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Menos
lluvias, más calor e incendios forestales, prevén
científicos de la UV |
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Edith
Escalón
Foto: • Subsecretaría de Protección Civil del
Gobierno del Estado |
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La temperatura global está en aumento desde hace una década,
por eso cada año es el más cálido de la historia:
Cervantes
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Pérdida de 600 kilómetros de playas, afectaciones
en la agricultura y desabasto de agua y energía, prevén
científicos para las próximas décadas
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Aunque todo pronóstico climático tiene cierto grado
de error, no se puede descartar ni siquiera el escenario más
pesimista: Cervantes |
Lluvias
tardías, escasas y además torrenciales, mucho más
calor en el verano y aumento en los incendios forestales son algunos
de los efectos que sufrirá Veracruz en 2007, igual que muchas
otras zonas del planeta, como consecuencia del Cambio Climático
Global y del fenómeno conocido como El Niño, que regresará
este año con “moderada intensidad”, alertaron
investigadores de la Universidad Veracruzana (UV).
Según reportes científicos de la Organización
Meteorológica Mundial (OMM), este año marca del regreso
de El Niño –que es el calentamiento que en diciembre
sufren las aguas del Océano Pacífico, especialmente
frente a las costas de Perú–, lo que hace suponer que
en los meses siguientes se presentarán severas alteraciones
climáticas, aunque no al grado de las catastróficas
que provocó el mismo fenómeno en 1998.
El Cambio Climático, es decir, el aumento anormal de la temperatura
del planeta generado por la creciente concentración de gases
contaminantes que por las actividades humanas se emiten a la atmósfera,
ocasiona en general una intensidad mayor en todos los fenómenos
meteorológicos: huracanes más intensos, sequías
más prolongadas, nevadas más agudas, inundaciones
más frecuentes, mortales olas de calor, entre otros.
Juan Cervantes, investigador del Centro de Ciencias de la Tierra
(CCT) de la UV y especialista en climatología, explicó
que todo pronóstico meteorológico se construye a partir
de mediciones actuales, por lo tanto, tiene un grado de error, sin
embargo reconoció que dada la experiencia del 98, en buena
parte de México se prevé la disminución de
las lluvias que generalmente ocurren de mayo a octubre, el aumento
del calor en abril y mayo (y con él, el de los incendios
forestales), así como con la presencia de huracanes intensos
“que tal vez no afecten directamente
a Veracruz”.
Cervantes, quien coordina en el CCT proyectos de bioclimatología,
dijo que estos fenómenos extremos son el resultado de un
proceso de años que se ha intensificado en las últimas
décadas: deforestación, emisión de gases contaminantes,
sobreexplotación de recursos naturales, sustitución
de bosques y selvas por potreros y áreas urbanas, entre otros.
Matizó los señalamientos de la OMM, que reportó
en enero que 2007 amenaza con ser el año más cálido
de la historia del planeta, pues recordó que el fenómeno
de El Niño, a diferencia del 98, será moderado en
2007, y advirtió que si se considera que la temperatura ha
aumentado año con año desde hace una década,
es lógico pensar que cada año es más cálido
que el anterior.
No obstante, reconoció que hasta el escenario más
pesimista puede ser factible, por lo tanto consideró indispensable
impulsar mucho más la investigación científica
en el tema, analizar lo que puede ocurrir así como sus consecuencias
sociales, económicas y ecológicas, además de
preparar planes de acción locales, nacionales y mundiales
para enfrentarlo. |
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Crisis
en Veracruz, en 50 años
Pese a que resulta imposible predecir con exactitud las consecuencias
del Cambio Climático, uno de los “escenarios de futuro”
que han estimado científicos de la UV y la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) para Veracruz estima que de
continuar la tendencia, en 50 años más de 600 kilómetros
de playas, buena parte de la infraestructura turística, incluida
la de Costa Esmeralda y Veracruz-Boca del Río, junto con más
de 200 kilómetros de caminos y alrededor de 20 de puertos marítimos
se perderán en la entidad.
Carlos Welsh, investigador del CCT y experto en Climatología
Aplicada, aclaró que el valor de estos escenarios –una
herramienta para mostrar el comportamiento de un fenómeno en
el largo plazo– no radica en poder predecir el futuro, sino
en dar una visión del presente.
Si la contaminación por gases invernadero duplica su concentración
en la atmósfera terrestre, dijo el investigador, la temperatura
aumentará entre dos y cinco grados centígrados, lo que
podría derretir parte de los casquetes polares provocando una
elevación del nivel del mar: “Tal vez sean sólo
unos centímetros, quizás hasta un metro, aún
así, grandes extensiones de tierras bajas pasarán a
ser pantanosas o submarinas”.
Explicó que según estas previsiones, la mayoría
de las costas del Golfo de México –bajas, arenosas, con
humedales y a menos de un metro sobre el nivel del mar– representan
la fracción de territorio veracruzano más vulnerable
al ascenso del nivel del mar. “Serán afectados poblados,
el agua salina se infiltrará hasta los mantos freáticos.
Las centrales eléctricas costeras (Tuxpan y Laguna Verde) resultarán
perjudicadas directamente si aún siguen en operación
dentro de medio siglo y las lagunas de Alvarado y de Tamiahua pasarán
a formar parte del mar”.
