Año 6 • No. 239 • septiembre 25 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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180 comunidades indígenas siguen marginadas en la cuenca del río Bobos

Antrop. Humberto Encarnación Arenas

Actualmente, más de 180 comunidades que conforman la Cuenca del río Bobos tienen ascendencia indígena y además viven marginadas. Esta es la situación que prevalece hoy en día en la región. Así lo afirma la mayoría de la gente que emigró a esta zona, que vive y guarda en sus recuerdos las anécdotas de sus abuelos.

Incluso en los municipios de Atzalan, Martínez de la Torre, Misantla, Nautla, Tlapacoyan y San Rafael, encontramos algunas familias que todavía hablan náhuatl, y en menor grado el Totonaco.

Sin embargo, esta presencia, al interior de los gobiernos municipales, no se quiere reconocer, porque la mayoría de ellos ya no visten como en sus orígenes, algunos ya no hablan la lengua materna y otros ya no practican sus costumbres.
Pero basta con retroceder un poco en el tiempo para convencernos de que esta región anteriormente era habitada por totonacos. De acuerdo con los vestigios arqueológicos, hasta donde se sabe, los totonacos fueron los primeros en ocupar esta región. El segundo asentamiento ocurrió con la llegada de españoles y afro-mestizos en el siglo XVI y el tercero se da con la llegada de franceses e italianos en el Siglo XIX.

En este mismo siglo y parte del XX, se empezaron a dar las grandes migraciones de gente indígena hacia la Cuenca, algunas buscando trabajo y otras abriéndose paso mediante el comercio; muchas de éstas eran procedentes del centro de Veracruz, gran parte de la sierra norte de Puebla y de otros estados como Jalisco, Oaxaca e Hidalgo. Dichas familias, con el paso del tiempo y con el establecimiento de los ingenios azucareros de Villa Independencia y Libertad, de Martínez de la Torre y Misantla respectivamente, se fueron quedando. Así empezaron a surgir los primeros ejidos y congregaciones.

Siempre estamos acostumbrados a ver a los indígenas en grupos y en determinados lugares. Pero en México no hay reservas como en Estados Unidos. Por lo tanto, las familias indígenas no siempre se conglomeran en un solo lugar, muchas se diseminan como ocurre actualmente en el medio urbano. La cuenca del río Bobos, como área intercultural, no está exenta de esta situación.

El hecho de que muchos ya no hablen una lengua indígena en la región no significa que no pertenezcan a una etnia o cultura. Una persona puede ser indígena, sin que necesariamente domine su propia lengua o bien puede pertenecer a una cultura totalmente diferente a la suya y puede hablar la lengua de otro grupo.

Actualmente en la región existen reminiscencias de muchas manifestaciones y prácticas culturales de los últimos asentamientos: por ejemplo, la manera de organizarse para hacer sus fiestas patronales, celebrar los todos santos, la forma de hacer pan al estilo francés, o de preparar ciertos alimentos, la práctica de ciertas curaciones, la costumbre de contar cuentos, la memoria histórica, entre otros. Pero muchas otras ya se han perdido, porque la misma gente fue marginada a raíz de practicarlas o en su defecto, por diversas situaciones no pudo reproducir su cultura. La explicación es histórica y por consiguiente hay que buscarla en la historia.

Por eso ahora en la región la gente ya no quiere hablar náhuatl ni totonaco, aunque lo sepan o lo entiendan. La lengua y la cultura francesas, también se están viendo amenazadas, simple y sencillamente porque ya no se transmiten.
Sin embargo, la presencia de gente venida de diversos lugares, con diferentes creencias y costumbres dio origen a una cultura regional propia, la cual en este momento reafirma que estos pueblos son parte del Totonacapan actual.

Sin embargo, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) desconoce esta información. Es necesario que por lo menos el Gobierno del estado sepa que en la Cuenca del Río Bobos existe un alto grado de marginación y que muchas necesidades aun no se han atendido. Los programas deben surgir desde abajo y no venir desde arriba. Ojala y las autoridades municipales, instituciones educativas, universidades e instituciones culturales, entre otras, pongan su mirada en esta situación.