Año 6 • No. 241 • octubre 9 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Revela estudio psicológico de la UV
Pobreza agudiza problemas de
conducta en niños de 4 y 5 años
Alma Espinosa

Si el niño se queja mucho, molesta cuando lo separan de sus padres, se ve triste sin razón, manifiesta dolores sin aparente causa médica y evita el contacto visual: síntomas de atención
En un estudio representativo, se demostró que la mitad de los niños que habitan la ciudad de Xalapa presentan problemas de conducta en edad temprana, 4 y 5 años. El sector socioeconómico que identifica a esta población es el bajo, por lo que es imprescindible que el sector salud ponga en marcha programas para atender a esta población de forma gratuita o con cuotas simbólicas, como lo hace el Instituto de Psicología y Educación (IPE) de la Universidad Veracruzana (UV).

Laura Oliva Zárate, del Instituto de Psicología y Educación.

De 535 pequeños inscritos en 20 jardines de niños de estrato social bajo, medio y alto, se detectó que 247 tienen algún síndrome de conducta. “Esto indica que los profesionales de la salud mental tenemos mucho que hacer con los niños porque es ahora cuando se pueden resolver muchos problemas y evitar que los acompañen hasta la adolescencia”, declaró Laura Oliva Zárate.

La investigadora del IPE aseguró que hasta el momento se hace muy poco para detectar estos problemas a tiempo. Los esfuerzos de instancias como los Centros de Atención Psicopedagógica de Educación Preescolar (CAPEP) de la Secretaría de Educación son insuficientes para atender a toda la población.
Es necesario destacar que los niños con bajos niveles o nulos problemas de conducta son los que están inmersos en un estrato social alto (13 por ciento), mismo que facilita el acceso a la atención particular. En cambio, los de menores recursos son los más afectados (51.4 por ciento), principalmente los varones
de cinco años.

Los problemas de conducta son aquellos comportamientos y pensamientos no habituales o no esperados socialmente por los adultos. La académica destacó que los problemas de conducta y emocionales involucran múltiples factores etiológicos, como la cultura, influencias genéticas, temperamento, ambiente familiar, interacción con los padres y experiencias traumáticas.

Discernió entre los rangos normal, limítrofe y clínico. En el primero se encuentran la mitad de los niños; en el limítrofe los niños tienen una alta posibilidad de presentar un problema de conducta que requiera atención médica; y en el clínico ya se observan diversos síndromes de conducta. Éstos se clasifican en externos e internos; estos últimos se presentaron con mayor frecuencia, principalmente
en las niñas.

Entre los internos, el de mayor presencia registrado en el estudio fue la introversión, la cual abarca comportamientos que tienen que ver con la dificultad del niño para relacionarse con los demás, no contestar cuando la gente le habla, evita el contacto visual, no participa en juegos activos y tampoco muestra interés por lo que sucede en su entorno.

Otras características de los factores internos, que por decirlo de alguna manera “no molestan a los adultos”, son la depresión, el nerviosismo y el aislamiento. Respecto a los síndromes externos, los problemas de atención y conducta agresiva se manifestaron sólo en el 2 y el 7 por ciento de la muestra, respectivamente.

Señaló la importancia de diferenciar los comportamientos normales y los que indican que hay un problema. Entre las señales de atención que se deben tomar en cuenta son cuando el niño se queja mucho, molesta cuando lo separan de sus padres, se ve triste sin razón, manifiesta dolores sin aparente causa médica y evita el contacto visual.

Asimismo, la investigadora resaltó que para diagnosticar un problema de conducta no es suficiente un sólo instrumento. En este caso se utilizó el Child Bihavior Check List, elaborado por los científicos Achenbach y Edelbrock, y los resultados se dieron a conocer a los directores de los jardines de niños para que informaran a los padres de familia, quienes ya cuentan con un indicio de la salud mental de sus hijos.

Antes de concluir, Laura Oliva dijo que los problemas de conducta aparecen en edades tempranas, incluso hay pruebas para niños de año y medio. Recomendó a los docentes trabajar espacios afectivos como inteligencia emocional, el uso de enfoques como la Gestalt y que el maestro se convierta en confidente del niño.