Año 6 • No. 253 • Enero 15 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Menos lluvias, más calor e incendios forestales, prevén científicos de la UV
Edith Escalón
Foto: • Subsecretaría de Protección Civil del Gobierno del Estado
 

• La temperatura global está en aumento desde hace una década, por eso cada año es el más cálido de la historia: Cervantes

• Pérdida de 600 kilómetros de playas, afectaciones en la agricultura y desabasto de agua y energía, prevén científicos para las próximas décadas

• Aunque todo pronóstico climático tiene cierto grado de error, no se puede descartar ni siquiera el escenario más pesimista: Cervantes

Lluvias tardías, escasas y además torrenciales, mucho más calor en el verano y aumento en los incendios forestales son algunos de los efectos que sufrirá Veracruz en 2007, igual que muchas otras zonas del planeta, como consecuencia del Cambio Climático Global y del fenómeno conocido como El Niño, que regresará este año con “moderada intensidad”, alertaron investigadores de la Universidad Veracruzana (UV).

Según reportes científicos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), este año marca del regreso de El Niño –que es el calentamiento que en diciembre sufren las aguas del Océano Pacífico, especialmente frente a las costas de Perú–, lo que hace suponer que en los meses siguientes se presentarán severas alteraciones climáticas, aunque no al grado de las catastróficas que provocó el mismo fenómeno en 1998.

El Cambio Climático, es decir, el aumento anormal de la temperatura del planeta generado por la creciente concentración de gases contaminantes que por las actividades humanas se emiten a la atmósfera, ocasiona en general una intensidad mayor en todos los fenómenos meteorológicos: huracanes más intensos, sequías más prolongadas, nevadas más agudas, inundaciones más frecuentes, mortales olas de calor, entre otros.

Juan Cervantes, investigador del Centro de Ciencias de la Tierra (CCT) de la UV y especialista en climatología, explicó que todo pronóstico meteorológico se construye a partir de mediciones actuales, por lo tanto, tiene un grado de error, sin embargo reconoció que dada la experiencia del 98, en buena parte de México se prevé la disminución de las lluvias que generalmente ocurren de mayo a octubre, el aumento del calor en abril y mayo (y con él, el de los incendios forestales), así como con la presencia de huracanes intensos “que tal vez no afecten directamente
a Veracruz”.

Cervantes, quien coordina en el CCT proyectos de bioclimatología, dijo que estos fenómenos extremos son el resultado de un proceso de años que se ha intensificado en las últimas décadas: deforestación, emisión de gases contaminantes, sobreexplotación de recursos naturales, sustitución de bosques y selvas por potreros y áreas urbanas, entre otros.

Matizó los señalamientos de la OMM, que reportó en enero que 2007 amenaza con ser el año más cálido de la historia del planeta, pues recordó que el fenómeno de El Niño, a diferencia del 98, será moderado en 2007, y advirtió que si se considera que la temperatura ha aumentado año con año desde hace una década, es lógico pensar que cada año es más cálido que el anterior.

No obstante, reconoció que hasta el escenario más pesimista puede ser factible, por lo tanto consideró indispensable impulsar mucho más la investigación científica en el tema, analizar lo que puede ocurrir así como sus consecuencias sociales, económicas y ecológicas, además de preparar planes de acción locales, nacionales y mundiales para enfrentarlo.

Crisis en Veracruz, en 50 años

Pese a que resulta imposible predecir con exactitud las consecuencias del Cambio Climático, uno de los “escenarios de futuro” que han estimado científicos de la UV y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para Veracruz estima que de continuar la tendencia, en 50 años más de 600 kilómetros de playas, buena parte de la infraestructura turística, incluida la de Costa Esmeralda y Veracruz-Boca del Río, junto con más de 200 kilómetros de caminos y alrededor de 20 de puertos marítimos se perderán en la entidad.

Carlos Welsh, investigador del CCT y experto en Climatología Aplicada, aclaró que el valor de estos escenarios –una herramienta para mostrar el comportamiento de un fenómeno en el largo plazo– no radica en poder predecir el futuro, sino en dar una visión del presente.

Si la contaminación por gases invernadero duplica su concentración en la atmósfera terrestre, dijo el investigador, la temperatura aumentará entre dos y cinco grados centígrados, lo que podría derretir parte de los casquetes polares provocando una elevación del nivel del mar: “Tal vez sean sólo unos centímetros, quizás hasta un metro, aún así, grandes extensiones de tierras bajas pasarán a ser pantanosas o submarinas”.

Explicó que según estas previsiones, la mayoría de las costas del Golfo de México –bajas, arenosas, con humedales y a menos de un metro sobre el nivel del mar– representan la fracción de territorio veracruzano más vulnerable al ascenso del nivel del mar. “Serán afectados poblados, el agua salina se infiltrará hasta los mantos freáticos. Las centrales eléctricas costeras (Tuxpan y Laguna Verde) resultarán perjudicadas directamente si aún siguen en operación dentro de medio siglo y las lagunas de Alvarado y de Tamiahua pasarán a formar parte del mar”.

