Año 6 • No. 242 • octubre 16 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Podría haber cambios de organización sólo si está consensuado, se calcula
Irma Villa
Expertos en educación recogerán opiniones en las regiones para evaluar la posibilidad y aceptación de cambios en el modelo organizacional
En el contexto internacional, las universidades también están sometidas a exigencias tanto económicas como políticas y sociales y para enfrentarlas las instituciones de educación superior han tenido que impulsar cambios más o menos profundos en su seno. Uno de los cambios más sobresalientes ha sido la denominada “departamentalización”.

Bajo este esquema, las universidades funcionan de manera en que la academia y la investigación no están separadas, sino que el “departamento” se constituye como una forma organizacional que reúne en un mismo órgano la investigación y la docencia, ejercitados ambos por profesores que son al mismo tiempo investigadores.

En lo que concierne a las universidades públicas de México, esta tendencia de cambio organizacional ha alcanzado a algunas instituciones como la Universidad de Guadalajara (UdeG), las Universidades de Sonora (Unison) y de Aguascalientes (UAA) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). El resto viene trabajando con el modelo llamado napoleónico que separa la investigación de la docencia o su esfuerzo no se ha visto coronado por el éxito, como en la Universidad de Guanajuato (UG).
• Vocación de reforma en la UV

En el caso específico de la Universidad Veracruzana (UV), el rector Raúl Arias Lovillo, ha dado algunos pasos para hacer de la misma una “universidad generadora de conocimiento para su distribución social” para lo cual ha propuesto, según lo dijo durante su primer informe de labores, al Consejo Universitario “una continuidad crítica para preservar lo logrado y ampliar la perspectiva de los cambios”.

Porque, aseguró el Rector, “a lo largo de estos años, nuestra Alma Máter ha probado su vocación por el cambio: en diferentes momentos y circunstancias, los universitarios hemos tenido que aprender a aprender; hemos tenido que mejorar nuestros métodos pedagógicos… y con fundamento en la investigación de nuestro entorno y basados en la cultura de la innovación y la libertad académica, nuestras tareas sustantivas han inspirado programas de calidad y pertinencia, generando la transformación de los viejos modelos y las prácticas educativas”.

Ante estas circunstancias, un grupo de estudiosos de la educación, encabezados por Miguel Ángel Casillas, director del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la UV, se encuentran trabajando en un plan de acción que involucre a todos los universitarios (estudiantes, académicos, investigadores, directores de área, administrativos, etc.) de todas las regiones para que se construya un consenso institucional sobre la necesidad del cambio de modelo institucional: dejar atrás el sistema tradicional y pasar a la departamentalización.

Es decir, explicó Casillas, primero debe socializarse la reflexión sobre el sistema tradicional, que separa la docencia de la investigación, porque “es un sistema que ya no da. La investigación y el posgrado no han tenido el impacto que se hubiera querido a pesar de que existe gente valiosa, muy productiva y comprometida con su trabajo, e institutos muy buenos pero separados de las facultades”.

En esto coincidió el investigador del Instituto de Investigaciones Histórico y Sociales (IIH-S), Alfredo Zavaleta Betancourt: “El futuro, próximo o tardío, de nuestra Universidad es la departamentalización, pero ésta es impensable sin una selección reflexiva de nuestra tradición institucional. La prolongación del actual modelo organizacional lo abandonará todo al caos del aula y a la anarquía organizada que predomina en áreas de la Universidad”, dijo.

“El nuevo agrupamiento institucional de facultades e institutos en departamentos debe ser transversal a las regiones, pero puede coordinarse regionalmente. En cada región debe haber rectores regionales y un rector general, asimismo, jefes de departamento y jefes de carrera, tanto como jefes de institutos de investigación”, añadió.
• La Departamentalización

Las organizaciones de educación superior tienen muchas formas de organizarse: las típicas y las modernas. El proceso de departamentalización, explicó Casillas, conduce a una forma de organización académica de una institución de educación superior moderna.

Destacó que en la departamentalización –nacida en Alemania en el siglo XIX–, la academia y la investigación no están separadas, porque lo que se busca con el departamento es una forma organizacional que reúna la investigación y la docencia en la misma sede y con las mismas personas.

