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Gina Sotelo (Fotos: César Pisil) |
Luego
de cuatro años de intenso trabajo comunitario por parte de
brigadistas de la Universidad Veracruzana (UV), son palpables los
beneficios que han obtenido comunidades aledañas a Xalapa,
tales como Coyopolan, Molino de San Roque o El Conejo, donde la máxima
casa de estudios tiene ubicadas tres de sus cuatro Casas de la Universidad. |
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Eloísa
Diez. |
A
través de jornadas y jornadas de trabajo –en este caso
con sus niños– los universitarios han llevado, desde
2002, el teatro a esas zonas, sensibilizando no sólo a sus
pequeñines, sino también
a sus padres.
Fueron los brigadistas de la carrera de Teatro, Betania Benítez
y Julián Loredo, quienes iniciaron en la Casa de la Universidad
de Coyopolan un taller de teatro dirigido a los niños de esta
comunidad. Desde un principio, el taller se propuso abordar el juego
creativo, la capacidad expresiva y la creación escénica. |
En
marzo de este año, Betania, Julián y Eloísa Diez,
productora de radio, vieron que sus esfuerzos han valido la pena y
realizan, con la participación de otras dos comunidades, el
Primer Encuentro de Teatro Comunitario en El Conejo, municipio de
Perote, ante un centenar de pequeños estudiantes de la escuela
“Carlos A. Carrillo”.
Acompañados por sus padres de familia, la primera semana de
marzo, los niños de El Conejo tuvieron la oportunidad de presenciar
las obras de teatro El vampiro y los borrachos –escrita por
dos niños de Coyopolan– y Los payasos salvan al mundo
–representada por un grupo de chiquitines del municipio Molino
de San Roque.
Partiendo de la idea de que la identidad se basa en los relatos y
las creencias de un pueblo, los brigadistas –hoy egresados de
la Facultad de Teatro de la UV– generan, a través de
la actuación, un espacio en el que los niños se sienten
libres de expresar quiénes son. El teatro comunitario se ha
convertido en fiel reflejo de las costumbres del lugar, sus tradiciones
y mitos. |
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Los pequeños dramaturgos de El vampiro y los borrachos son
José Eduardo y Sergio Córdoba Flores, de 13 y 12 años
respectivamente. Para escribir la obra que con sus amiguitos de Coyopolan
actuaron en el encuentro, se basaron en los demás textos que
ya tenían y añadieron un poco de imaginación.
Sobre lo que para estos chiquitos representa el teatro, José
Eduardo nos dice: “Con el teatro siento que me voy superando
y que ya no me da pena decir las cosas. De grande me gustaría
trabajar en teatro, pues sirve para muchas cosas, como no tener temor
de pararnos enfrente de mucha gente”.
Por su parte, su hermano Sergio dice que le gusta escribir sobre lo
que pasa en su comunidad y de grande también quiere hacer teatro,
pues acepta que le ha servido para no tener miedo de hablar: “Me
gusta que cuando los maestros me hablan ya no me da pena decir lo
que quiero, además me divierto mucho de estar actuando, el
vestuario de colores y las máscaras me gustan mucho”.
En esta obra, los hermanos tomaron los elementos de su comunidad que
más llamaron su atención y los llevaron a escena; sitios
como Casa Blanca y Aguas Escondidas. Por fortuna, en Coyopolan sus
papás no beben alcohol, pero los jóvenes ya están
empezando a hacerlo; para los niños es una novedad y lo toman
como tema para su obra y por eso lo representan.
