Año 6 • No. 263 • abril 23 de 2007

Xalapa • Veracruz • México
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La comodidad y el consumismo han modificado la profesión
La arquitectura debe recuperar
su enfoque social: Albalat

Edith Escalón

La arquitectura está íntimamente vinculada con lo humano y lo social, o debería de estarlo, pues una vivienda es mucho más que una construcción, es un proyecto de vida, un producto cultural, además de tecnológico, y un símbolo que podemos decodificar, o lo fue en algún tiempo, antes de que se popularizara la vivienda estándar de interés social. Esta visión es la que Horacio Albalat propone retomar.

Albalat estudió arquitectura en Argentina, ha trabajado en México desarrollando y difundiendo alternativas sustentables para la vivienda urbana y rural; recientemente participó como instructor de uno de los módulos del diplomado Arquitectura y medio ambiente que la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana (UV) imparte.

La casa es siempre una necesidad vital, asegura el arquitecto, pero va mucho más allá de lo estrictamente tecnológico: “Todas las implicaciones de crear un lugar donde vivir que cumpla las expectativas de su propietario –desde lo caprichoso hasta lo técnicamente necesario– nos demuestra la necesidad de que el arquitecto, igual que otros profesionistas, tenga una formación humanística más sólida que influya en sus actividades futuras”.

Y es que según Albalat, los arquitectos a veces no reflexionan cómo son las personas que va a habitar esa vivienda, lo que les puede gustar o disgustar, o los usos que le darán a cada espacio, por eso terminan haciendo lo más extravagante o grandes esculturas “vivibles” en donde finalmente el dueño se siente ajeno.

Este problema se agudiza en las viviendas de interés social donde todas las casas son iguales, independientemente de dónde se encuentren, como si todas las familias fueran iguales, o como si todas las condiciones climáticas, geográficas, culturales, económicas o sociales fueran iguales.

Considerando esos extremos es que Albalat propone retomar de manera más decidida la visión humanística en la arquitectura, que contemple las diferencias en todos estos factores, contrario a lo que paradójicamente sucede: que la arquitectura social tiende a la arquitectura deshumanizada y descontextualizada: “Tampoco siento que sea fácil resolverlo, pero creo que es un desafío que como arquitectos y urbanistas debemos resolver”, afirmó.

Lo mismo sucede con la naturaleza, dijo; por ejemplo, un multifamiliar tiene las mismas características en Veracruz, en Chihuahua, o en Toluca, obligando a las personas a usar ventiladores (con el consecuente gasto de energía) si hace calor, calefactores si hace frío, iluminación extra si tienen ventanas pequeñas o si la ciudad normalmente tiene poca luz.

De hecho, las cuestiones relacionadas con la adaptación al clima, la ventilación o la calefacción, en otras circunstancias se solucionaban a través de la misma arquitectura: “Los techos altos, las ventilaciones naturales, los aleros grandes o claraboyas funcionaron tradicionalmente para contrarrestar estos factores, pero la comodidad y el consumismo han cambiado nuestras prácticas”.

Parte del conocimiento que Albalat transmitió a los arquitectos que participan en el Diplomado se relaciona con esas prácticas que aprovechan desde la arquitectura los recursos naturales (agua, luminosidad, ventilación, calefacción o energía) y que permiten al profesionista proponer diseños creativos ecológicos y sustentables: “Esta perspectiva nos deja muy claro que desde nuestra trinchera también podemos y debemos preservar el medio ambiente”.

Cabe decir que en la UV, el programa de estudios de la licenciatura en Arquitectura incluye algunas materias relacionadas con el área humanística, por ejemplo los cursos de Antropología social I y II, que llevan en los primeros semestres, o el taller de Diagnóstico comunitario, aunque la visión humanística en la arquitectura, según esta propuesta, debe ser más profunda.