Por su parte, Zavaleta Betancourt comentó que “la departamentalización es un modelo organizacional que, desanclado del campo administrativo y burocrático, se ha implantado en el sistema educativo” pero que los usos de este modelo en el campo universitario “varían según los tipos de agentes y las universidades de los países centrales o periféricos”, porque, aseguró, “el modelo, es un instrumento y por sí sólo no resuelve nada, todo depende de cómo se construye en cada universidad”.

Al respecto mencionó que el modelo departamental se ha utilizado en la mayoría de los casos como una matriz institucional en las universidades de creación reciente, nacidas departamentales, o como una alternativa a modelos organizacionales tradicionales y, aclaró, el uso de experiencias departamentales como modelos ejemplares puede ser un error si no se especifica qué debe recuperarse y hasta dónde, según el clima organizacional de la institución sujeta a reforma.
• Beneficios de la departamentalización

Poner en marcha este modelo beneficiaría no solo a los estudiantes, maestros e investigadores y demás personal de la UV, sino que sería un detonador del desarrollo regional en cada uno de los campus, afirmó Casillas Alvarado, “porque cada uno de éstos son pequeñas unidades que tienen especificidades que los caracterizan a partir de lo que llamamos la Vocación Regional”.

Es decir, si en el campus de Veracruz-Boca del Río hay gran comercio trasnacional y nacional, pues se dará prioridad a las disciplinas que tengan que ver con estas actividades”, y si, por ejemplo, en Xalapa lo que tenemos es arte y cultura, de igual manera, lo que se impulsará serán las disciplinas dedicadas al arte y así sucesivamente. “Comprendiendo esta vocación regional, la idea será reforzar la autonomía de cada uno de estos campus para constituir al interior de cada uno una estructura departamental”.

Para Alfredo Zavaleta, el departamentalizar a la universidad puede ser un beneficio “porque ayudaría a planificar el tamaño y la composición de los grupos escolares, permitiría la especialización de los docentes e investigadores en asignaturas y materias disciplinarias y líneas de investigación interinstitucionales –es decir, hibridaría la docencia y la investigación en cuerpos académicos organizados en redes y, con ello, permitiría deshacernos de direcciones y coordinaciones innecesarias–, articulará las dispersas modalidades de enseñanza, además de que simplificaría la administración escolar y posibilitaría una redistribución de la toma de decisiones y el cambio de los estilos de gestión burocrática centralizada”.
• Cambios estructurales de la organización

Los cambios son de 360 grados de acuerdo con lo que explicó Miguel Ángel Casillas: “Cambiaría por completo. No habría facultades ni institutos ni centros de investigación; habría departamentos. De hecho, la idea de la departamentalización de la UV es la apertura, el inicio de un proceso mediante el cual se busca llegar a tener una nueva forma organizacional que coloque a la organización universitaria en las condiciones de cumplir los objetivos institucionales que se está planteando”.

La actual diferenciación institucional de nuestra Universidad en facultades, institutos y regiones determinará la especificidad del modelo departamental a adoptar en la UV, argumentó por su parte Zavaleta Betancourt. La nueva relación entre facultades e institutos, continuó Zavaleta, debe pensarse según el léxico de la teoría de los sistemas, es decir, como una interpenetración y no como una fusión orgánica.

La departamentalización debe garantizar que las carreras existentes no van a desaparecer si son pertinentes y que las carreras y las regiones –que han experimentado desigualdad de recursos– reciban transferencias que cierren las brechas en los distintos niveles de la docencia y la investigación según las necesidades regionales. Asimismo, las nuevas carreras deben articular a docentes e investigadores especialistas en áreas de conocimientos dominadas al interior de las disciplinas existentes.

Miguel Ángel Casillas.

