Año 6 • No. 247 • noviembre 20 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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Por tanto, pierde contacto con la sociedad
El Estado no garantiza derechos ciudadanos: Alberto Olvera

Edith Escalón

Alberto Olvera.
En México, como en casi toda América Latina, la mayoría de los ciudadanos han perdido contacto con el Estado, pues éste ni siquiera garantiza los derechos de ciudadanía básicos, que además del acceso total a servicios de salud y educación, implica que el desarrollo de obras públicas se fundamente en algún tipo de consulta colectiva social, aseguró Alberto Olvera, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) la Universidad Veracruzana (UV).

“Lo único que realmente obtiene el ciudadano mexicano del Estado es la educación pública; cualquier otra cosa es temporal o restringida, como los servicios de salud o la seguridad pública”, comentó durante su participación en el Primer Simposio Veracruzano de Otoño “La política en México”, celebrado en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de Xalapa.

De ahí que la relación entre actores políticos y ciudadanos esté fundada en el “particularismo” y no en la apelación de los derechos: “En municipios, por ejemplo, la decisión de hacer obra pública parece como un regalo, una decisión privada o una concesión del gobierno al grupo particular de ciudadanos que la solicita, y no un derecho. Esto es lo que genera esta ausencia de estatalización”.

Dijo que la aplicación de reglas generales del Estado ni siquiera se aplica en otros campos, como podría ser el fiscal, pues a diferencia de los impuestos que se aplican a funcionarios públicos, el sector empresarial está lleno de regímenes especiales y exenciones particulares de acuerdo a su poder: “No es una aplicación de reglas: aquí cada sector empresarial paga impuestos en función de su fuerza relativa”.

De acuerdo con el investigador del IIH-S, cuando se piensa en cómo construir la democracia es esencial pensar que enfrentamos a un proceso de carácter político y no sólo electoral: “Si pensamos en crear la democracia sólo en las urnas estamos errados, es un aspecto central pero no es lo único”.

Añadió que el secreto de la construcción de la democracia consiste en garantizar derechos de ciudadanía pero también la aplicación universal de reglas, estado de derecho, “pero que se expresa sino en cosas tan sencillas como cobrar y pagar impuestos”.

Para Olvera, mientras esto no se logre, el particularismo se extenderá haciendo más evidentes las “categorías” ciudadanas. Como ejemplo, habló de la distinción que se hizo a la muerte del periodista estadounidense que murió en los enfrentamientos en Oaxaca: “Sólo esa muerte valió mucho más que todas las anteriores, ejemplo paradigmático, vergonzoso e insultante”.

Propuestas
Dos mecanismos distintos y alternativos son los que, desde el punto de vista de Olvera, pueden ayudar a fincar la democracia: en primer lugar combatir la corrupción y hacer que las reglas que existan se cumplan, y por otro, promover decididamente la participación política ciudadana.

Propuso entonces dotar de autonomía política, técnica y operativa a las instituciones que tienen que controlar el funcionamiento del Estado, como ya ha hecho Colombia, donde hay instituciones que se encargan sólo de fiscalizar a funcionarios públicos, y los responsables de esas instancias son nombrados por los tres poderes de gobierno con participación ciudadana.

Además, propuso el diseño de una arquitectura que permita que los ciudadanos participen de las decisiones públicas, empezando por los entornos municipales, como también sucede en Brasil, donde consejos consultivos integrados por ciudadanos definen las prioridades de obra pública que realizan los gobiernos.

En síntesis, aseguró que para controlar el particularismo del Estado es fundamental mejorar las instituciones que tienen que ver con el control de la corrupción, lo que incluye los mecanismos de transparencia y acceso a la información pública; dar fuerza jurídica y participación ciudadana a las instancias que tienen que controlar la acción de gobierno, y dar autonomía operativa a las instituciones que garantizan los derechos ciudadanos.

Aseguró que el cambio es posible, pues existen experiencias en otros países que así lo demuestran, y añadió que es responsabilidad de los universitarios hacer propuestas y tratar de que la discusión nacional salga de los estrechos espacios a los que está confinada.