Una
novedosa alternativa para restablecer la salud de los ecosistemas,
luego de un derrame de petróleo o hidrocarburos, es la que
desarrolla actualmente el Área de Investigaciones en Microbiología
del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB) de la Universidad
Veracruzana (UV), aprovechando la biorremediación bacteriana.
Se trata de las bacterias hidrocarbonoclásticas o degradadoras
de hidrocarburos. Estos microorganismos, pertenecientes a distintas
especies (aeromonas, seudomonas, Escherichia coli), poseen una característica
común: son capaces de descomponer las cadenas de los hidrocarburos
(formadas por carbono e hidrógeno) para formar agua y dióxido
de carbono en un proceso bioquímico conocido como mineralización.
A decir del encargado de la investigación, Augusto Hernández
Rivera, el problema de los derrames de hidrocarburos no es nuevo,
“aunque sí hemos visto un aumento de casos en los últimos
años”. Estos accidentes, ocurridos durante la extracción,
el transporte o la transformación del crudo, tienen efectos
desastrosos en los ecosistemas y con regularidad afectan a mares y
ríos, sean causados por errores humanos o naturales.
“Al derramarse, el petróleo forma una capa impermeable
sobre el agua que impide el paso de la luz, afectando al plancton,
a las algas y a las cadenas alimenticias, provocando una afectación
de ecosistema, que a su vez perjudica al humano al desaparecer los
seres de los cuales se alimenta él y otras especies de importancia
económica”, explicó el experto. Método
biorremediante
Aunque menos rápido que otras soluciones empleadas para remediar
los daños por derrames de hidrocarburos, Hernández
Rivera afirma que la utilización de bacterias hidrocarbonoclásticas
es seguro y económico.
El problema de los compuestos químicos utilizados en la actualidad
para limpiar los derrames de petróleo es que emulsionan y
solidifican el crudo, que posteriormente llega a los cuerpos de
agua y se hunde en sus fondos. “Es decir que el problema se
agrava, pues el agua parece limpia pero lo único que hemos
hecho ha sido esconder el daño, no remediarlo”, afirmó
Hernández Rivera.
Las investigaciones en la materia surgieron a finales de los años
setenta y principios de los ochenta, cuando científicos del
mundo se percataron de que las zonas contaminadas con petróleo
parecían reducirse sin ninguna intervención. Se tomaron
muestras de agua con hidrocarburos y se analizaron, descubriéndose
colonias de microorganismos que descomponían o “acortaban”
las cadenas de hidrógeno y carbono del petróleo a
falta de otro alimento; es decir, que mineralizaban los hidrocarburos,
convirtiéndolos en dióxido o monóxido de carbono
y agua, mientras que limpiaban el medio.
Inquietud
UV
Desde hace más de 15 años, el IIB –en colaboración
con la Unidad de Servicios de Apoyo a la Resolución Analítica
(SARA)– trabaja en la recolección, identificación
y cultivo de cepas de estas bacterias clínicas para su estudio
y clasificación.
“Estas bacterias son muy nocivas para el organismo humano,
pero algunas cepas –que difieren de las otras en su conformación
genética– resultan muy útiles si las sabemos
utilizar para limpiar el agua”, subrayó el científico.
Actualmente, el área a cargo de Hernández Rivera promueve
la divulgación de los resultados de las investigaciones para
que los sectores productivos interesados puedan aprovechar este
conocimiento.
El IIB se encuentra ubicado en el complejo de edificios de la Dirección
General de Investigaciones de la UV, en la avenida Doctor Castelazo,
sin número, colonia Industrial Animas, en la Carretera Xalapa-Veracruz.
Para obtener más información acerca de los trabajos
que ahí se realizan, puede también consultarse la
página electrónica: www.uv.mx.iib |