Felipe
Hevia, afirmó que Oportunidades reproduce la cultura de la
pobreza |
En
lugar de frenar los índices de pobreza, el programa federal
Oportunidades, que asiste a más de cinco millones de familias
mexicanas, arraiga la pobreza entre sus beneficiarios al negarles
incentivos para que se superen, aseguró el investigador y especialista
en contraloría social Felipe Hevia, en su reciente visita a
la Universidad Veracruzana (UV). |
“La
gente no quiere perder los apoyos que recibe; por tanto, no busca
superarse sino permanecer en el programa. ¿Cómo?, pues
de la única forma que es posible: conservando sus índices
de marginalidad, pobreza y desprotección, mintiendo sobre ellos
si es posible”, comentó el investigador del Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
(CIESAS).
Hevia, quien hizo su tesis doctoral a partir de una investigación
de campo para saber cómo opera en realidad este programa en
México, aseguró que ha habido casos en los que la gente
esconde sus aparatos electrónicos o aquello que represente
un indicador de superación económica para que los evaluadores
los sigan considerando en pobreza y les renueven los apoyos.
Aseguró que ésa es la actitud de los mexicanos frente
al programa, porque éste no tiene un mecanismo de salida ni
incentiva a quienes están dentro para que salgan. “En
todo caso, para la gente, es mucho más cómodo estar
dentro y recibir recursos –con todas sus implicaciones–
que estar fuera. Paradójicamente, Oportunidades reproduce la
cultura de la pobreza, la refuerza”. Derechos,
no regalos
Por otra parte, comentó que el programa es limitado porque
si bien sienta las bases para construir ciudadanía, no incentiva
en la población los derechos políticos ni les permite
mecanismos para exigir el derecho a la salud, educación y
alimentación.
Muestra de ello es que denomina “beneficiarios” y no
“derechohabientes” a quienes reciben los apoyos: “Promueve
una lógica corporativa y asistencialista, en donde los derechos
de los ciudadanos aparecen como regalos de buena voluntad del gobierno
en turno”.
Explicó que quienes están en el programa ni siquiera
tienen la posibilidad de proteger y vigilar que el acceso a los
apoyos sea real, que existan mecanismos de participación
ciudadana que permitan que los ciudadanos defiendan que sus derechos
se cumplan.
“Es el programa quien determina, por ejemplo, las funciones,
alcances, forma de elección y duración de los comités
de promoción comunitaria, que son los órganos de representación
dentro de Oportunidades, es decir, no son autónomos; por
lo tanto, el comité no puede proteger los intereses de las
personas a las que representa”.
De acuerdo con el investigador, lo único que pueden hacer
los ciudadanos es quejarse en caso de que algo esté funcionando
mal, a través del sistema de atención ciudadana; sin
embargo, denunció que en los últimos tres años
se han presentado más de 250 mil quejas en el país,
pero no han sido atendidas las que están relacionadas con
el abuso de autoridad.
“Si uno se queja porque el médico le está cobrando
una cuota por la asistencia, si uno se queja porque hay proselitismo
y uso electoral del programa o porque lo sacaron del mismo sin razón,
esas quejas no tienen solución, no se resuelven.”
El investigador también reconoció que una de las ventajas
del programa es que ha promovido la información entre sus
beneficiarios. Dijo que en 2005 repartieron más de 13 millones
de folletos explicándoles a los beneficiarios que el programa
es libre, que nadie tiene derecho a condicionar los apoyos, lo mismo
que en el periodo previo a las elecciones de 2006. La conferencia
se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Histórico
Sociales de la UV, en Xalapa. |