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Advirtió
Miguel A. Porrúa durante su participación en la FILU
2006
El
libro en la actualidad, de transmisor
del conocimiento a material de evasión
Edgar Aguilar |
Debemos
plantearnos si queremos que el libro continúe siendo considerado
como la literatura del conocimiento, señaló el editor |
Como
parte de las distintas actividades en torno a la edición de
libros universitarios en nuestro país durante el marco de la
Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2006, se llevó
a cabo la conferencia de clausura La edición universitaria
en México, con la participación del editor mexicano
Miguel Ángel Porrúa. |
El
editor mexicano Miguel A. Porrúa habló de la urgencia
de hacer una revisión de las políticas públicas
respecto a la edición de libros universitarios, en la FILU
2006. |
El
ponente consideró exagerado aquellos comentarios que afirman
la muerte del libro por causa de un “éxtasis digital”,
ya que “el libro es un producto cultural con más de 5
mil años que deberá mantenerse como el principal elemento
transmisor del sentido”.
No obstante, la pregunta en cuestión fue hacia dónde
nos conduce esta llamada era digital y qué es lo que queremos
con el libro impreso, para lo cual respondió: “De acuerdo
con la tesis del filósofo italiano Giovanni Sartori, quien
se encuentra en riesgo no es el libro, sino el lector; porque Internet
no compite con la edición de libros, pues ambas tecnologías
(la digital y la impresa) buscan ser accesibles y generar activos
en la transmisión del conocimiento del intercambio de ideas,
así como en la diversificación y multiplicación
de la oferta”. |
Asimismo, reconoció que en el mercado nacional la oferta universitaria
está perdiendo un poco la idea de lo que está sucediendo
con el libro, cuál es el carácter esencial de éste
como difusor del conocimiento cultural y qué función
social cumple ahora: “El mayor peligro actualmente es el hecho
de que el libro está pasando a ser, de transmisor del conocimiento,
a un material de evasión, o única y exclusivamente de
relajación, de entretenimiento”.
Ante tal perspectiva, dijo que lo que debemos buscar los universitarios
con el libro es “plantearnos si queremos realmente que continúe
siendo considerado como la literatura del conocimiento, el vehículo
por el cual debemos de transmitir los saberes”.
En este contexto, mencionó que el verdadero editor es un profesional
de la palabra escrita, ya que resulta verdaderamente raro que los
productores de medios digitales cuenten con la formación necesaria
para emitir un mensaje correctamente escrito. “Muchos de los
jóvenes diseñadores que se incorporan a la industria
suponen que sus programas de diseño lo resuelven todo”,
expresó Miguel A. Porrúa.
Agregó que la experiencia y conocimiento que los editores aporten
redundarán en un gran beneficio para los medios digitales,
pero estas tecnologías no habrán de rebasar el humanismo,
de la misma forma en que el efecto nunca podrá anteponerse
a la causa. Palos
de ciego
Las políticas públicas del libro en México
son en gran medida, a juicio del ponente, las responsables de la
mala situación que enfrenta la industria editorial en general
del país. Es por ello que hizo un llamado enérgico
a quienes conforman la industria editorial nacional: “Debemos
vincularnos y esforzarnos los actores de la edición del libro,
la cadena productiva del libro. Los editores universitarios y privados
no pueden seguir solos, las empresas gráficas, los libreros,
los importadores de maquinaria”.
Habló también de la competencia desleal e incluso
del trato discriminatorio a los mexicanos por parte de las propias
editoriales universitarias nacionales favoreciendo a los autores
extranjeros, pues esta situación “afecta invariablemente
a los creadores de todas las disciplinas: compositores, artistas
plásticos, escritores, caricaturistas, investigadores, y
entre otros los académicos dedicados a la publicación
de textos científicos y tecnológicos”.
Ante políticas públicas carentes de sensibilidad por
la cultura y actitudes descompensatorias por parte de algunas casas
editoriales, como en los casos de los grandes consorcios y monopolios
españoles que tienen filiales en México y Latinoamérica,
Miguel A. Porrúa definió esta situación como
seguir dando palos de ciego a la industria editorial mexicana, en
particular la universitaria:
“Es urgente exigir una revisión integral a las políticas
públicas, y demostrar ante nuestro Congreso que la industria
editorial sí puede generar recursos al gobierno, que es lo
que finalmente les interesa. Por ello creo que fomentar la creación
de autores mexicanos es una medida prioritaria y fundamental”,
puntualizó. |
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