Son las
12 del día. El calor de marzo apremia. Los estudiantes en
las aulas sudan a raudales. La primavera acaba de entrar y ya se
siente el ambiente espeso. El vapor que emerge del suelo se convierte
en una especie de película transparente que distorsiona la
visión, como si fuera un espejismo.
Pero ni el calor más intenso hace que la vida cambie en las
Facultades de la Universidad Veracruzana (UV). No se siente, todo
sigue igual. Las clases siguen su curso, el conocimiento debe ser
impartido. Sin embargo, durante los días 16, 22 y 23, 27
y 29 de marzo, en las Facultades de la Unidad de Ingeniería
y Ciencias Químicas, de Biología y Ciencias Agrícolas,
de Arquitectura y Teatro; el Centro de Idiomas y el Instituto de
Psicología, no fue un día más en la escuela.
A ellos llegó el sonido, el ritmo y el buen humor de una
veintena de músicos que con sus instrumentos: bajo, teclado,
trompetas, trombones y flautas, llevaron la algarabía a los
recintos universitarios citados.
Los ejecutantes se distinguen del resto de los universitarios; sus
camisas verdes con estampado morado llama la atención de
los jóvenes. Empiezan a afinar, a hacer pruebas de sonido,
el famoso “sísísí, unodos, unodos, probando”.
Las primeras notas empiezan a escucharse. Maestros y alumnos se
acercan poco a poco, unos con curiosidad, otros más divertidos,
pero nadie con indiferencia. |
“Sabor
y saber” es el programa que presentan. Como en botica hay
de todo y para todos, cabe aquí el bolero, el cha-cha-chá,
el danzón, el merengue y el delicioso guaguancó. Escuchamos
Si te contara de Félix Reyna; del dominio público
Los Marcianos, Rico vacilón y Toma chocolate de Silvio Contreras;
Mentira Salomé de Ignacio Piñeiro. Y el patio ya era
una gran fiesta.
Bailadores espontáneos se suman a la pista-patio. De manera
tímida al inicio y más “suelta” conforme
avanza la música, los futuros ingenieros cantan y disfrutan
Que le den Candela de Jorge Luis Piloto. No importa donde: en las
escaleras, los pasillos o las propias aulas, todo puede ser un gran
salón de fiestas. La segunda parte del programa la integraron
La Mucura de Antonio Fuentes, Consuélate, canción
popular, Linda mujer de José Luis Martínez Navarrete
y Amor, Amor, Amor de Gabriel Ruiz.
Es más de la una de la tarde. Si los estudiantes sudan, los
músicos lo hacen más. Pero el esfuerzo ha valido la
pena. Los aplausos y el grito a coro de «otra, otra, otra»
así lo demuestran. La pista está que arde..., bueno,
el patio en este caso.
Como dice la canción, el show debe continuar. Será
en otra Facultad muy pronto. Satisfechos (músicos, maestros
y estudiantes) vuelven a sus actividades cotidianas. Sin embargo,
dejaron en la pista y el escenario estrés y cansancio, y
por un momento hicieron de un día común de clases
una gran fiesta.
¡Muévanse
todos!
La gira Arte para Universitarios participó también
en la Facultad de Biología y Ciencias Agrícolas. Como
era de esperarse, la presentación fue también un suceso
que maestros y alumnos disfrutaron a raudales. El escenario: la
explanada principal de la Facultad.
Los futuros biólogos se dieron cita en la pista improvisada.
Entre ellos se encontraban Alan Bello Sánchez y Mariana Moreno
de segundo semestre de la carrera de Biología. Ellos destacan
que la Orquesta tiene un muy buen ritmo y por eso se sintieron “felices
de la vida” con su visita: “Nos gusta que vengan músicos
a nuestra Facultad porque es cultura general. Los maestros nos dieron
permiso de salir a bailar y, como evento cultural, no podemos dejarlo
pasar”.
