Año 6 • No. 216 • Marzo 20 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Juan Carlos Plata (fotos: César Pisil)
Es el 23 de diciembre de 1860. Benito Juárez García, presidente de México –por lo menos para los partidarios del Partido Liberal–, disfruta de una función de teatro en el Teatro Principal de la ciudad de Veracruz cuando un mensajero le trae la noticia de que el general en jefe del Ejército Liberal, Jesús González Ortega, había derrotado el día anterior a las fuerzas conservadoras comandadas por Joaquín Miramón en la batalla de San Miguel Calpulalpan, con lo que llegaba a su fin la Guerra de Reforma y Juárez podría regresar triunfante a la Ciudad de México.

Impulsor, junto con todo el grupo de políticos liberales del siglo XIX, de las reformas que incorporaron a la legislación nacional las nociones de igualdad y de derechos llamados de primera generación, y también el arquetípico defensor de la soberanía y restaurador de la República luego de la aventura monárquica de Maximiliano, Benito Juárez García es el héroe nacional menos cuestionado en la actualidad; sin embargo, ya se dejan escuchar voces que piden una nueva mirada para el oaxaqueño, no para denostarlo, sino para incluir en la historia al estadista y al hombre, y no sólo a las estatuas erigidas en su honor.
Libertades e igualdad, legado juarista
Para la historiadora de la Universidad Veracruzana (UV) Carmen Blázquez Domínguez, hablar de la etapa reformista, de los liberales de la mitad del siglo XIX, “es hablar de cosas que nosotros damos por sentadas hoy, cosas que son cotidianas para nosotros, sin que reflexionemos mucho sobre su origen o cómo se consiguieron; por ejemplo, la libertad de expresión, la igualdad ante la ley, la educación laica, el voto directo, el derecho a la libertad religiosa, la protección a la propiedad, entre otras cosas, que son cosas que surgieron con el proceso que impulsaron estos hombres, entre ellos Benito Juárez como presidente de la República”.

Blázquez Domínguez, investigadora del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales (IIH-S) de la UV y directora del Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS-Golfo), dijo que hay una gran similitud entre el periodo que ellos vivieron, las estrategias que utilizaron, las expectativas y los proyectos que tenía, con lo que vivimos hoy en día.

“La tendencia a la globalización y la apertura al mercado exterior fue una de las grandes expectativas y metas de los liberales a lo largo del siglo XIX que se cristaliza durante el Porfiriato con la atracción de capitales extranjeros –siempre y cuando se respetara el estado de Derecho– y la insistencia en la creación de desarrollo tecnológico; quizá con un tiempo diferente y con palabras distintas, pero las expectativas actuales son muy similares”, afirmó.

Por su parte, el ex rector de la UV, Emilio Gidi Villarreal señaló que se debe reconocer que a partir del liberalismo surgen en México los principios de libertad civil, política, ciudadana. “De hecho el liberalismo logra vencer a la fase previa, que era el absolutismo y el poder despótico, en su luchar por preservar los derechos fundamentales de los individuos (civiles y políticos) y las libertades básicas, eso se lo tenemos que reconocer al liberalismo indudablemente”.

Sin embargo, Gidi Villarreal aseguró que la constitución de 1857, impulsada por Juárez y los liberales, al ignorar las diferencias las agrandó, desapareció formalmente las desigualdades y, para efectos del multiculturalismo, desapareció a los indios.

“El fenómeno liberal quedó, de alguna manera, superado por el proceso revolucionario: en aquél tenemos muy clara la libertad, la igualdad de todos entre sí, la igualdad de todos frente al estado, lo cual es una afirmación sin fundamento. En realidad, todos somos potencialmente distintos y al final de cuentas estamos colocados entre nosotros en condiciones distintas, de carácter sobre todo social y económico, y también en posiciones distintas frente al estado”, añadió.

Erika Pani, investigadora del Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE), aseguró que la figura de Juárez, como símbolo de esa generación de liberales mexicanos, inmediatamente después de su muerte fue entronizado como héroe nacional y no se volvió a tocar en sentido negativo. “Esa etapa de nuestra historia está muy poco tocada; no se trata de derribar ídolos, pero sí de aterrizar un poco”, aseguró.
Antes revolucionario, hoy totalmente juarista
El bicentenario del natalicio de Benito Juárez corresponde con año electoral en el país y los distintos proyectos de nación que se presentan a los electores se anuncian a sí mismos como juaristas o como los verdaderos herederos de la tradición cívica de Benito Juárez.

Emilio Gidi Villarreal aseguró que esto puede ser parte de la moda política actual: “Así como hace algunos años todos nos asumíamos como revolucionarios, ahora la figura de Juárez nos da un estatus de aparente ventaja respecto de los oponentes, pues su investidura nunca ha sido tocada desde el punto de vista negativo. Alinearse con el juarismo es hacerlo con una figura de relevancia que, por lo tanto, puede producir ventajas al que se ostenta como tal”.

El ex rector de la UV afirmó que afectivamente Juárez logra liberar al país de una dominación extranjera y tiene aspectos que son loables, como su actitud cívica, su honestidad personal, su dedicación y respeto a las instituciones.
Para Erika Pani este fenómeno de adjudicación de la herencia juarista en la política nacional contemporánea nos habla, sobre todo, de la enorme legitimidad que tiene Juárez por un lado, y por otro, que la revolución, a pesar de seguir siendo el elemento histórico más importante en las organizaciones políticas nacionales, ha dejado de ser el referente del deber ser.

