Año 6 • No. 264 • abril 30 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Debe inculcarse desde niños: Diana González, directora de Bibliotecas UV
La lectura también es un valor familiar
Dunia Salas Rivera
El libro es el mejor amigo que podemos tener, estará siempre ahí para que lo disfrutemos: Maite Linaje
La lectura es un valor familiar. En la casa es nuestro primer momento donde podemos hacer posible esa necesidad de conocer qué pasa en otros mundos y sobre miles de temas, otras circunstancias, una manera de ver, de vivir, de hacer, de pensar, que lo encontramos en los libros, aseguró Diana González, directora general de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana (UV).

En la mesa redonda El libro; una historia unida al conocimiento de la cultura, en la que participó al lado de la catedrática de la Facultad de Artes Plásticas de la UV, Maite Linaje, González Ortega presentó una interesante sinopsis histórica de las etapas por las que ha pasado el libro hasta la actualidad.

En la mesa El libro; una historia unida al conocimiento y de la cultura, participaron Diana González y Maite Linaje

Ahí, se refirió a las culturas que desde hace cinco mil años desarrollaron formas de escritura como la china, egipcia, mesopotámica, mesoamericana, entre otras. Desde el uso de la planta del papiro por los egipcios, pasando por los griegos y la anexión de Egipto por Alejandro El Magno en el siglo III a.C. bajo la dinastía de Ptolomeos, momento histórico en el que hubo un florecimiento de las culturas griegas y egipcia.
“En esa época se fundaron en el Museio y en el Serapeion sendas bibliotecas con 700 mil y 43 mil volúmenes, respectivamente, las cuales son conocidas como la Biblioteca de Alejandría, que contaba con talleres de copistas y bibliotecarios y la cual fue incendiada en el año 391 d. C. por cristianos encabezados por el Arzobispo Teófilo de Antoquía”, explicó.

Diana González aludió a los tipos de escritura que se utilizaron en la antigüedad y a los diversos recursos para la fabricación de libros. Describió cómo se elaboraba el pergamino a base de pieles de cordero, ternera o cabra, “a las cuales se les quitaba el pelo, se marcaban en agua de cal para eliminar la grasa y ya secas se frotaban con polvo de yeso y se pulían con piedra pómez”.

Asimismo, habló de la aparición de los códices en los monasterios, de los archivos de textos religiosos y de los clásicos griegos y romanos con los cuales ejercitaban estas lenguas; explicó cómo los libros se fueron convirtiendo en elaborados productos artísticos que incluían encuadernaciones con oro e incrustaciones de piedras preciosas, y cómo eran símbolos de prestigio social, hasta llegar a la aparición del a imprenta, lo cual marcó un hito en la historia de la comunicación.

“Su invención hizo posible la multiplicación de copias idénticas, una difusión más amplia y un proceso de estandarización, lo que supone la transformación de los modelos de difusión cultural.”

La directora de Bibliotecas de la UV hizo referencia a Gutemberg como pionero en el arte de imprimir con tipos móviles y a su primera impresión de la Biblia en 1456: “Para crear su imprenta adaptó una prensa de madera, de las que se usaban para moler la uva en la preparación del vino. Creó tipos móviles de plomo que, a diferencia de los de madera, eran más resistentes, por lo que se podían utilizar muchas veces y los diseñó como la escritura de la época, al estilo gótico”.

González Ortega citó que la primera ciudad de América que contó con imprenta fue la ciudad de México, en 1539, inclusive antes que Madrid, cuya imprenta fue fundada en 1566; en Cambridge, EU, 100 años después y en Río de Janeiro, 200 años más tarde.

Dijo que Juan Pablos inició, por parte de la familia Kronemberg –quienes impulsaron la idea de crear una imprenta en el nuevo continente–, el trabajo de impresión en México: “Le siguieron otros impresores que se dedicaban a imprimir libros que la Real y Pontificia Universidad de México les solicitaba, así como otras instituciones de enseñanza y la propia iglesia en su labor evangelizadora”.

La presentación de diapositivas que apoyó la participación de la funcionaria es resultado de un exhaustivo trabajo de investigación que realizaron en conjunto la misma Diana González, así como Martín Páez Bistrain, Manuel de Santiago, la Biblioteca Lafragua y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Por su parte, Maite Linaje invitó al auditorio, conformado principalmente por jóvenes, a conocer a través de los libros datos interesantes y curiosos, como el que para los griegos la mujer no tenía alma hasta que hubo un concilio y ahí decidieron que sí, o que no podemos chuparnos el codo con nuestra propia lengua.

“Para quienes hablamos español es muy fácil leer, pues sólo requerimos conocer 29 letras del alfabeto; en cambio, en China para leer un periódico hace falta saber cuatro mil ideogramas”, aseguró.

La académica se refirió al libro como a un amigo: “Es como una persona en quien podemos encontrar afinidades, nos identificamos con él, nos hace ser mejores personas. Aunque lo dejemos abandonado, cuando volvamos a él estará siempre ahí para disfrutarlo. Así que démosles una oportunidad, leámoslos, disfrutémoslos y luego decidamos si nos lo quedamos”.