Luego
de que Veracruz ocupara los últimos lugares de la lista de
estados mexicanos que envía fuerza laboral a Estados Unidos,
ahora es el quinto estado de la República que más
inmigrantes arroja al país vecino. De acuerdo con investigaciones,
en el 2000, los municipios que tuvieron una participación
migratoria muy alta fueron Landero y Coss y Yanga, seguidos de Carrillo
Puerto, Yecuatla y Cuitlahuac.
Durante la conferencia “Comunidades latinas en Georgia”,
organizada por la Escuela de Estudiantes Extranjeros (EEE) de la
Universidad Veracruzana (UV), Patricia Zamudio Grave del CIESAS-Golfo,
indicó que en los últimos tres municipios la migración
se debió, principalmente, al desplome del precio del café,
así como la crisis financiera que azota al país en
mayor medida desde el nuevo milenio.
Para aclarar la afirmación de que la inmigración puede
construir ciudadanías, Patricia Zamudio dio a conocer un
estudio comparativo que refleja el grado y los efectos de inmigración
en las comunidades Monte Blanco y Llano Grande, del municipio de
Teocelo.
En la primera comunidad comenzó la migración regional
a partir de 1940 y duró hasta 1960; es a partir de 1969 cuando
comienzan a irse a Estados Unidos. Para ese año en Llano
apenas comenzaba la migración regional, por lo que la internacional
comenzó en 1990.
En ambas entidades se dio una expansión que abarcó
los estados de Georgia, Carolina del Sur y California.
Del 2000 al 2005, expuso la ponente, la población, principalmente
femenina, encontró un espacio en su propio país para
trabajar. Por ejemplo, de Llano Grande las mujeres de 15 a 30 años
fueron a realizar labores domésticas al municipio de San
Pedro Garza García, Monterrey. De tal forma que el 64 por
ciento de la población permaneció en la comunidad,
el 20 por ciento, en su mayoría varones, viajaron a Estados
Unidos y el restante a Monterrey.
Por este fenómeno las familias han tenido que redistribuir
o reestructurar los roles de cada miembro. Además, dijo,
se crea una situación especial en la comunidad porque los
inmigrantes se organizan desde el país vecino para hacer
adquisiciones que ayudan o afectan a los pobladores de la comunidad,
por lo que aseveró que la migración sí puede
construir ciudadanía.
A pregunta expresa de los asistentes al salón Azul de Humanidades,
Patricia Zamudio opinó que la frontera de Estados Unidos
con México no debe ser militarizada porque esa acción
no dará respuesta a los miles de latinos que cruzan cotidianamente.
Para finalizar su participación señaló que
“la respuesta del gobierno mexicano (ante las políticas
migratorias de Estados Unidos) ha sido muy tibia”.
Georgia,
refugio inmigrante
Para hablar de la contraparte estadounidense, Debra Sabia, académica
de la Escuela para Estudiantes Extranjeros, dio un panorama general
de la situación inmigrante en Georgia. Así, entre
los problemas que ha mostrado la comunidad hispana en aquel estado
es el incremento de embarazos de mujeres menores de 20 años.
La cifra llega a ser tres de cada cinco mujeres.
También tiene necesidades como vivienda, transporte, aprendizaje
del idioma y leyes que detengan la discriminación, pues en
Georgia, por citar un ejemplo, no pueden conducir sin documentación
de residencia, no reciben un salario justo por su trabajo, los caseros
les cobran rentas más elevadas, y cuando son victimados tienen
miedo a hacer denuncias.
A pesar de esta situación, la comunidad hispana hace grandes
aportaciones a ambas naciones. En 1990 los latinos enviaban un billón
de dólares a México, pero el crecimiento ha sido tal
que en el 2005 enviaron 11 billones de dólares. En el 2002
se contaban más de dos mil negocios abiertos por hispanos.
Este crecimiento ha estado acompañado de la creación
de empleos y el ingreso por concepto de impuestos. En cuestión
política-electoral ya hay una asociación para reforzar
el voto, incluso en Georgia hay tres electos de origen hispano.
Antes de concluir, Debra Sabia comunicó que un estudio reflejó
que el 75 por ciento de la población encuestada considera
que los hispanoamericanos no quitan empleos a los estadounidenses,
mientras que el 25 restante cree lo contrario. Un dato adicional
de dicho estudio es que cuando la población hispana alcance
el 13 por ciento total de la población en Georgia habrá
conflictos de todo tipo. Hasta este 2006 la población alcanza
el siete por ciento.
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