Año 6 • No. 224 • Mayo 29 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Alma Espinosa
(Fotos: Luis Fernando Fernández)
La reforestación del Pico de Orizaba y el Cofre de Perote propició la creación del Instituto de Genética Forestal
En la década de los ochenta del siglo XX fue evidente que Veracruz
estaba sufriendo una escasez de sus recursos arbóreos, principalmente en la región del Cofre de Perote y el Pico de Orizaba, dos sitios que más allá de caracterizar al estado resguardan en sus entrañas una multitud de especies animales y vegetales.

Ante esta situación, el gobierno del estado instó a la Universidad Veracruzana (UV) para que ofreciera vías de solución. Sin embargo, la situación requería un programa intenso de reforestación de la montaña y el volcán para lo que se necesitaba una gran cantidad de semillas.

La poca disponibilidad de semillas fue un problema, y es que no todos los árboles producen semillas anualmente. Aunado a esto, cuando existe una amplia producción de semilla se debe seleccionar y cosechar, así como seguir toda una serie de procedimientos requeridos para almacenarla.

En ese momento nuestra casa de estudios no contaba con los recursos humanos y materiales para satisfacer por sí misma estas necesidades, por lo que buscó la colaboración de una instancia similar que tuviera la experiencia, como lo fue la Universidad Autónoma de Chapingo. Ambas universidades, junto con el CONACYT y los industriales de la madera, llegaron al acuerdo de formar una asociación civil encaminada a la investigación.

Además, el gobierno estatal, la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) echaron andar un programa encaminado a la construcción de un Banco de Germoplasma Forestal que quedó instalado en el sitio de Los Molinos, a las afueras de la capital del estado.

El Banco es un espacio físico de aproximadamente cuatro mil metros cuadrados, en los que se planeó la construcción de laboratorios, aulas de enseñanza, una casa de invitados y un frigorífico. Fue justamente éste último el de mayor importancia, pues tiene una capacidad de almacenamiento de aproximadamente 50 metros cúbicos, en los que se puede almacenar 30 toneladas de semilla.

Para dar una idea de la trascendencia de esta cantidad, podemos decir que un kilo de semilla contiene alrededor de 80 mil unidades. Si de estas 80 mil semillas se dan 80 mil plántulas servirán para, más o menos, 40 hectáreas. Esto es, si se dan las condiciones óptimas y se logra un éxito rotundo en la germinación de todas las semillas, por un kilo de semillas se logra reforestar 40 hectáreas. De ahí la trascendencia de este trabajo.
Clona UV la especie pinus jaliscana,
en peligro de extinción

Uno de los triunfos más recientes que ha tenido el Instituto de Genética Forestal es lograr la primera reproducción de la especie endémica y en peligro de extinción pinus jaliscana, como producto de la clonación. Hasta el momento, el Instituto es el único en el país que ha logrado la reproducción de esta especie bajo tales condiciones.

El proyecto de clonación comenzó hace dos años bajo la batuta de Armando Aparicio Rentería, quien informó que hasta el momento ha logrado clonar 200 plantas que no han reunido las condiciones necesarias para salir del vivero y ocupar un lugar en la tarea de reforestación, por la misma situación no ha podido comprobar su posibilidad de supervivencia en condiciones naturales, pero las próximas líneas del proyecto van encaminadas a ese rumbo. Es prudente especificar que el proceso de clonación tiene un costo similar al de selección y plantación de semillas.
Ante la alarmante pérdida de miles de hectáreas de bosques y selvas, es perentorio hacer un esfuerzo para detener este proceso que, más allá de robarle la fuente de inspiración y dedicación a miles de artistas, nos está reduciendo la posibilidad de seguir viviendo a los casi siete mil millones de habitantes que poblamos este plantea y qué decir de las próximas generaciones.
Cada árbol caído afecta en pequeña o gran medida alguna pieza de este gran engranaje que llamamos naturaleza, cuya sabiduría es muy difícil poner en duda. No obstante, cada día la ponemos a prueba al crear nuevos focos contaminantes y restándole medios para poder subsistir.

De esta manera, la Universidad Veracruzana, a través del Instituto de Genética Forestal, desde hace poco más dos décadas desarrolla investigación básica y aplicada en genética y mejoramiento genético forestal; es decir, estudia y mejora cada especie para que tenga mayores posibilidades de crecer y reproducirse.

