Año 6 • No. 223 • mayo 22 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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Según alumnos de la UV, en Encuentro de Filosofía, en Chihuahua
Ser crítico no impide ser emotivo, pero excederse en emociones ha sido trágico
Dunia Salas Rivera


Enrique Palmeros y Violeta Chávez, de la UV,
hablaron de valores y humanismo en el
XIII Encuentro de Estudiantes de Filosofía, en Chihuahua.
Violeta Alejandra Chávez Palmeros y Enrique Palmeros Montúfar, estudiantes de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana (UV), participaron en el XXIII Encuentro de Estudiantes y Pasantes de esta disciplina “Filosofía desde las Fronteras”, que reunió a más de 15 instituciones de nivel superior y a alrededor de 150 alumnos en la Universidad Autónoma de Chihuahua, del 8 al 13 de mayo, donde abordaron temas como ética, libertad, valores, género e identidad.

Como desde hace 23 años, la Coordinadora Nacional de Estudiantes y Pasantes de Filosofía (CONEFI) promueve una imagen digna de la profesión filosófica y su inclusión directa en el contexto social. A partir de este presupuesto, el encuentro de este año revistió una doble importancia por la condición fronteriza, el racismo y las situaciones sociales que particularmente le toca vivir a Chihuahua como frontera, tal es el caso de la noción de género, porque como afirma la joven universitaria, “se ha vuelto como muy natural que en esa ciudad se pierda una mujer”.

Respecto a la propuesta que Enrique planteó en su ponencia, dijo que se trata de que sí hay una esperanza acerca de lo humano, es decir, que sí es posible construir lo humano y vivirlo: “La condición de la ética actualmente es muy oscura; por una parte, la razón misma ha demostrado ya varias veces que el seguimiento de la razón pura no nos puede garantizar la felicidad, y por eso recurrimos a la emotividad, no sólo porque la razón no lo logre, sino porque es inevitable vivir con las dos”.

Enrique, quien participó en la mesa Ética: La búsqueda de nuevos valores con la ponencia “Indagación para una teoría de la recepción de la filosofía”, considera que necesitamos un pensamiento crítico para actuar éticamente porque, dijo, no puede haber una ética sin un pensamiento filosófico mínimo: “El ser crítico no está peleado con la emotividad. Es posible pensar y no tener miedo de ser infeliz”.

Por su parte, Violeta Chávez plantea un supuesto con algunos tintes antagónicos a la propuesta de Enrique. Y es que para esta joven, la emotividad ha servido en determinados momentos históricos para que algunos personajes apelaran a las características más lúgubres y aborrecibles del ser humano, las del infrahombre, “aquel ser humano que está calando socialmente, esa persona que se adhiere a movimientos fascistas. Un ejemplo contundente fue la población civil alemana durante la época del nazismo, que un día estaba en casa, con su familia y al siguiente, sin mayor problema, metían prisioneros a los campos de concentración, mataban gente y en su tiempo libre estaban jugando futbol”.

En su ponencia “Lo humano que nos es ajeno”, la estudiante de Filosofía abordó el problema de la noción de humanidad como un intento de alcanzar, en términos filosóficos, al superhombre, lo que ha dejado a un lado advertir el papel que ha jugado el infrahombre.

Así, Violeta considera que debemos preguntarnos si este esfuerzo de la humanidad por alcanzar al superhombre, la afirmación de la voluntad, las grandes expectativas, no nos ha sido ajeno, porque “por más que las acciones hitlerianas o estalinistas contengan argumentos racionales y odios fundamentados que no dan cabida a contra argumentos, por más que así ha funcionado en la historia, el resultado no ha surtido efecto”.

La coordinadora general de la CONEFI aseguró que como mundo occidental nos estamos dejando guiar por la emotividad. “Si no es así, no me explico cómo una persona se adhiere a un movimiento a partir de las razones que, por ejemplo, Stalin imponía para tener un gulab. Me parece que esas razones que él daba no son razones, sino que más bien apelaba a la emotividad porque ésta funciona discursivamente”.

Agregó que se habría de poner en duda qué tanto los sistemas educativo, gubernamental y económico nos han hecho creer a cada uno de nosotros, como personas individuales, que no podemos hacer nada, que por más que nos esforcemos no vamos a lograr nada: “No porque los gringos invadan Irak y tengan presos políticos en la misma situación infrahumana en la que mantuvieron los nazis a los judíos y a los opositores del sistema comunista en Rusia, yo puedo dejar de desear que suceda lo contrario. En este sentido tenemos que ser humanistas”.