Año 6 • No. 206 • mayo 15 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Necesario, que gobierno e instituciones públicas valoren el trabajo del historiador
Dunia Salas Rivera
Para que el gobierno y nuestras instituciones públicas valoren nuestra tarea y utilizar la Historia en beneficio de la sociedad, tendríamos que acercarnos a ellos, llevarles propuestas sin buscar un fin puramente económico o de explotación de los recursos, expresó Miguel Hervés, egresado de la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana (UV).

Durante su participación en la mesa redonda ¡¿Qué diablos hago aquí?! Perspectivas y proyecciones de y para los futuros historiadores, realizada en el marco del VII Encuentro de Estudiantes de Historia del Altiplano Central, los jóvenes asistentes al evento polemizaron en torno a la problemática a la cual se enfrentan miles de estudiantes no sólo de esta carrera sino de muchas otras, que no saben en qué campo podrán aplicar sus conocimientos al egresar de la universidad.

“El futuro para muchos se desconoce, pero no quiere decir que no se tengan ciertas nociones de lo que se quiere hacer. La pregunta ‘¿Qué diablos hago aquí?’ para nosotros es universal, porque el historiador no sólo piensa para sí mismo, sino también para los demás y hacia el mundo que le rodea”, coincidieron.

Para Hervés, el problema es tanto institucional como individual: “La función del historiador debería ser comprender y ayudar a comprender a los demás. Nosotros nos encargamos de explicar la historia y muchas veces no sabemos cómo hacerlo, a pesar de que estudiamos Historia. En este aspecto la problemática se vuelve individual”.

En cuanto al aspecto institucional, dijo que los gobiernos buscan que los intelectuales tengan su misma línea ideológica y, en muchos casos, una totalmente distante para que una o desuna a la sociedad: “Así ha pasado con la iglesia, que mantuvo la paz y da sustento económico a algunas personas, pero la gran minoría no tiene acceso a esos recursos”.

El tratamiento de la historia es algo que puede unir al mundo pero que también lo puede desunir: “Quizás, lo que podríamos hacer es trabajar hacia una misma línea, como se ha hecho en los países escandinavos, afrontar todas las problemáticas que hay y trabajar en conjunto”.

Otro de los temas que abrieron el diálogo entre los jóvenes fue el de la recompensa económica por realizar su trabajo. Algunos insistieron en que quien estudia esta carrera no debe esperar acumular una riqueza. Otros expusieron que sí se debe buscar que el trabajo del historiador sea bien pagado: “El que paguen bien por lo que uno hace no está peleado con que se haga bien el trabajo. El doctor Jesús Turiso Sebastián, catedrático de Filosofía en la UV, me decía: ‘Valora tu trabajo. Si te piden una investigación y te la van a pagar cóbrala porque es un trabajo válido. Mientras no se plagie o no se haga mal uso de ella la debes cobrar”.

Sin embargo, aclaró que no se debe perseguir ese fin: “Es necesario que haya congruencia, que si se hace un buen trabajo histórico se pague, aunque no se gane mucho dinero. Que se valore y me den una crítica que sirva para crecer es el mayor valor que le doy a esto. Es cierto que estamos bajo un modelo económico que nos impone que sin el dinero no podemos vivir. Y estoy de acuerdo en que se pague por hacer historia, pero no es excluyente hacer un buen trabajo y por ello, tener una buena recompensa”.

El historiador convocó a seguir apoyando la historia y a tratar de ser universales: “Hay que romper los modelos que tenemos y no establecer más fronteras porque estamos creando nacionalismos. Está bien defender y conservar la región, lo prehispánico, el que tengamos una parte de españoles, de europeos y de asiáticos, pero no cerrarse a que eso sea lo único que se va valorar”.

Hervés Hervés reconoció que es riesgoso no saber cómo ocupar la historia, ya que en mucho se pierde la esencia porque no se tienen los medios inmediatos para poder juzgar a las personas que vivieron en un determinado momento.

“Tenemos pruebas y podemos hacer análisis y aproximarnos a los hechos. Pero como todo es historia y todos movemos la historia es peligroso transformarla, como todas las transformaciones: algunas proporcionan beneficios y otras perjuicios, pero es un riesgo que se debe correr y si uno busca trabajar con congruencia hay que estar abiertos a todas la opiniones: la de un periodista, un literato o un pescador. El historiador es el único que la puede analizar con otras herramientas, pero no es el único que puede hacerla historia”.