“Sin duda alguna, Juárez es lo que quiere ser quien habla de Juárez y por eso vemos ahora que Madrazo es juarista y López Obrador también, aunque el perredista desde antes del proceso electoral de este año se había asumido como tal”, explicó.

Carmen Blázquez aseguró que los diferentes partidos políticos están postulando proyectos y quieren legitimarlos a través de la figura de Benito Juárez, haciendo ver que hay una trayectoria histórica, y por eso vemos que hay diferentes maneras de utilizar la figura de Juárez, dependiendo del proyecto que se está ofreciendo.
La estancia en Veracruz durante la guerra de los tres años
En Veracruz, la Reforma fue una etapa de inestabilidad política, crisis económica e inseguridad, en especial para el Puerto y la región central de la entidad, porque es ahí donde se dan los movimientos más importantes:
se da una especie de frente de guerra que se mueve entre el litoral –con Veracruz a la cabeza– y los dos caminos hacia la capital –Xalapa y la zona de Córdoba y Orizaba.

Ante la declaración de Tacubaya de Félix Zuloaga y el golpe de estado de Ignacio Comonfort en contra de Juan Álvarez, el gobernador del estado, Manuel Gutiérrez Zamora, se pronuncia a favor de Comonfort y el desconocimiento de la constitución de 1857, pero unos días después los diputados federales veracruzanos –entre ellos Ignacio de la Llave y José María Mata– ejercieron su influencia y el resultado fue que Veracruz desconoció el Plan de Tacubaya y volvió al orden constitucional, lo que implicó respaldar al gobierno liberal encabezado por Benito Juárez.

La presencia del gobierno liberal en Veracruz imprimió, en el caso de la ciudad, un nuevo aspecto por la importancia política que adquiere y porque la hizo el objetivo de los conservadores. Durante la estancia del gobierno liberal en Veracruz, hubo dos sitios de las fuerzas conservadoras sobre la plaza –el primero entre febrero y abril de 1859, que dura 14 días y el segundo, entre febrero y abril de 1860. Entre un sitio y otro, va a tener lugar la expedición de las Leyes de Reforma.
De San Pablo Guelatao a Palacio Nacional
De auténtica estirpe zapoteca, Benito Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca, hijo de Marcelino Juárez y Brígida García. Luego de una azarosa formación educativa y política, Juárez ocupó su primer cargo público en 1831, como regidor del Ayuntamiento de Oaxaca; en 1833 fue diputado local y, de 1834 a 1845, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca; entre 1846 y 1847 fue diputado federal; de octubre de 1847 a agosto de 1849 ocupó interinamente la gubernatura de Oaxaca y luego fue electo constitucionalmente para el mismo cargo. Al concluir su gestión, fue rector del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca.


Recinto de la Reforma, en Veracruz, donde se firmaron las Leyes de Reforma.
Opositor al régimen de Antonio López de Santa Anna, en 1853 fue hecho prisionero y expulsado del país. Su retorno al país ocurrió después del triunfo de la Revolución de Ayutla sobre la dictadura de Santa Anna.

Entre octubre y diciembre de 1855, bajo la presidencia del liberal Juan Álvarez, se hizo cargo del ministerio de Justicia e Instrucción Pública. El 23 de noviembre de ese mismo año, suprimió los fueros religiosos y militares, lo que ocasionó el descontento de muchos sectores sociales y la precipitada renuncia de Juan Álvarez a la presidencia, quedando en su lugar Ignacio Comonfort.
Juárez se integró al nuevo gabinete como secretario de Gobernación el 3 de noviembre de 1857. En los comicios siguientes, Comonfort fue electo presidente y Juárez fue nombrado presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación.

El 17 de diciembre de 1857, Félix Zuloaga se sublevó y causó la disolución del Ayuntamiento de la Ciudad de México, algunos ministros federales renunciaron y otros fueron encarcelados, entre ellos Benito Juárez. El 11 de enero de 1858, Comonfort fue desconocido como presidente y Juárez, que fue puesto en libertad, asumió por ministerio de ley la presidencia del país.
El 17 de julio de 1861, Juárez decretó la suspensión, por dos años, del pago de la deuda externa, lo que ocasionó que las fuerzas de Francia iniciaran la invasión a principios de abril de 1862.

La República y su soberanía fueron nuevamente amenazadas en 1863, cuando los franceses ocuparon el país por segunda ocasión. Juárez trasladó su gobierno a San Luis Potosí, donde permaneció hasta el 22 de diciembre, mientras los conservadores lograban su propósito de imponer una monarquía extranjera, con Maximiliano de Habsburgo.

Finalmente, las fuerzas de la República derrotaron a las imperialistas, y Juárez regresa a la capital el 15 de julio de 1867. Benito Juárez fue reelegido en dos ocasiones como Presidente de México, en 1867 y en 1871. El 18 de julio de 1872, Juárez murió en su alcoba de Palacio Nacional a consecuencia de una angina de pecho.