Año 6 • No. 263 • abril 23 de 2007

Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Centrales

 General


 Reportaje

 Becas y oportunidades


 
Arte
 
 Deportes

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 
El libro y su historia
Diana Eugenia González Ortega,
directora general de Bibliotecas de la UV
Una herramienta maravillosa creada por el hombre ha sido el libro, que le ha permitido un aumento considerable de la capacidad de su memoria, el desarrollo de la comunicación entre los hombres, al permitirles remontar las barreras del tiempo en la recepción de los mensajes y que además facilitó el intercambio de información en materias útiles y provechosas, acrecentando con ello su bagaje cultural.

La forma material en que se presenta el libro se ha ido adaptando a las características de las civilizaciones, de acuerdo con las diversas necesidades de información y de materiales disponibles. La primera forma parece haber sido la tableta suelta, que evolucionó, en algún momento, a presentaciones en prisma, cilindro y otras formas geométricas; luego vino el rollo o tira continua; más tarde el códice o cuaderno, que en su última etapa coincide con hojas sueltas y finalmente, en nuestros días, han llegado el disco y la cinta, que es como la vuelta a la tableta y al rollo.

También han variado los materiales empleados para elaborar los libros: la arcilla fundamentalmente para las tabletas; el papiro para el rollo y, en menor proporción, para el códice; el pergamino para el rollo y principalmente para el códice y las hojas sueltas y, por último, los materiales plásticos para el disco y la cinta.

Lo mismo ha sucedido con los procedimientos de fijación de los mensajes: incisión en materiales duros o blandos, escritura a mano con tinta, impresión mediante máquinas, cargas eléctricas, etcétera.

Con relación a la información plasmada en los libros, las sociedades primitivas consideraron la escritura un regalo de los dioses, al igual que otras adquisiciones útiles para el hombre, tales como el lenguaje, la agricultura y la domesticación de los animales.

Si observamos los restos más antiguos y los textos más importantes, se pueden visualizar dos ámbitos temáticos y otro enteramente creativo a los que respondieron los libros, que son: el religioso, el político y el literario.

Entre los textos más antiguos conservados aparecen siempre los religiosos, lo cual nos lleva a pensar que la escritura nació para conservar cantos e himnos rituales que resonaban en los templos y procesiones, que eran entonados por el pueblo durante las festividades; así como para redactar maldiciones y conjuros mágicos. Su propósito era transmitir a los hombres tanto el origen, las acciones y las cualidades de los dioses, como las normas morales y sociales decretadas por ellos y que tenían un efecto en el comportamiento de los hombres (ritos, conjuros, auspicios, plegarias) para conseguir su ayuda y evitar su irritación.

En los textos políticos que son monumentos conmemorativos de las hazañas guerreras, y que dan constancia de las buenas medidas administrativas de los gobernantes que desearon dejar un recuerdo a las generaciones posteriores de sus méritos personales en un gesto de vanidad, seguramente cultivada y favorecida por los súbditos y cortesanos complacientes, también se puede ver el propósito de la consolidación de los valores sociales.

Lo mismo podemos decir de la vena literaria. Los cantos y poemas literarios surgen con las primeras sociedades y mucho antes de la escritura. Su carácter popular y anónimo que aseguraría su transmisión oral, hace que no se transcriban casi nunca o sólo de manera parcial y tardía. Es más, su primera trascripción parece deberse a propósitos docentes, para que sirvieran de ejercicios en el aprendizaje de la escritura.