la posición de los teólogos fundamentalistas del catolicismo en 1300. Esta época se parece mucho, en ese sentido. No es verdad que ya hayamos comprendido no se diga todo, sino casi nada. La naturaleza humana sigue en el más absoluto de los desconocimientos”.

¿Este interés se debe a que la astrología aporta algo especial a nuestras vidas?
“Alguna vez hice la comparación: una carta (astral) es como un beso. No se puede explicar. Puedo llegar a una descripción, pero en el fondo es algo que el sujeto experimenta. A la hora que un astrólogo interpreta tu carta, se entiende de qué estamos hablando: quién vive dentro, quién está ahí. La astrología es el instrumento para aclarar la manera en que cada individuo segmenta la realidad, cómo se estructura la interioridad, da cuenta de la manera en que eso que llamamos conciencia se estructura. No de qué está hecha, sino cómo está hecha. Qué privilegia determinado sujeto, cómo organiza lo real para incorporarlo, cómo segmenta la realidad para apropiarse de ella. Nos sugiere qué tipo de bestia vive dentro de uno”.

Respecto del país, ¿qué arroja la astrología sobre México?
“El movimiento de Plutón sobre el Sol de México sucede con el asesinato de Morelos, Río Blanco y Cananea, el 68 y el periodo 2004-2005-2006. Y nos habla de un periodo que, dentro de 30 años, será visto como fundamental en la construcción del país, un parteaguas de la historia. Pero eso no se ve inmediatamente. El tres de octubre del 68 nadie dijo: ‘Acaba de fincarse un parteaguas’.

“Estamos pasando por un periodo que los historiadores entenderán como clave en la historia del país. ¿Va a ganar López Obrador? Hay manera de inferirlo, no de predecirlo, de la misma manera en que lo hace la sociología o la historiografía. México va a entrar a un periodo de recomposición de su clase política similar a la del primer arribo de Santa Anna en 1830 o a la llegada de Obregón y Calles en 1923. Se trata de una recomposición en nuestra clase política. Ese periodo se repite cada 84 años en la carta de México y hoy toca un momento de naturaleza similar, lo que no quiere decir que vaya a pasara lo mismo”.

Sin embargo, Samaniego hizo la aclaración: “Nadie deplora al politólogo que yerra tres veces en la elección presidencial, pero al astrólogo sí. La sociología sigue siendo fiable aún si yerra tres veces y la astrología no, incluso al primer error. Le pedimos a la astrología que cumpla lo que no puede ninguna otra disciplina del saber social. Exigimos que otorgue lo que las demás ciencias no otorgan”.