Precisó que este bosquejo parte de tres libros coordinados
por el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, de dos
“comunicaciones nacionales” del gobierno mexicano y del
ensayo de investigadores veracruzanos que en 1995 conjeturó
sobre los efectos posibles del cambio climático en la entidad.
Otras afectaciones se darán, según el escenario de futuro,
en más de tres mil hectáreas urbanas, mismas que se
volverán inundables al igual que cerca de 200 mil de pastizales
y agricultura. Por otra parte, entre los ecosistemas forestales que
serán más afectados en el país están los
bosques húmedos y templados de la sierra Zongolica, y las planicies
costeras se verán sujetas a una gradual desertificación.
Welsh también alertó que la salud y la comodidad de
los humanos se verán deterioradas: “En primer lugar porque
es previsible un aumento en la mortalidad por plagas cuya propagación
está relacionada con temperaturas altas (paludismo, dengue,
cólera, etcétera) y, en segundo, vectores de enfermedades
infecciosas ahora propios de tierras bajas se desplazarían
hacia mayores altitudes. |
Energía,
otro problema previsible
El abasto energético es otro de los problemas que ya se vislumbran.
Adalberto Tejeda Martínez, actual Director de Investigaciones
en la UV y uno de los expertos más acreditados en cuanto a
cuestiones climáticas se refiere, ha realizado desde hace años
estudios relacionados con los efectos del calentamiento global y ha
determinado, con base en estudios científicos, que para mediados
del siglo XXI, millones de mexicanos necesitarán cinco veces
más energía que hoy para climatización. |
Junto
con David Rivas Camargo –del Centro de Investigación
y Estudios Superiores de Ensenada, Baja California–, Tejeda
estudió 18 localidades del sur del país, pero son cuatro
las que por sus características presentaron los resultados
más significativos: Acapulco, Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez
y San Cristóbal de las Casas. Por ejemplo, la investigación
determina que sin considerar el aumento de la población, ciudades
de climas cálidos como Acapulco y Tuxtla Gutiérrez necesitarán
incrementar sus sistemas de enfriamiento hasta en un 100 por ciento;
considerando el aumento de población este porcentaje se eleva
a 500 por ciento, un dato que desde luego enciende focos rojos en
cuanto a las previsiones energéticas con las que cuenta nuestro
país. |
Foto:
• Carlos Cano
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Por otra parte, ciudades como Oaxaca, que actualmente se considera
templada, vivirá una situación cálida insólita
debida al calentamiento global. En otras localidades, el aumento
de la temperatura en los meses previos al invierno provocará
que las personas perciban mucho más los descensos de temperatura,
y por lo mismo necesiten calefacción que antes no requerían
en esa estación.
A pesar de lo dramático de las estadísticas, cabe
aclarar que para realizar este estudio los investigadores tomaron
en cuenta los incrementos de temperatura media mensual menos alarmistas,
de acuerdo a los escenarios regionales para México derivados
de un modelo canadiense de
circulación general.
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Protocolo
de Kioto
A pesar de que los fenómenos atmosféricos hacen evidente
que el Cambio Climático existe, algunos gobiernos se niegan
a reconocerlo, pese a que desde 1988, hombres de ciencia y dirigentes
nacionales constituyeron en el seno de la ONU el Panel Intergubernamental
sobre Cambio Climático, reconocimiento científico y
oficial de que los gases que se han emitido por la combustión
de hidrocarburos, leña, etcétera, se han acumulando
en la atmósfera y son los principales responsables de lo que
llamamos el “calentamiento global”.
De ahí surgió el compromiso conocido como El Protocolo
de Kioto, un acuerdo mundial firmado en 1997 por 84 países
(aunque entró en vigor hasta 2004, cuando los países
que generan más del 55 por ciento de los gases invernadero
lo ratificaron) que se comprometieron a reducir para el año
2010 las emisiones de gases que provocan el calentamiento del clima
hasta los niveles que había en 1990. Hasta la fecha, 141 países
se han adherido al acuerdo y cuatro aún no lo han ratificado,
entre ellos Estados Unidos, responsable por el 36,1 por ciento de
las emisiones contaminantes entre los países industrializados. |
¿Qué
hacer para frenarlo?
Las estrategias que se deben desarrollar deben estar enfocadas, por
un lado, a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y,
por otro, a impedir la destrucción de los sumideros de carbono
(bosques, selvas, etcétera) y a mejorar su eficacia. Además
de implementar programas de investigación para ampliar los
conocimientos sobre el cambio climático, y desarrollar nuevas
tecnologías para limitar sus efectos.
Hay acciones específicas que deben fomentarse, entre ellas
el ahorro de energía, la gestión forestal, el mejoramiento
de la agricultura y la ganadería que, sin afectar a la seguridad
de los alimentos, permita disminuir las emisiones procedentes de estos
sectores, gestionando mejor los desechos de ganado, modificando la
utilización y composición de los fertilizantes, etcétera,
el mejor el manejo de los basureros controlados (rellenos sanitarios)
y de las aguas residuales, y desde luego, la eliminación paulatina
del uso de los fluorocarbonos.
Para Carlos Welsh, todo esto conlleva una revisión de las políticas
globales, la política industrial, la gestión de recursos,
así como el cambio de comportamiento en relación con
el estilo de vida del hombre. |
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