|
|
El
libro y su historia
Diana Eugenia González Ortega,
directora general de Bibliotecas de la UV |
Una
herramienta maravillosa creada por el hombre ha sido el libro, que
le ha permitido un aumento considerable de la capacidad de su memoria,
el desarrollo de la comunicación entre los hombres, al permitirles
remontar las barreras del tiempo en la recepción de los mensajes
y que además facilitó el intercambio de información
en materias útiles y provechosas, acrecentando con ello su
bagaje cultural. |
|
La
forma material en que se presenta el libro se ha ido adaptando a las
características de las civilizaciones, de acuerdo con las diversas
necesidades de información y de materiales disponibles. La
primera forma parece haber sido la tableta suelta, que evolucionó,
en algún momento, a presentaciones en prisma, cilindro y otras
formas geométricas; luego vino el rollo o tira continua; más
tarde el códice o cuaderno, que en su última etapa coincide
con hojas sueltas y finalmente, en nuestros días, han llegado
el disco y la cinta, que es como la vuelta a la tableta y al rollo.
También han variado los materiales empleados para elaborar
los libros: la arcilla fundamentalmente para las tabletas; el papiro
para el rollo y, en menor proporción, para el códice;
el pergamino para el rollo y principalmente para el códice
y las hojas sueltas y, por último, los materiales plásticos
para el disco y la cinta.
Lo mismo ha sucedido con los procedimientos de fijación de
los mensajes: incisión en materiales duros o blandos, escritura
a mano con tinta, impresión mediante máquinas, cargas
eléctricas, etcétera.
Con relación a la información plasmada en los libros,
las sociedades primitivas consideraron la escritura un regalo de los
dioses, al igual que otras adquisiciones útiles para el hombre,
tales como el lenguaje, la agricultura y la domesticación de
los animales.
Si observamos los restos más antiguos y los textos más
importantes, se pueden visualizar dos ámbitos temáticos
y otro enteramente creativo a los que respondieron los libros, que
son: el religioso, el político y el literario.
Entre los textos más antiguos conservados aparecen siempre
los religiosos, lo cual nos lleva a pensar que la escritura nació
para conservar cantos e himnos rituales que resonaban en los templos
y procesiones, que eran entonados por el pueblo durante las festividades;
así como para redactar maldiciones y conjuros mágicos.
Su propósito era transmitir a los hombres tanto el origen,
las acciones y las cualidades de los dioses, como las normas morales
y sociales decretadas por ellos y que tenían un efecto en el
comportamiento de los hombres (ritos, conjuros, auspicios, plegarias)
para conseguir su ayuda y evitar su irritación.
En los textos políticos que son monumentos conmemorativos de
las hazañas guerreras, y que dan constancia de las buenas medidas
administrativas de los gobernantes que desearon dejar un recuerdo
a las generaciones posteriores de sus méritos personales en
un gesto de vanidad, seguramente cultivada y favorecida por los súbditos
y cortesanos complacientes, también se puede ver el propósito
de la consolidación de los valores sociales.
Lo mismo podemos decir de la vena literaria. Los cantos y poemas literarios
surgen con las primeras sociedades y mucho antes de la escritura.
Su carácter popular y anónimo que aseguraría
su transmisión oral, hace que no se transcriban casi nunca
o sólo de manera parcial y tardía. Es más, su
primera trascripción parece deberse a propósitos docentes,
para que sirvieran de ejercicios en el aprendizaje de la escritura.
|
|
|
|
|
|