Año 6 • No. 220 • Mayo 2 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Arte para universitarios, en su programa “Sabor y Saber”, despliega buena música en distintos recintos universitarios
Gira de candela y sabor de la Orquesta de Salsa de la UV en facultades

Gina Sotelo (Fotos: César Pisil)
La salsa es el pulso esencial de la música latina: Ed Morales

Son las 12 del día. El calor de marzo apremia. Los estudiantes en las aulas sudan a raudales. La primavera acaba de entrar y ya se siente el ambiente espeso. El vapor que emerge del suelo se convierte en una especie de película transparente que distorsiona la visión, como si fuera un espejismo.

Pero ni el calor más intenso hace que la vida cambie en las Facultades de la Universidad Veracruzana (UV). No se siente, todo sigue igual. Las clases siguen su curso, el conocimiento debe ser impartido. Sin embargo, durante los días 16, 22 y 23, 27 y 29 de marzo, en las Facultades de la Unidad de Ingeniería y Ciencias Químicas, de Biología y Ciencias Agrícolas, de Arquitectura y Teatro; el Centro de Idiomas y el Instituto de Psicología, no fue un día más en la escuela. A ellos llegó el sonido, el ritmo y el buen humor de una veintena de músicos que con sus instrumentos: bajo, teclado, trompetas, trombones y flautas, llevaron la algarabía a los recintos universitarios citados.

Los ejecutantes se distinguen del resto de los universitarios; sus camisas verdes con estampado morado llama la atención de los jóvenes. Empiezan a afinar, a hacer pruebas de sonido, el famoso “sísísí, unodos, unodos, probando”. Las primeras notas empiezan a escucharse. Maestros y alumnos se acercan poco a poco, unos con curiosidad, otros más divertidos, pero nadie con indiferencia.

Es una de las presentaciones de la gira Arte para universitarios, que en esta ocasión tiene como invitados especiales a los salseros, quienes a su vez tienen una decena de fechas programadas en un circuito amplio que incluye –además de distintas Facultades– algunos institutos de la UV. La consigna: llevar el arte a cada rincón del conocimiento.

“Sabor y saber” es el programa que presentan. Como en botica hay de todo y para todos, cabe aquí el bolero, el cha-cha-chá, el danzón, el merengue y el delicioso guaguancó. Escuchamos Si te contara de Félix Reyna; del dominio público Los Marcianos, Rico vacilón y Toma chocolate de Silvio Contreras; Mentira Salomé de Ignacio Piñeiro. Y el patio ya era una gran fiesta.

Bailadores espontáneos se suman a la pista-patio. De manera tímida al inicio y más “suelta” conforme avanza la música, los futuros ingenieros cantan y disfrutan Que le den Candela de Jorge Luis Piloto. No importa donde: en las escaleras, los pasillos o las propias aulas, todo puede ser un gran salón de fiestas. La segunda parte del programa la integraron La Mucura de Antonio Fuentes, Consuélate, canción popular, Linda mujer de José Luis Martínez Navarrete y Amor, Amor, Amor de Gabriel Ruiz.

Es más de la una de la tarde. Si los estudiantes sudan, los músicos lo hacen más. Pero el esfuerzo ha valido la pena. Los aplausos y el grito a coro de «otra, otra, otra» así lo demuestran. La pista está que arde..., bueno, el patio en este caso.

Como dice la canción, el show debe continuar. Será en otra Facultad muy pronto. Satisfechos (músicos, maestros y estudiantes) vuelven a sus actividades cotidianas. Sin embargo, dejaron en la pista y el escenario estrés y cansancio, y por un momento hicieron de un día común de clases una gran fiesta.

¡Muévanse todos!
La gira Arte para Universitarios participó también en la Facultad de Biología y Ciencias Agrícolas. Como era de esperarse, la presentación fue también un suceso que maestros y alumnos disfrutaron a raudales. El escenario: la explanada principal de la Facultad.

