“Hasta 1959 sólo existían
seis instituciones de enseñanza agrícola superior con
dos mil estudiantes; para 1985 ya teníamos más de 100
escuelas, con una matrícula aproximada de 84 mil estudiantes
y con un egreso anual de siete mil 500 profesionales; a partir de
este año, las condiciones económicas del país
y su impacto en el sector agropecuario deprimieron el mercado de trabajo
de tal modo que, en 1990 la Sociedad Agronómica Mexicana reconoció
40 mil profesionales desempleados”, dijo Ortiz Cevallos.
De acuerdo con lo dicho por el catedrático de la facultad,
paralelamente a la reducción de la matrícula, se redujo
el número de escuelas y facultades, y las que aún operan
sufren de severos problemas en la definición de los contenidos
de sus programas de estudios, en la definición de la vinculación
con el sector rural y en su compromiso con la problemática
del campo mexicano.
“Indiscutiblemente, la Facultad de Ciencias Agrícolas
de la UV tiene un compromiso inmediato que tiene que ver con la formación
de recursos humanos; sin embargo, está claro también
que esto no nos soslaya del compromiso que se tiene que asumir con
las comunidades rurales, con los problemas que existen en el campo”,
señaló.
Ortiz Cevallos dijo que la facultad debe fortalecer su presencia social
en la región, y hacer que los productores se identifiquen con
la facultad como un lugar en donde se generan nuevos conocimientos
del campo. Retos
y oportunidades
El catedrático enfatizó que uno de los retos fundamentales
de la carrera es promover y apoyar actividades productivas que den
ocupación y bienestar económico y social a una población
rural de aproximadamente 25 millones de mexicanos (12 de ellos,
indígenas), con lo que se pretendería reducir la creciente
tasa de migración a las ciudades, calculada en 700 mil emigrantes
al año.
Para dar una idea general de la situación que vive el campo
mexicano, el catedrático dijo que alrededor de 30 millones
de hectáreas en el país se consideran de vocación
agrícola, pero apenas 5.5 millones tienen sistemas de riego,
en los últimos 10 años la producción de granos
básicos se ha reducido drásticamente.
“La dependencia del exterior para cubrir las necesidades alimentarias
de la población pasó del 16.5 por ciento en 1991 a
31 por ciento en 2001. Lo que evidencia que es necesario aumentar
la producción”, dijo.
En 2002 se importaron aproximadamente 14 millones de toneladas de
granos básicos, 300 mil toneladas de raíces y tubérculos,
900 toneladas de frutas y hortalizas; 70 mil toneladas de cacao,
440 toneladas de fibra de algodón, 750 mil toneladas de aceites
vegetales, 1.8 millones de toneladas de carne, 600 mil toneladas
de grasas animales, 2.6 millones de litros cúbicos de leche,
3.7 millones de toneladas de papel y cartón.
“El 22 por ciento de la población económicamente
activa depende de las actividades agropecuarias, la mayoría
de esta población vive en condiciones de pobreza extrema,
y dos terceras partes de ésta, se concentra en los estados
del Sur-Sureste del país; esto ilustra de manera muy efectiva
la necesidad de que las escuelas de Agronomía tengan un papel
protagónico en un eventual proceso de transferencia tecnológica
al campo, mediante el desarrollo de investigación y programas
de vinculación”, aseguró Ortiz Cevallos.
En la ceremonia oficial del festejo el Día del Agrónomo
estuvieron presentes el director de la facultad, Gabriel May Mora;
el director del área académica Biológica Agropecuaria
de la UV, Ernesto Rodríguez Luna y Víctor Chagra Guerrero,
director general de Agricultura y Fitosanitaria de Sedarpa.
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