Desmitificando
la depresión
Parte del objetivo de la labor realizada en el Laboratorio de Neurofarmacología
es desmitificar los conceptos de ansiedad y depresión. “Hasta
hace poco tiempo, éstas no se consideraban como trastornos
sino como defectos de carácter, sinónimos de cobardía
o de incapacidad”, afirmó el científico.
Ahora sabemos que la depresión y la ansiedad son enfermedades
severas del cerebro, pero que también son respuestas que
permiten la adaptación ante ciertas circunstancias externas.
Por ejemplo, al presentar un examen, la persona se siente ansiosa,
y esta ansiedad es, según el científico, muy útil
porque quita el sueño, la fatiga y prepara al individuo para
la lucha.
Pero si los niveles de ansiedad rebasan ciertos límites,
pueden llegar a incapacitar a la persona. “Son respuestas
propias del cerebro, que en exageración consideramos patológicas
al perder la gente su productividad y su eficiencia”, explicó
el investigador.
El caso de la depresión es muy interesante: aunque en grado
extremo puede acabar con la voluntad de vivir en la persona, algunos
tipos de depresión pueden contribuir a la supervivencia de
la especie humana.
Protegiendo la especie.
Estudios dirigidos por Contreras han demostrado que durante la depresión
del primer trimestre del embarazo los niveles de hormonas encargados
de mantener la viabilidad del feto están muy bajos. “Es
muy interesante ver cómo la naturaleza le anuncia a la mujer
que va a ser mamá: ella se siente muy triste pero no sabe
que está pasando”, comentó.
Lo que los científicos del Instituto de Neuroetología
pudieron probar es que, durante esta etapa, el feto está
en peligro, y esta depresión prepara a la mujer para una
contingencia durante estos tres primeros meses.
Asimismo, durante la tensión premenstrual ocurren cambios
hormonales que producen ansiedad y depresión. “Incluso,
en alguna publicación la hemos definido como un período
transitorio de depresión ansiosa, muy semejante al síndrome
de abstinencia de los fármaco dependientes, sólo que
aquí hablamos de abstinencia de hormonas”, explicó
Contreras.
“Y le enseña a la mujer a sentirse extraña cada
vez que sus hormonas descienden: el novio se vuelve más feo,
se sienten sensibles y enojadas, y esto les ayuda a reconocer la
sintomatología del embarazo”. Es de esta manera como
la depresión puede ayudar a la sobrevivencia del individuo
y la especie.
Estudios
clínicos
Incluso, un grupo de trabajo de este Instituto acaba de publicar
un artículo en la revista Archives of Medical Research, demostrando
que se puede manejar el síndrome premenstrual como un síndrome
de abstinencia a la progesterona. “En estudios clínicos
comenzamos a proporcionar esta hormona en dosis cada vez más
bajas durante los últimos días de su ciclo, para evitar
el síndrome premenstrual, y con mucho éxito”,
dijo el investigador.
Estos experimentos primero fueron realizados en ratas, donde los
científicos del Instituto de Neuroetología hallaron
que la progesterona tiene acciones antiansiolíticas y antidepresivas,
y posteriormente se realizaron estudios clínicos en mujeres.
Este efecto protector puede ayudar a explicar el hecho de que, aunque
las mujeres se deprimen tres veces más que los hombres, ellas
se suicidan cinco veces menos. “La depresión y la ansiedad
son entidades femeninas, pero el suicidio es masculino”, afirmó
el científico. “Esto se debe a la hormona masculina,
la testosterona, aumenta la impulsividad. Y si sumas depresión,
más ansiedad, más impulsividad, tienes un suicidio”,
concluyó.
Para obtener mayores informes acerca de las actividades que se realizan
en el Instituto de Neuroetología de la UV se puede consultar
la página electrónica www.uv.mx/neuro,
o acudir a sus instalaciones, ubicadas en Avenida Luis Castelazo
Ayala sin número, en la colonia Industrial Ánimas,
en la ciudad de Xalapa. Los teléfonos son 228-841-89-18,
228-841-89-19, y 228-841-89-00. |