Año 6 • No. 247 • noviembre 20 de 2006
Xalapa • Veracruz • México
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Gina Sotelo
Se puede ser arquitecto sin dibujar, pero no se puede ser arquitecto sin inteligencia manual: Seguí de la Riva
Un diálogo entre líneas, color y forma es el entablado entre los arquitectos Javier
Seguí de la Riva y Antonio Romero Cárcamo. El primero español y fuertemente influenciado por las vanguardias del siglo XX; el segundo mexicano, amante de la reinterpretación de lo prehispánico a la vez que iconofílico declarado.

Ininterrumpidamente dibujar es la suma de fuerzas y contrastes, de placeres, gustos y hábitos por el dibujo que se puede apreciar en la Galería Principal del Ágora de la Ciudad. Exposición doble que se suma a los festejos del 50 Aniversario de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana (UV).

La obra de Seguí de la Riva es una suerte de evocación del cubismo y el expresionismo, un homenaje a Marcel Duchamp, Piet Mondrian, George Braque o Pablo Picasso, o como él mismo lo define: “Un diálogo con montones de los artistas más importantes del siglo pasado que es con quienes yo he crecido”.

Teórico de las formas, Seguí de la Riva considera que se puede ser arquitecto sin dibujar, pero no se puede ser arquitecto sin inteligencia manual, sin que las manos fabriquen mundos: “Y para fortalecer la creación de mundos a través de las manos, va muy bien el dibujo; el dibujar no es el único procedimiento, pero es un procedimiento fantástico. Dibujar produce libertad, placer y crecimiento personal”.

Sobre el cómo la computadora ha desplazado el oficio dibujístico en la arquitectura, comenta que de igual forma antes se dibujaba en las escuelas de una manera muy mecánica y “el ordenador” viene a suplir ese trabajo manual, reiterativo que se hacía: “Ahora el ordenador deja todo el tiempo para hacer cosas más creativas. Y este dibujo no tiene que ser representativo o no. Dibujar es dejar huellas, dejar marcas de la felicidad o del entusiasmo que una persona lleva adentro”.

Sobre el dibujo como herramienta de la didáctica de la arquitectura, menciona que hay que evitar la ortodoxia a la hora de dibujar, pues hacer fotografías con las manos hoy no tiene ningún sentido en tanto que existen las cámaras fotográficas:
“Cuando ya no se hacen fotografías con las manos y se empieza a disfrutar todo el proceso, resulta que el dibujo se convierte en un aliado más que en una complicación y todo el mundo lo puede hacer”.
Abstracción prehispánica en tiempos modernos
Antonio Cárcamo presenta en el mismo espacio dibujos y esculturas con predominio prehispánico, jugando con los espacios positivo y negativo, lo vacío o lo lleno, conceptos muy utilizado en nuestras culturas precolombinas: “Trato de simplificar la forma a través de romper con una estructura. Muchas veces solamente estamos viendo una síntesis de este trabajo. Lo que estoy compartiendo ahora son piezas terminadas, pero lo importante es el proceso”.

Cárcamo –como es conocido sencillamente por sus amigos, colegas y alumnos– tiene un interés especial por rescatar el quehacer del dibujo en la arquitectura, algo que se está perdiendo en las escuelas de arquitectura.

Sus dibujos son el resultado de un quehacer cotidiano: “Una muestra de mi padecimiento de iconofilia espacial que tengo. Y ésta es una muestra de lo que cotidianamente hago”.

Director de la Facultad de Arquitectura de la UV, siempre ha estado muy orgulloso de ser universitario: “Es una escuela con gran capacidad académica por parte de los maestros y alumnos. Además de que son estupendos como seres humanos. Todas las manifestaciones de afecto y cariño son recíprocas”.

Ininterrumpidamente dibujar estará este mes expuesta en el Ágora de la Ciudad. La muestra doble es parte de los festejos del 50 Aniversario de la facultad y un pretexto ideal para promover y rescatar el dibujo en la arquitectura. Vale la pena visitarla.