Año 6 • No. 264 • abril 30 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Gina Sotelo

Por vez primera Poliedro expone su escultura en el Museo de Antropología de Xalapa (MAX) en la Sala de Exposiciones Temporales. En la muestra, que se inauguró el 20 de abril y que estará abierta hasta el 27 de mayo, se aprecian diversas propuestas, estilos y tendencias que enriquecen la colección haciendo que sus diferencias los complementen.

Poliedro. Colectivo de escultores, son seis concepciones del mundo, seis espíritus con afán de gozar la práctica del oficio como una nueva aventura lúdica, al mismo tiempo que se regocijan por su amistad y hacen de la escultura su lenguaje para expresar sus pensamientos, emociones y fantasías.

La idea de este grupo de escultores fue establecer un diálogo entre sus piezas. La amistad allegada a un oficio en común –la escultura– es lo que los mantiene juntos. En Poliedro no hay una corriente sino que cada quien sigue su propio camino estético, aunque no descartan en un futuro tener algún tema en común.

Se percibe en la muestra una madurez que deja de lado los egos, un sano equilibrio entre experiencia y conocimiento, entre empuje y fuerza de los noveles escultores. Presencias heterogéneas buscando el desarrollo personal a través del crecimiento de este Poliedro.

José Bazán, principalmente fundidor, combina técnicas diversas en variados formatos, además de participar en decenas de muestras colectivas; obtuvo el primer premio de escultura monumental en nieve de Granby, Québec, Canadá en 1995. También fue becario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo para desarrollar obra monumental y urbana en 1994-95, y del IVEC en el periodo 1999-2000.

Dinamizando la escultura, busca que su obra diga algo, por lo que ocupa los materiales más diversos. Considera que cuando hay una lectura que motiva y cuestiona la obra, está cumpliendo su función. Con piezas como Recién desposada conduce al espectador a la interpretación de la pieza. En sus esculturas hay un toque de humor y un mucho de trabajo lúdico.
Por su parte Thomas Strobel, quien vive en nuestro país desde 1982, realizó estudios en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV) y se ha dado a conocer por sus tallados en maderas.

Regularmente esculpía módulos que se ensamblan como un juego de Lego, ahora presenta piezas hasta de seis metros en madera de fresno, con la que se realizan los bates de baseball y que le atrae por su dureza. Transitando de lo figurativo a lo abstracto, presenta también la escultura con luz titulada Luz desierto.
También participa Jorge Raga, quien actualmente es académico en los Talleres Libres de Arte de la UV, donde se encarga de los cursos de escultura y dibujo; maneja igual la talla en madera que el modelado en barro.

En la muestra de Poliedro presenta ensamblado y talla directa. Uno de las inquietudes que explota es la incomunicación que existe entre seres humanos en la era de la comunicación: “Tenemos el Internet que nos conecta al mundo, pero cuál es la calidad real que existe entre nosotros aquí y ahora. A veces no podemos siquiera mirar a los ojos a alguien, mucho menos los escuchamos”.

Otro artista de Poliedro es Julián Pozos Rivera, quien aparte de la escultura en madera trabaja la laudería y entre los reconocimientos que ha obtenido se cuenta una beca del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) para construcción de instrumentos de cuerdas, en 1999.
Menciona que entre los planes de Poliedro están el difundir la escultura a nivel estatal, nacional e internacional y explica que cada uno puede seguir haciendo exposiciones individuales. Amante de las maderas de la región, como el eucalipto, disfruta mucho de la retroalimentación que ahora tiene con sus compañeros escultores, con quienes puede intercambiar conocimientos conceptuales, técnicos o materiales.

Está igualmente Sergio Flandes Vásquez, egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que practica el grabado y la litografía. Su necesidad de expresarse a través del arte la concibe de forma completamente espontánea, sin cánones ni límites. La singularidad de la naturaleza le indica el sentido de su trabajo, pues de las formas sugeridas por ella misma hace una interpretación intuitiva que le permite imprimir sus propios significados.

Por último, también se encuentra Hermann Seedof, cuya obra en piedra y madera se suma a la propuesta de Poliedro. Participa con seis piezas y afirma que no es casualidad sino causalidad la que los ha unido; menciona que en el grupo la idea no es seguir una tendencia sino respetar la individualidad. En su obra predominan las formas orgánicas y animales y próximamente se enfrentará al gran reto de hacer una escultura monumental tallada en piedra.

Esta pluralidad de formas y acabados ofrece en su diversidad la visión de que la complejidad del mundo puede ser armónica y fraterna.