Los universitarios Betania y Julián ya han llevado sus talleres
a Molino de San Roque y a El Conejo y en un par de meses los llevarán
al Manglar, la cuarta Casa de la Universidad. Los jóvenes actores
hablan de la evolución que han detectado en los niños
como personas, luego de tomar los talleres de teatro: “Los niños
eran muy penosos y no hablaban, nos veían y se escondían,
les daba miedo, no querían participar, trataban muy mal a las
niñas y no querían jugar con ellas. Ahora, al hacer
equipo, se han dado cuenta que se tienen que ayudar, que tienen que
cooperar, que tienen que estar de acuerdo y este cambio lo reflejan
en la escuela y en su casa”. |

Betania
Julián. |
Sobre
el cambio que han sufrido las mamás de estos niños,
Betania y Julián dicen que ellas agradecen que sus hijos ya
no son penosos y se expresan mejor: “Antes nos decían
‘no los carguen porque se les cae el cuajo’ o ‘que
no rueden en el suelo porque se les desprende el estómago’
y a partir de que nosotros hemos cedido un poco y de enseñarles
que no pasa nada, que es un entrenamiento normal, ellas se han abierto
mucho”.
Visiblemente contentos, los universitarios resumen que el crecimiento
ha sido general para la comunidad: “Las artes están fuera
de su contexto, de su realidad, pero |
al llevarlas los hijos a su casa, lo hacen parte de su modo de vida.
Hay una apertura hacia la cultura y la música, ahora el teatro
ya es una tradición en la comunidad”.
A través del arte –del teatro en este caso– las
comunidades detectan que tienen otras y mejores oportunidades de vida,
así lo consideran Betania y Julián: “Las señoras
ya tienen destinadas las vidas de sus hijos, dicen que ellos cuando
crezcan no van a hacer nada más que ir a cortar café
o leña; en cambio, con esto se dan cuenta que tienen otra oportunidad,
no de salir de su casa, sino de hacer este tipo de teatro en su misma
comunidad”.
Añaden que en lugar de cortar 10 kilos de café ahora
pueden cortar la mitad y presentar una obra de teatro, a la vez que
conocen a otros niños y tienen la oportunidad de interactuar
con otras comunidades.
La
radio, medio óptimo de vinculación
Luego de haberse conformado el grupo de teatro comunitario, la dirección
de Radio Universidad (XERUV) hizo la propuesta de producir radionovelas
educativas que apoyen el desarrollo sostenible de las familias rurales
mediante la capacitación para el uso óptimo de los
recursos naturales, materiales y humanos, así como la prevención
y diagnóstico de enfermedades.
A través de entrevistas y consultas con brigadistas y académicos
de los Programas de Vinculación de la Universidad, llegaron
a un diagnóstico de la realidad y necesidades de los habitantes
de Coyopolan y sus alrededores y con la productora Eloísa
Diez Vázquez realizaron Gladiolas de amor, la primera radionovela
que trata sobre el cultivo de esa flor.
La otra ya está grabada con los niños del Molino y
está en proceso de posproducción, se estrenará
con el nombre Manantial de sueños. Los niños harán,
además, programas y cápsulas de radio, además
de funciones de sus obras. De acuerdo con la productora, “la
idea con las nuevas radionovelas es entregarlas en primaria, en
las casas de la UV, vincularse con los maestros como material didáctico
y en los Centros de Salud. Llegar a trasmitirlas no sólo
por Radio UV, sino por otras vías como Radio Teocelo, Radio
Perote y Radio Más, además de otras radios comunitarias
y educativas en el país”.
Para la productora, trabajar con niños en radio es una experiencia
fabulosa: “Hay poca confianza en que los niños pueden
decir las cosas, ellos van aprendiendo el modo y si se equivocan
es parte de su aprendizaje; en el momento en el que ellos entienden
que simplemente tienen que expresar lo que sienten, es más
fácil. Radio es aprender a escuchar qué es lo que
ellos piensan, con qué sueñan y tratar de ayudarlos
para que los puedan expresar”.
La labor de Betania, Julián, y recientemente Eloísa,
es posible gracias a la colaboración de Radio Universidad
y de la Dirección de Vinculación, a través
de una beca de coinversión para proyectos artísticos,
educativos y culturales por parte de CONACULTA, obtenida en noviembre
de
este año.
La creación de las Casas de la UV, espacios comunitarios
construidos ex profeso para albergar las acciones de los académicos
y estudiantes la universidad, se han constituido como espacios de
vinculación con la sociedad y el medio rural para reorientar
los procesos de enseñanza-aprendizaje, de investigación
y de distribución social del conocimiento.
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