Año 6 • No. 224 • Mayo 29 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Tercer Encuentro Xalapeño de Física
Relativismo y posmodernismo causaron divorcio entre ciencia y humanidades
Juan Carlos Plata
En muchos años no se ha encontrado un punto medio entre ambas, aseguró el investigador de la UV, Raúl Hernández Montoya

Corrientes humanísticas como el relativismo y el posmodernismo han generado, desde hace muchos años, el divorcio entre las disciplinas humanísticas y las ciencias, aseguró Raúl Hernández Montoya, catedrático de la Facultad de Física e Inteligencia Artificial de la Universidad Veracruzana (UV), durante su participación en el Tercer Encuentro Xalapeño de Física.
“P.C. Snow escribió que ‘las humanidades, hablando en términos generales, han tenido una evolución que las ha tornado anticientíficas –sobre todo la Filosofía, la Sociología y los Estudios Literarios–, y poco rigurosas’, lo cual, en estos tiempos, resulta ser muy cierto”, aseguró el investigador.
Hernández Montoya señaló que postulados como el del relativismo, de que no existe una verdad objetiva; o el del ordinarismo, que sostiene que “en la ciencia no hay nada de especial”, han ahondado las diferencias entre los especialistas de estas dos ramas del conocimiento.
Incluso citó a importantes pensadores como Hebert Marcuse y Jürgen Habermas que afirmaban que “la ciencia y la tecnología tienen un contenido ideológico y hasta la ideología del capitalismo contemporáneo”. O el libro Ciencia contra humanismo: un desacuerdo imprescindible, de Bryan Appleyard, que según reseñas “plantea la necesidad urgente de encontrar una forma de defender lo humano contra el monstruo en que amenaza convertirse la ciencia”.
Uno de los más famosos diferendos entre los científicos y los humanistas es el llamado “affaire Sokal”, suscitado cuando el físico investigador de la Universidad de Nueva York, Alan D. Sokal, publicó un artículo titulado “Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica” en la revista Social text, que realmente era una serie de disparates sin ilación ni significado, sazonados con citas de algunos destacados exponentes del posmodernismo, y manteniendo un tono de “alta reflexión filosófica” sobre un tema en realidad indeterminado. Y después explicó en otra revista –Lingua franca–, que todo había sido una tomadura de pelo.