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“Como
me ves, te verás”
Abuelitas Tremendas
en el Teatro La Caja
Gina Sotelo |
Debatiéndose
entre la ironía y la ternura, la esperanza y la desolación,
la decadencia y la grandeza humana, llegan al teatro dos grandes mujeres
representando sendas historias. Se trata de Guadalupe Balderas y Luz
María Ordiales, quienes protagonizan a las Abuelitas tremendas,
díptico que puede disfrutarse en el Teatro La Caja.
La primera parte es Las manchas de la luna del dramaturgo cordobés
Emilio Carballido. Con dirección de Dagoberto Guillaumín
y actuaciones de Guadalupe Balderas como la tremenda Sirena, y Freddy
Palomec en el papel del novel Leo.
Es ésta una oportunidad de conocer de cerca a una mujer que
ha dedicado su vida y su cuerpo al teatro en Veracruz. |

Guadalupe
Balderas y Luz María Ordiales
protagonizan Abuelitas tremendas,
díptico que puede disfrutarse en el Teatro La Caja.
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Sin falsos pudores y de manera abierta, la Sirena de cabellos encendidos
aparece como amazona derrotada; su dentadura es postiza al igual que
el color de sus mejillas. Su habitación, anteriormente llena
de lujo y esplendor, es ahora una deprimente caja sin color ni vida
que sólo alcanza a tener chispazos de resplandor al ser iluminados
por la presencia siempre amable de la Sirena.
Ay Sirena, Sirenita mía, canta la prostituta triste y se pregunta:
¿qué fue de ese cuerpo de María Victoria? Quizá
se fue diluyendo poco a poco en cada uno de los encuentros amatorios
que tras la soledad que arrastra el abandono viviste en esa cama con
cabecera de corazón. La Sirena es usada para bromas pesadas,
es visitada por aquellos que han perdido esa fuerza a la que llaman
virilidad.
“El amor se mancha y se gasta, pero hay que perder el físico
para tener cosas mejores”, dice la sabia Sirena al aprendiz
de amante que sale del cuarto desvirgado por una verdadera hembra
que tiene la delicadeza de agradecer el ‘estreno’, regalo
que sabe no se volverá a repetir.
Cocalina fue escrita por Yvan Bienvenue. La dirección es de
Boris Schoemann y actúa Luz María Ordiales. El monólogo
que va de menos a más lleva al espectador de la mano en una
especie de rueda de la fortuna: Luz María dicta el momento
exacto de sentir el clímax.
Aparece de entre la oscuridad con su maleta azul. Pareciera que lleva
cargando su vida y de repente comienza a cuestionarse y reprocharse
llena de vergüenza por sentirse aún mujer: “De viejo
se tienen las mismas necesidades que de joven”, y explica que
aunque con las manos artríticas ya no se puede hacer nada más
que marcar el teléfono, aunque la piel está ajada, aunque
se viva en la “casa de otros” –el asilo– el
deseo no se va.
Para la mujer de pelo blanco, si el ser mujer no es fácil,
el ser mujer y ser anciana es un reto de proporciones mayúsculas.
Y más aún cuando lo que se desea es sentir la carne
firme y fresca de un hombre entre las piernas y no un pepino embadurnado
de aceite de hígado de bacalao.
Pero ¿cómo hacer que el amor le llegue al asilo?, ¿cómo
hacer que alguien, aún no sintiendo placer, haga caso omiso
del olor a viejo y le ofrezca un pedazo de cielo adelantado? Es hora
de llamar al Mesías de las viejitas, al gran Plácido
con mirada de Bella Lugosi que alivie el ardor que siempre se siente
como si se tuvieran 20 años a perpetuidad.
Así, en escena, estas dos grandes mujeres muestran sus temores,
sus pensamientos más pícaros y desnudan su lado más
humano, llamando la atención de quienes son más jóvenes
y que en ocasiones llegan a olvidar que es en la tercera edad donde
se encuentra la verdadera plenitud de la vida.
A través de la Dirección de Divulgación Artística
y la Organización Teatral de la Universidad Veracruzana (ORTEUV),
se invita al público en general a la temporada de Abuelitas
Tremendas. Las funciones se llevarán a cabo los días
1, 2 y 9 de abril a las 19:30 horas en el teatro La Caja. |
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