Precisó que este bosquejo parte de tres libros coordinados por el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, de dos “comunicaciones nacionales” del gobierno mexicano y del ensayo de investigadores veracruzanos que en 1995 conjeturó sobre los efectos posibles del cambio climático en la entidad.

Otras afectaciones se darán, según el escenario de futuro, en más de tres mil hectáreas urbanas, mismas que se volverán inundables al igual que cerca de 200 mil de pastizales y agricultura. Por otra parte, entre los ecosistemas forestales que serán más afectados en el país están los bosques húmedos y templados de la sierra Zongolica, y las planicies costeras se verán sujetas a una gradual desertificación.

Welsh también alertó que la salud y la comodidad de los humanos se verán deterioradas: “En primer lugar porque es previsible un aumento en la mortalidad por plagas cuya propagación está relacionada con temperaturas altas (paludismo, dengue, cólera, etcétera) y, en segundo, vectores de enfermedades infecciosas ahora propios de tierras bajas se desplazarían hacia mayores altitudes.
Energía, otro problema previsible

El abasto energético es otro de los problemas que ya se vislumbran. Adalberto Tejeda Martínez, actual Director de Investigaciones en la UV y uno de los expertos más acreditados en cuanto a cuestiones climáticas se refiere, ha realizado desde hace años estudios relacionados con los efectos del calentamiento global y ha determinado, con base en estudios científicos, que para mediados del siglo XXI, millones de mexicanos necesitarán cinco veces más energía que hoy para climatización.
Junto con David Rivas Camargo –del Centro de Investigación y Estudios Superiores de Ensenada, Baja California–, Tejeda estudió 18 localidades del sur del país, pero son cuatro las que por sus características presentaron los resultados más significativos: Acapulco, Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas. Por ejemplo, la investigación determina que sin considerar el aumento de la población, ciudades de climas cálidos como Acapulco y Tuxtla Gutiérrez necesitarán incrementar sus sistemas de enfriamiento hasta en un 100 por ciento; considerando el aumento de población este porcentaje se eleva a 500 por ciento, un dato que desde luego enciende focos rojos en cuanto a las previsiones energéticas con las que cuenta nuestro país.

Foto: • Carlos Cano
Por otra parte, ciudades como Oaxaca, que actualmente se considera templada, vivirá una situación cálida insólita debida al calentamiento global. En otras localidades, el aumento de la temperatura en los meses previos al invierno provocará que las personas perciban mucho más los descensos de temperatura, y por lo mismo necesiten calefacción que antes no requerían en esa estación.

A pesar de lo dramático de las estadísticas, cabe aclarar que para realizar este estudio los investigadores tomaron en cuenta los incrementos de temperatura media mensual menos alarmistas, de acuerdo a los escenarios regionales para México derivados de un modelo canadiense de
circulación general.
Protocolo de Kioto

A pesar de que los fenómenos atmosféricos hacen evidente que el Cambio Climático existe, algunos gobiernos se niegan a reconocerlo, pese a que desde 1988, hombres de ciencia y dirigentes nacionales constituyeron en el seno de la ONU el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, reconocimiento científico y oficial de que los gases que se han emitido por la combustión de hidrocarburos, leña, etcétera, se han acumulando en la atmósfera y son los principales responsables de lo que llamamos el “calentamiento global”.

De ahí surgió el compromiso conocido como El Protocolo de Kioto, un acuerdo mundial firmado en 1997 por 84 países (aunque entró en vigor hasta 2004, cuando los países que generan más del 55 por ciento de los gases invernadero lo ratificaron) que se comprometieron a reducir para el año 2010 las emisiones de gases que provocan el calentamiento del clima hasta los niveles que había en 1990. Hasta la fecha, 141 países se han adherido al acuerdo y cuatro aún no lo han ratificado, entre ellos Estados Unidos, responsable por el 36,1 por ciento de las emisiones contaminantes entre los países industrializados.
¿Qué hacer para frenarlo?

Las estrategias que se deben desarrollar deben estar enfocadas, por un lado, a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, por otro, a impedir la destrucción de los sumideros de carbono (bosques, selvas, etcétera) y a mejorar su eficacia. Además de implementar programas de investigación para ampliar los conocimientos sobre el cambio climático, y desarrollar nuevas tecnologías para limitar sus efectos.

Hay acciones específicas que deben fomentarse, entre ellas el ahorro de energía, la gestión forestal, el mejoramiento de la agricultura y la ganadería que, sin afectar a la seguridad de los alimentos, permita disminuir las emisiones procedentes de estos sectores, gestionando mejor los desechos de ganado, modificando la utilización y composición de los fertilizantes, etcétera, el mejor el manejo de los basureros controlados (rellenos sanitarios) y de las aguas residuales, y desde luego, la eliminación paulatina del uso de los fluorocarbonos.

Para Carlos Welsh, todo esto conlleva una revisión de las políticas globales, la política industrial, la gestión de recursos, así como el cambio de comportamiento en relación con el estilo de vida del hombre.