Año 6 • No. 264 • abril 30 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  No incentiva a los mexicanos a salir del programa
Oportunidades arraiga la
pobreza, no la frena: Hevia

Edith Escalón
La gente no quiere dejar de tener los apoyos; por tanto, no busca superarse sino permanecer en el programa: Felipe Hevia

Felipe Hevia, afirmó que Oportunidades reproduce la cultura de la pobreza
En lugar de frenar los índices de pobreza, el programa federal Oportunidades, que asiste a más de cinco millones de familias mexicanas, arraiga la pobreza entre sus beneficiarios al negarles incentivos para que se superen, aseguró el investigador y especialista en contraloría social Felipe Hevia, en su reciente visita a la Universidad Veracruzana (UV).
“La gente no quiere perder los apoyos que recibe; por tanto, no busca superarse sino permanecer en el programa. ¿Cómo?, pues de la única forma que es posible: conservando sus índices de marginalidad, pobreza y desprotección, mintiendo sobre ellos si es posible”, comentó el investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

Hevia, quien hizo su tesis doctoral a partir de una investigación de campo para saber cómo opera en realidad este programa en México, aseguró que ha habido casos en los que la gente esconde sus aparatos electrónicos o aquello que represente un indicador de superación económica para que los evaluadores los sigan considerando en pobreza y les renueven los apoyos.

Aseguró que ésa es la actitud de los mexicanos frente al programa, porque éste no tiene un mecanismo de salida ni incentiva a quienes están dentro para que salgan. “En todo caso, para la gente, es mucho más cómodo estar dentro y recibir recursos –con todas sus implicaciones– que estar fuera. Paradójicamente, Oportunidades reproduce la cultura de la pobreza, la refuerza”.

Derechos, no regalos
Por otra parte, comentó que el programa es limitado porque si bien sienta las bases para construir ciudadanía, no incentiva en la población los derechos políticos ni les permite mecanismos para exigir el derecho a la salud, educación y alimentación.

Muestra de ello es que denomina “beneficiarios” y no “derechohabientes” a quienes reciben los apoyos: “Promueve una lógica corporativa y asistencialista, en donde los derechos de los ciudadanos aparecen como regalos de buena voluntad del gobierno en turno”.

Explicó que quienes están en el programa ni siquiera tienen la posibilidad de proteger y vigilar que el acceso a los apoyos sea real, que existan mecanismos de participación ciudadana que permitan que los ciudadanos defiendan que sus derechos se cumplan.

“Es el programa quien determina, por ejemplo, las funciones, alcances, forma de elección y duración de los comités de promoción comunitaria, que son los órganos de representación dentro de Oportunidades, es decir, no son autónomos; por lo tanto, el comité no puede proteger los intereses de las personas a las que representa”.

De acuerdo con el investigador, lo único que pueden hacer los ciudadanos es quejarse en caso de que algo esté funcionando mal, a través del sistema de atención ciudadana; sin embargo, denunció que en los últimos tres años se han presentado más de 250 mil quejas en el país, pero no han sido atendidas las que están relacionadas con el abuso de autoridad.

“Si uno se queja porque el médico le está cobrando una cuota por la asistencia, si uno se queja porque hay proselitismo y uso electoral del programa o porque lo sacaron del mismo sin razón, esas quejas no tienen solución, no se resuelven.”

El investigador también reconoció que una de las ventajas del programa es que ha promovido la información entre sus beneficiarios. Dijo que en 2005 repartieron más de 13 millones de folletos explicándoles a los beneficiarios que el programa es libre, que nadie tiene derecho a condicionar los apoyos, lo mismo que en el periodo previo a las elecciones de 2006. La conferencia se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la UV, en Xalapa.