Año 6 • No. 228 • Junio 26 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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José M. Barajas o el eterno retorno al Renacimiento
Estudiante de UV, finalista en
concurso literario de la Embajada de Francia
Dunia Salas Rivera
Así comienza el cuento “La goutte” con el cual José Miguel Barajas fue finalista en el concurso de cuento escrito en francés, convocado por la Embajada de Francia en México: “Dans ce récit tout se passe très discrètement au départ, une nuit de mars. Les fenêtres de la chambre, ouvertes à cause de la chaleur, permettent que la lune revête le drap d’une fluorescence cosmique. Elle ne peut pas dormir. Pour Marianne c’est normal que passé minuit, le sommeil ne soit pas encore réveillé pour la posséder. Ainsi en est-il quand la journée s’écoule, plate en excès, trop ennuyante, sans aucun goût, prolongeant alors la veille et amplifiant le risque d’intrusions dans sa pensée : le boulot et ses heures vides, les sandales irrésolues, violettes ou vertes, le canapé-lit beige convoité, Joao Mau-Tempo et l’Alentejo. Mais pourquoi Saramago avait-il préféré une Faustina à une Marianne?...”.

En español, el texto se leería más o menos así: “En esta narración todo pasa muy discretamente al principio, una noche de marzo. Las ventanas de la recámara, abiertas a causa del calor, permiten que la luna revista las cortinas de una fluorescencia cósmica. Ella no puede dormir. Para Marianne es normal que llegue la medianoche y que el sueño no se despierte aún para poseerla. Es entonces cuando el día se escurre, soso en exceso, demasiado aburrido, sin ningún gusto, prolongando entonces la vigilia y amplificando el riesgo de intromisiones en su pensamiento: el trabajo y sus horas vacías, las sandalias irresueltas, violetas o verdes, el diván beige codiciado, Joao Mau-Tempo y Alentejo. Pero ¿por qué Saramago prefirió a una Faustina que a una Marianne?...”.

José Miguel Barajas García, finalista en el concurso de cuento escrito en francés, convocado por la Embajada de Francia en México.

La concepción ideal y realista del arte y su relación con la ciencia, el atrevimiento, el talento y la versatilidad del estudiante de sexto semestre en la Facultad de Idiomas y cuarto en la de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana (UV) rememoran la marcada conciencia histórica individual que caracterizó al artista del renacimiento –atraído por el saber y que tomó conciencia de su ser con valor y personalidad propios.

Tal y como en el Renacimiento, José Miguel buscó en las matemáticas la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza: “Desde niño fui muy bueno para las matemáticas porque me gustaban mucho los números; a los 16 años comencé a escribir pequeños cuentos, historias, cosas que se me venían a la mente”.


Cuando estaba más grande se enteró que en Francia había una licenciatura en Matemáticas aplicadas a las Ciencias Humanas, y como para el universitario esta relación fundamentaba su pensar y sentir, decidió que Francia sería el país donde podría concretar su aspiración.
“El cuento El Principito habla de un astrónomo turco que por no vestirse como los europeos nadie le hacía caso; esto me dio la pauta para pensar que si quiero transmitir algo, para que sea serio lo tengo que hacer mediante los números, por eso quería aprender más de ellos. Luego me enteré de que en Francia no había esa licenciatura, pero de todos modos me quedé allá, donde estuve viviendo seis meses. Quería estar más tiempo para estudiar filosofía, pero no pude hacerlo y por eso regresé a Xalapa, a estudiar Lengua Francesa en la UV”, platicó.

El joven originario de San Andrés Tuxtla comenzó su carrera literaria leyendo filosofía, copiando algunos estilos y escribiendo sus reflexiones, a las que llamó aformismos: “Antes de entrar a la Facultad de Letras me di cuenta de que la UV convocaba a un concurso sobre la distribución social del conocimiento en el cual participé en las tres categorías: cuento, ensayo y poesía, para evaluar mi nivel de escritura”. Y así, sin preparación formal de ningún tipo, en los dos primeros quedó como finalista. Ya en la carrera desarrolló más su escritura a partir de talleres que hacían los estudiantes con maestros de la Facultad, intentando crear personajes e historias.

A los 19 años, cuando estudiaba Psicología en la UV, se fue de intercambio a Francia, como asistente de maestro de español, pero por dificultades económicas tuvo que regresar a México. Convencido de que tenía que profundizar sus conocimientos sobre ese país europeo, dejó aquella carrera y entró a la Facultad de Idiomas: “Cuando se celebró el Campeonato Mundial de Futbol en 1998 fue un momento clave en mi vida porque me di cuenta de lo que quería hacer: descubrí a Francia, y me sentí atraído hacia ese país”.

A Barajas García le gusta escribir poesía en francés, pero “La goutte” primero lo escribió en español y después, con el apoyo de su maestro Benoit Longerstay, lo tradujo. Respecto a su gusto por la escritura dijo que es una necesidad de comunicar lo que ha vivido: “Trato primero de disfrazarlo y merodear y, aunque no me lo he podido explicar, podría ser que mediante lo que escribo pueda buscar ayuda o ayudar a alguien. Sé que lo que escribo en este momento no es tan reconocido, pero por lo menos es algo que a mí me sirve”.