Año 6 • No. 241 • octubre 9 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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La clase política del país ha restringido lucha social
Partidocracia mexicana ha
limitado participación ciudadana

Dunia Salas Rivera

El movimiento del 68 se dio en medio del auge económico y la opresión de un gobierno profundamente autoritario: Alberto Olvera, investigador de la UV

Investigadores de la UV debatieron sobre el movimiento estudiantil de 1968 y su papel en la construcción de la democracia en México.

La consolidación de un sistema político basado en partidos creó una normalidad democrática de lucha civilizada, pero inconvenientemente quitó protagonismo a los movimientos sociales, aseguró Alberto Olvera, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV).

Durante la mesa redonda "La construcción de la democracia en México: Del movimiento estudiantil del 68 a nuestros días", Olvera explicó que la transición política, que inició con los movimientos sociales de los años 60 y culminó con el protagonismo político de las burocracias partidarias en los 80, privó de poder a los actores sociales que durante muchos años habían encabezado las luchas y habían frenado las iniciativas neoliberales del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Bajo estas circunstancias surgió el movimiento estudiantil de 1968, pero en un contexto particular: "Estábamos convirtiéndonos en un México moderno después de haber sido una sociedad provinciana, con poca tecnología y sin industria. Los estudiantes y en especial la Universidad eran parte de esa modernidad, un elemento consustancial a este cambio de un país que ahora pasaba a convertirse en un país netamente urbano".

Paradójicamente, explicó el académico de la UV, uno de los actores de esa modernidad, los estudiantes universitarios, que en aquellos años eran seres privilegiados porque formaban parte de una pequeña elite social en ascenso, fueron quienes protestaron radicalmente en contra de un gobierno que aparentemente les había facilitado las cosas.

"Los estudiantes crecían en número, tenían el campus universitario más impresionante de México, pero por más que gozaban de estos privilegios estaban excluidos de cualquier influencia en la vida política nacional, que era un monopolio del PRI", añadió Olvera.

Por otra parte, este movimiento estudiantil, que se da en pleno auge económico, y no en medio de una crisis como podría pensarse, tiene mucho que ver con la perspectiva de otro tipo de presión, de que la exclusión de la vida política les estaba afectando gravemente: "Se trataba de una opresión política por parte de un gobierno que no escuchaba a nadie y que para gobernar era profundamente autoritario".

A partir de la represión del movimiento estudiantil del 68 y que dio lugar al gobierno opresor de Luis Echeverría, agregó Alberto Olvera, se creó la base social de una política de izquierda que hasta antes de esa época era minoritaria, pero que a partir de este movimiento empezó a tener un peso social y una enorme influencia en las propias universidades, que se convirtieron en semillero de una generación de izquierda que habría de dominar muchas de estas instituciones y de seguir teniendo una influencia hasta la fecha.

"El movimiento del 68 generó un primer cambio, pues el gobierno de Echeverría decidió liberalizar un poco la vida pública y abrir ciertos espacios donde la izquierda pudiese siguiendo existir legalmente en un espacio de relativa tolerancia", refirió.

El investigador explicó que en los 80 se produjo un fenómeno notable al interior del régimen político mexicano y que tuvo que ver con una crisis económica estructural y un cambio en el modelo de desarrollo: "Durante el sexenio de José López Portillo hubo un crecimiento económico como nunca antes ni después se ha experimentado, pero después se cayó en una crisis terrible que abrió la puerta a una nueva generación que llegó al estado mexicano".

Esta generación era distinta a los viejos políticos, pues ahora eran tecnócratas, políticos estudiados que iban a planear la transformación económica de México e integrarlo al mundo.

"Esta integración, que hoy conocemos como globalización, trajo consigo una división al interior del propio régimen; el PRI tuvo una salida de gran parte de sus cuadros, quienes encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas habrían de dirigir desde 1988 la gran insurrección electoral de una izquierda política que hasta antes de ese momento se había mantenido como una izquierda social, en los movimientos populares, pero sin presencia política significativa", aseguró Olvera.
Después de la llegada de Cárdenas y el descarado fraude de 1988, los años 90 fueron de grandes batallas por la democracia política. Por ello, añadió, el 2 de octubre y el movimiento estudiantil del 68 son un referente histórico obligado para la construcción de la democracia.