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Revela
estudio psicológico de la UV
Pobreza agudiza problemas de
conducta en niños de 4 y 5 años
Alma
Espinosa |
Si
el niño se queja mucho, molesta cuando lo separan de sus padres,
se ve triste sin razón, manifiesta dolores sin aparente causa
médica y evita el contacto visual: síntomas de atención |
En
un estudio representativo, se demostró que la mitad de los
niños que habitan la ciudad de Xalapa presentan problemas de
conducta en edad temprana, 4 y 5 años. El sector socioeconómico
que identifica a esta población es el bajo, por lo que es imprescindible
que el sector salud ponga en marcha programas para atender a esta
población de forma gratuita o con cuotas simbólicas,
como lo hace el Instituto de Psicología y Educación
(IPE) de la Universidad Veracruzana (UV). |

Laura Oliva Zárate, del Instituto
de Psicología y Educación.
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De
535 pequeños inscritos en 20 jardines de niños de estrato
social bajo, medio y alto, se detectó que 247 tienen algún
síndrome de conducta. “Esto indica que los profesionales
de la salud mental tenemos mucho que hacer con los niños porque
es ahora cuando se pueden resolver muchos problemas y evitar que los
acompañen hasta la adolescencia”, declaró Laura
Oliva Zárate.
La investigadora del IPE aseguró que hasta el momento se hace
muy poco para detectar estos problemas a tiempo. Los esfuerzos de
instancias como los Centros de Atención Psicopedagógica
de Educación Preescolar (CAPEP) de la Secretaría de
Educación son insuficientes para atender a toda la población. |
Es necesario destacar que los niños con bajos niveles o nulos
problemas de conducta son los que están inmersos en un estrato
social alto (13 por ciento), mismo que facilita el acceso a la atención
particular. En cambio, los de menores recursos son los más
afectados (51.4 por ciento), principalmente los varones
de cinco años.
Los problemas de conducta son aquellos comportamientos y pensamientos
no habituales o no esperados socialmente por los adultos. La académica
destacó que los problemas de conducta y emocionales involucran
múltiples factores etiológicos, como la cultura, influencias
genéticas, temperamento, ambiente familiar, interacción
con los padres y experiencias traumáticas.
Discernió entre los rangos normal, limítrofe y clínico.
En el primero se encuentran la mitad de los niños; en el limítrofe
los niños tienen una alta posibilidad de presentar un problema
de conducta que requiera atención médica; y en el clínico
ya se observan diversos síndromes de conducta. Éstos
se clasifican en externos e internos; estos últimos se presentaron
con mayor frecuencia, principalmente
en las niñas.
Entre los internos, el de mayor presencia registrado en el estudio
fue la introversión, la cual abarca comportamientos que tienen
que ver con la dificultad del niño para relacionarse con los
demás, no contestar cuando la gente le habla, evita el contacto
visual, no participa en juegos activos y tampoco muestra interés
por lo que sucede en su entorno.
Otras características de los factores internos, que por decirlo
de alguna manera “no molestan a los adultos”, son la depresión,
el nerviosismo y el aislamiento. Respecto a los síndromes externos,
los problemas de atención y conducta agresiva se manifestaron
sólo en el 2 y el 7 por ciento de la muestra, respectivamente.
Señaló la importancia de diferenciar los comportamientos
normales y los que indican que hay un problema. Entre las señales
de atención que se deben tomar en cuenta son cuando el niño
se queja mucho, molesta cuando lo separan de sus padres, se ve triste
sin razón, manifiesta dolores sin aparente causa médica
y evita el contacto visual.
Asimismo, la investigadora resaltó que para diagnosticar un
problema de conducta no es suficiente un sólo instrumento.
En este caso se utilizó el Child Bihavior Check List, elaborado
por los científicos Achenbach y Edelbrock, y los resultados
se dieron a conocer a los directores de los jardines de niños
para que informaran a los padres de familia, quienes ya cuentan con
un indicio de la salud mental de sus hijos.
Antes de concluir, Laura Oliva dijo que los problemas de conducta
aparecen en edades tempranas, incluso hay pruebas para niños
de año y medio. Recomendó a los docentes trabajar espacios
afectivos como inteligencia emocional, el uso de enfoques como la
Gestalt y que el maestro se convierta en confidente del niño. |
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