Los futuros biólogos se dieron cita en la pista improvisada. Entre ellos se encontraban Alan Bello Sánchez y Mariana Moreno de segundo semestre de la carrera de Biología. Ellos destacan que la Orquesta tiene un muy buen ritmo y por eso se sintieron “felices de la vida” con su visita: “Nos gusta que vengan músicos a nuestra Facultad porque es cultura general. Los maestros nos dieron permiso de salir a bailar y, como evento cultural, no podemos dejarlo pasar”.

Los jóvenes bailadores disfrutaron, por sobre otros temas, Idilio, que es la que abre los conciertos. Oscar Cevallos Fernández y Diana Ortiz también bailaron y dejaron por un momento el tedio de los libros: “Es muy padre porque a veces sólo clases te aburre y con música se alegra el ambiente. Nos sirve la salsa como distracción y así nos desestresamos”. A esta pareja le gustaría que se incluyera en estas giras música de banda. Buena propuesta.

Citlali Aguilera y José Pascacio aprendieron a bailar en las fiestas: “Con este solecito se antoja bailar un rato después de estudiar. Es padre porque te sales de la rutina y la monotonía, así regresas al salón con otro ánimo, dejas las malas vibras”. A la pareja les encantaría que, además de la salsa, llevaran a las Facultades algo de reggae o incluso tango.

Historia de la salsa
El mexicano en general y el veracruzano en particular lleva en su sangre los ritmos caribeños. La interacción que tras la conquista ha tenido con otras culturas le ha permitido enriquecer la suya y “calentar” su ánimo.

Venida desde el África negra o de la Cuba ardiente, la música ha llegado a nosotros traducida en intensos ritmos como el cha-cha-chá, el danzón, el mambo y la guaracha.

La influencia que en el porteño tuvieron estos ritmos trascendió a la forma de vestir, el arreglo personal, el modo de vivir, vaya, en una palabra, al modo de ser.

En nuestro estado los seguidores de los ritmos afroantillanos se han multiplicado como hongos bajo la lluvia desde épocas inmemoriales. Se dice que el chuchumbé –pariente directo de la rumba– navegó de la Habana a Veracruz desde inicios del siglo XIX y que quien fue el encargado de extender el ritmo entre los jarochos fue un negro vigoroso, quien además introdujo el sacamandú, que –como era de esperarse– sumó seguidores a diestra y siniestra, lo que provocó el escándalo entre la inquisición y demás beatos de la Colonia.

En épocas más recientes se ha sumado a este delicioso coctel de ritmos su majestad la “salsa”, cadencioso estilo que surgió de los chispeantes barrios latinos de Nueva York, principalmente los habitados por puertorriqueños y cubanos como suma del pop, jazz, rock y rhythm & blues.

Salsa universitaria
La Universidad Veracruzana (UV), haciendo gala de su carácter universal, no podía ser ajeno a esta riquísima influencia que tanto goce ha traído a miles de parejas y dolores de cabeza a pudorosos padres, quienes veían en el baile la perdición de sus cándidas hijas y una lasciva oportunidad para seducir a la dama por parte de los “voraces” bailadores.

La Orquesta de Salsa de la UV fue fundada en 1979 por el maestro Osvaldo Oliva como respuesta al arraigo que los ritmos afroantillanos habían alcanzado en el país y en el estado. A la fecha han tenido vela en todos los entierros. Mejor dicho, han sido el ajonjolí de todos los moles, desde fiestas, graduaciones, festivales y bailes populares no sólo en la capital, sino en todas las regiones que integran la universidad tras su descentralización.

Las interpretaciones del grupo buscan apegarse a las versiones originales de los grandes grupos salseros, y su repertorio incluye obras de renombrados autores caribeños como Pedro Flores y Rafael Hernández, de los llamados grandes de la salsa como Willy Colón, Rubén Blades y Óscar de León, así como melodías de autores y compositores regionales.

A la fecha han grabado dos discos. El primero forma parte de la colección Música y Canto de la UV, y circula desde 1989; el segundo incluye música original y arreglos de Osvaldo Oliva y Juan Barrera, integrantes del grupo, y que vio la luz en 1990. Actualmente la Orquesta es dirigida por el pianista y arreglista José Luis Martínez Contreras.