Los jóvenes bailadores disfrutaron, por sobre otros temas,
Idilio, que es la que abre los conciertos. Oscar Cevallos Fernández
y Diana Ortiz también bailaron y dejaron por un momento el
tedio de los libros: “Es muy padre porque a veces sólo
clases te aburre y con música se alegra el ambiente. Nos
sirve la salsa como distracción y así nos desestresamos”.
A esta pareja le gustaría que se incluyera en estas giras
música de banda. Buena propuesta.
Citlali Aguilera y José Pascacio aprendieron a bailar en
las fiestas: “Con este solecito se antoja bailar un rato después
de estudiar. Es padre porque te sales de la rutina y la monotonía,
así regresas al salón con otro ánimo, dejas
las malas vibras”. A la pareja les encantaría que,
además de la salsa, llevaran a las Facultades algo de reggae
o incluso tango.
Historia
de la salsa
El mexicano en general y el veracruzano en particular lleva en su
sangre los ritmos caribeños. La interacción que tras
la conquista ha tenido con otras culturas le ha permitido enriquecer
la suya y “calentar” su ánimo.
Venida desde el África negra o de la Cuba ardiente, la música
ha llegado a nosotros traducida en intensos ritmos como el cha-cha-chá,
el danzón, el mambo y la guaracha.
La influencia que en el porteño tuvieron estos ritmos trascendió
a la forma de vestir, el arreglo personal, el modo de vivir, vaya,
en una palabra, al modo de ser.
En nuestro estado los seguidores de los ritmos afroantillanos se
han multiplicado como hongos bajo la lluvia desde épocas
inmemoriales. Se dice que el chuchumbé –pariente directo
de la rumba– navegó de la Habana a Veracruz desde inicios
del siglo XIX y que quien fue el encargado de extender el ritmo
entre los jarochos fue un negro vigoroso, quien además introdujo
el sacamandú, que –como era de esperarse– sumó
seguidores a diestra y siniestra, lo que provocó el escándalo
entre la inquisición y demás beatos de la Colonia.
En épocas más recientes se ha sumado a este delicioso
coctel de ritmos su majestad la “salsa”, cadencioso
estilo que surgió de los chispeantes barrios latinos de Nueva
York, principalmente los habitados por puertorriqueños y
cubanos como suma del pop, jazz, rock y rhythm & blues.
Salsa
universitaria
La Universidad Veracruzana (UV), haciendo gala de su carácter
universal, no podía ser ajeno a esta riquísima influencia
que tanto goce ha traído a miles de parejas y dolores de
cabeza a pudorosos padres, quienes veían en el baile la perdición
de sus cándidas hijas y una lasciva oportunidad para seducir
a la dama por parte de los “voraces” bailadores.
La Orquesta de Salsa de la UV fue fundada en 1979 por el maestro
Osvaldo Oliva como respuesta al arraigo que los ritmos afroantillanos
habían alcanzado en el país y en el estado. A la fecha
han tenido vela en todos los entierros. Mejor dicho, han sido el
ajonjolí de todos los moles, desde fiestas, graduaciones,
festivales y bailes populares no sólo en la capital, sino
en todas las regiones que integran la universidad tras su descentralización.
Las interpretaciones del grupo buscan apegarse a las versiones originales
de los grandes grupos salseros, y su repertorio incluye obras de
renombrados autores caribeños como Pedro Flores y Rafael
Hernández, de los llamados grandes de la salsa como Willy
Colón, Rubén Blades y Óscar de León,
así como melodías de autores y compositores regionales.
A la fecha han grabado dos discos. El primero forma parte de la
colección Música y Canto de la UV, y circula desde
1989; el segundo incluye música original y arreglos de Osvaldo
Oliva y Juan Barrera, integrantes del grupo, y que vio la luz en
1990. Actualmente la Orquesta es dirigida por el pianista y arreglista
José Luis Martínez Contreras.
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