También ostenta los objetivos de promover la investigación, extensión, capacitación y asesoría en genética forestal y ciencias afines, así como promover el intercambio científico y técnico en el ámbito nacional para contribuir en el desarrollo de este campo en México, pero principalmente en el estado de Veracruz.

Para alcanzar sus metas, el Instituto opera un programa de mejoramiento genético con los siguientes proyectos de investigación: conservación y manejo de germoplasma; producción de semilla mejorada; propagación, viveros y plantaciones; biotecnología; y variación natural y biosistemática.
Se tiene la mayor colección de pruebas genéticas
De acuerdo con lo informado por el director del Instituto de Genética Forestal, Juan Alba Landa, otrora el proyecto fue fructífero, empero el apoyo del gobierno no fue siempre el mismo, por lo que la producción fue limitada. Sin embargo, los investigadores adscritos a esta dependencia siguen desarrollando programas para el mejoramiento genético y forestal, manejo de germoplasma y variación forestal, mediante la generación de conocimientos y formación de recursos humanos.

Juan Alba Landa, aseguró que la mayor parte de la población no sabe para qué conservar las especies.

Gracias al trabajo inconmensurable se ha logrado tener la mayor colección de pruebas genéticas que existe en México. “Esto ha traído como resultado, precisó, que este grupo de trabajo sea un referente en el país sino de otros países preocupados por la forestación”, a esto le agregamos que lo es también por la maestría que ofrece en Ecología forestal y la publicación semestral, Foresta Veracruzana.

Hasta el momento la producción en materia de investigación ha sido de alrededor de cien artículos científicos publicados en revistas con arbitraje. Con los trabajos de investigación que se han desarrollado en el Instituto, se han titulado casi 40 maestros en Ciencias, 15 jóvenes de licenciaturas afines y están por titularse seis doctores.
Una buena parte de los estudiosos forestales que existen en México utilizan referencias logradas a partir de los programas de investigación que se iniciaron en la Universidad Veracruzana con el banco de germoplasma. Cabe anotar que este banco dio pie al Centro de Genética Forestal, hoy es el Instituto como lo conocemos, gracias al fortalecimiento de sus líneas de investigación.
Especies
Actualmente el banco no almacena una gran cantidad de semillas, sino que ahora se resguarda germoplasma experimental, que sirve para la multiplicación de árboles. Este germoplasma no es producto de una cosecha en el campo, sino de una selección y cruzas para mejorar sus genes.

En las últimas dos décadas las especies de pinos que se han estudiado en el Instituto son: patula, eldarica, oocarpa, cembroides, ayacahuite, pseudostrobus, caribaea, oaxacana, teocote, jaliscana, maximinoi y hartwegii. Además de los pinos, se trabaja con árboles de liquidambar, cedro y caoba.

Estas especies son apenas una pequeña parte de las casi dos mil especies que tiene México. Según el director, en estos 20 años un grupo de por lo menos cuatro investigadores ha realizado el enorme esfuerzo de conocer esta flora arbórea, y decimos enorme porque es evidente que continúa la falta de recursos humanos capacitados para ayudar a regresar la vida a nuestro planeta.

Si bien el Instituto parte de las estructuras básicas que son las semillas, actualmente se hacen estudios para mejorar las especies de forma genética, incluso trabajan con propábulos para lograr la multiplicación clonal. Pero lo que más preocupa a este centro es generar conocimientos que permitan proporcionar una aproximación real de cómo se utiliza y conserva una especie.

“Muchos decimos que debemos conservar los recursos, pero puedo asegurar que el 90 por ciento no sabemos qué conservar ni para qué hacerlo por más ecologistas que seamos. Necesitamos conocer realmente toda la estructura biótica y abiótica de las especies y poblaciones para que podamos usar un producto que pueda satisfacer una necesidad sin generar desperdicios que impacten el bosque natural”, asintió.

De la misma manera se debe saber qué conservar para que sea diverso dentro de una misma población y pueda asegurar retrocruzas, que al mismo tiempo establezca una heterogeneidad que le dé fuerza evolutiva a esta población y sea capaz de adaptarse a los nuevos tiempos. Estos nuevos tiempos son los que estamos generando con el humos de nuestros automóviles, el uso de aerosoles y demás contaminantes que transforman el ambiente.