Alfredo Zavaleta Betancourt.
• Costos e implicaciones de su probable implantación

La implantación de la reforma organizacional debe planificarse en fases y ritmos graduales, aseguró Zavaleta Betancourt, tomando en cuenta que “la planificación financiera y el diseño institucional debe ser resultado del incremento y la diversificación del financiamiento y la redistribución de recursos y el ahorro interno”.
La departamentalización, afirmó, es una oportunidad para la reingeniería de nuestra Universidad, al tiempo que aseguró que la universidad reformada exige mayor apoyo de los empresarios y los banqueros, del gobierno estatal y federal y de las fundaciones internacionales.

En cuanto a las implicaciones que traería la departamentalización, Casillas explicó que afectaría a todas las formas de organización académica de la Universidad. “Irá de abajo para arriba. En primera, se trataría de construir cuerpos académicos –no con las características que tienen hoy ni tampoco de la forma en que se constituyeron– sino con un nuevo carácter: se busca que sean cuerpos académicos de investigación y docencia, compuestos por profesores de tiempo completo, medio tiempo y por horas, donde haya integración de estudiantes de los semestres avanzados”; esto es: “El cuerpo académico tiene que ser la célula del trabajo académico de la Universidad”.

Y dos, hay que tomar en cuenta que “la Universidad no va a cambiar por decreto, por más que sea una tentación y que el Rector dijera ‘aquí decreto que ahora somos de este color’ pudiera parecer lo más fácil; pero no, así no se hacen los cambios y sobretodo porque no tendrían los resultados que se espera tengan”.

Así como en el pedir está el dar, explicó, en el modo como podamos construir este proceso será el tipo de resultados que vayamos teniendo, porque no se trata de reunirlos artificialmente, como ya se hizo con los cuerpos académicos que existen, en donde dijeron “yo me voy acá, tu vete para allá y así sucesivamente”.

De igual manera, Zavaleta Betancourt refirió que la institucionalización de la docencia como factor predominante en la Universidad – debido a la reciente creación de los institutos de investigación y la débil institucionalidad de algunos de éstos– ha generado resistencias entre algunos docentes e investigadores al intercambio disciplinario de sus prácticas.

Hay quienes parten del supuesto de que todos los docentes no desean ni quieren hacer investigación e incluso, si lo desearan, no están entrenados para tal función o bien, por el contrario, que los investigadores no van a renunciar a sus privilegios para aceptar una carga más diversificada con mayores actividades docentes en licenciatura y posgrado.

Es común que piensen, continuó, “que no necesariamente un buen docente es un buen investigador y a la inversa, pero tal argumento es una ultra-generalización y un equívoco”.

Y por supuesto, a los cambios siempre hay resistencia y en este caso “las resistencias a un modelo departamentalizado no proceden de todos los docentes e investigadores, sino de la burocracia académica y administrativa que se benefició del modelo tradicional”.

”Los profesores de reciente ingreso y la mayoría de los profesores de asignatura no tienen nada que perder en esta reforma organizacional. Hay docentes e investigadores que no van a aceptar la innovación y que cerca de la jubilación no se incorporarán a la epartamentalización, pero eso también significa que se dará un cambio generacional en la construcción del conocimiento científico y en la gestión moderna de nuestra Universidad”.

• Reforma Legal

Para efectos de un cambio de este calibre, la legislación universitaria “se debe transformar, crear leyes flexibles que se adecuen a las exigencias del sistema departamental para dar legitimidad al nuevo andamiaje y, sobre todo, le permita a la Universidad seguir cambiando, porque se puede pensar –y aquí cometeríamos un error– que con la departamentalización ya cambiamos de una vez y para siempre y no es así”.

Por ello debemos diseñar una legislación que permita a la institución seguir renovándose, que sea capaz de reformarse constantemente, porque el conocimiento y las formas y las dinámicas globales cambian todos los días, este mundo va más rápido de lo que nosotros podríamos alcanzar y necesitamos ponernos las pilas para poder cambiar, aseguró Miguel Ángel Casillas.

En este último punto, Zavaleta Betancourt, comentó que “la condición básica de la implantación de la departamentalización será no repetir la baja planeación del diseño e implantación del Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF). La implantación del nuevo modelo organizacional no puede ser centralizado y vertical, no negociado sin una discusión amplia de sus implicaciones laborales, científicas y político-administrativas”.