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Debe
inculcarse desde niños: Diana González, directora de
Bibliotecas UV
La lectura también es un valor familiar Dunia
Salas Rivera |
El
libro es el mejor amigo que podemos tener, estará siempre ahí
para que lo disfrutemos: Maite Linaje |
La
lectura es un valor familiar. En la casa es nuestro primer momento
donde podemos hacer posible esa necesidad de conocer qué pasa
en otros mundos y sobre miles de temas, otras circunstancias, una
manera de ver, de vivir, de hacer, de pensar, que lo encontramos en
los libros, aseguró Diana González, directora general
de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana (UV).
En
la mesa redonda El libro; una historia unida al conocimiento de la
cultura, en la que participó al lado de la catedrática
de la Facultad de Artes Plásticas de la UV, Maite Linaje, González
Ortega presentó una interesante sinopsis histórica de
las etapas por las que ha pasado el libro hasta la actualidad.
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En
la mesa El libro; una historia unida al conocimiento y de la cultura,
participaron Diana González y Maite Linaje
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Ahí,
se refirió a las culturas que desde hace cinco mil años
desarrollaron formas de escritura como la china, egipcia, mesopotámica,
mesoamericana, entre otras. Desde el uso de la planta del papiro por
los egipcios, pasando por los griegos y la anexión de Egipto
por Alejandro El Magno en el siglo III a.C. bajo la dinastía
de Ptolomeos, momento histórico en el que hubo un florecimiento
de las culturas griegas y egipcia. |
“En
esa época se fundaron en el Museio y en el Serapeion sendas
bibliotecas con 700 mil y 43 mil volúmenes, respectivamente,
las cuales son conocidas como la Biblioteca de Alejandría,
que contaba con talleres de copistas y bibliotecarios y la cual fue
incendiada en el año 391 d. C. por cristianos encabezados por
el Arzobispo Teófilo de Antoquía”, explicó.
Diana González aludió a los tipos de escritura que se
utilizaron en la antigüedad y a los diversos recursos para la
fabricación de libros. Describió cómo se elaboraba
el pergamino a base de pieles de cordero, ternera o cabra, “a
las cuales se les quitaba el pelo, se marcaban en agua de cal para
eliminar la grasa y ya secas se frotaban con polvo de yeso y se pulían
con piedra pómez”.
Asimismo, habló de la aparición de los códices
en los monasterios, de los archivos de textos religiosos y de los
clásicos griegos y romanos con los cuales ejercitaban estas
lenguas; explicó cómo los libros se fueron convirtiendo
en elaborados productos artísticos que incluían encuadernaciones
con oro e incrustaciones de piedras preciosas, y cómo eran
símbolos de prestigio social, hasta llegar a la aparición
del a imprenta, lo cual marcó un hito en la historia de la
comunicación.
“Su invención hizo posible la multiplicación de
copias idénticas, una difusión más amplia y un
proceso de estandarización, lo que supone la transformación
de los modelos de difusión cultural.”
La directora de Bibliotecas de la UV hizo referencia a Gutemberg como
pionero en el arte de imprimir con tipos móviles y a su primera
impresión de la Biblia en 1456: “Para crear su imprenta
adaptó una prensa de madera, de las que se usaban para moler
la uva en la preparación del vino. Creó tipos móviles
de plomo que, a diferencia de los de madera, eran más resistentes,
por lo que se podían utilizar muchas veces y los diseñó
como la escritura de la época, al estilo gótico”.
González Ortega citó que la primera ciudad de América
que contó con imprenta fue la ciudad de México, en 1539,
inclusive antes que Madrid, cuya imprenta fue fundada en 1566; en
Cambridge, EU, 100 años después y en Río de Janeiro,
200 años más tarde.
Dijo que Juan Pablos inició, por parte de la familia Kronemberg
–quienes impulsaron la idea de crear una imprenta en el nuevo
continente–, el trabajo de impresión en México:
“Le siguieron otros impresores que se dedicaban a imprimir libros
que la Real y Pontificia Universidad de México les solicitaba,
así como otras instituciones de enseñanza y la propia
iglesia en su labor evangelizadora”.
La presentación de diapositivas que apoyó la participación
de la funcionaria es resultado de un exhaustivo trabajo de investigación
que realizaron en conjunto la misma Diana González, así
como Martín Páez Bistrain, Manuel de Santiago, la Biblioteca
Lafragua y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Por su parte, Maite Linaje invitó al auditorio, conformado
principalmente por jóvenes, a conocer a través de los
libros datos interesantes y curiosos, como el que para los griegos
la mujer no tenía alma hasta que hubo un concilio y ahí
decidieron que sí, o que no podemos chuparnos el codo con nuestra
propia lengua.
“Para quienes hablamos español es muy fácil leer,
pues sólo requerimos conocer 29 letras del alfabeto; en cambio,
en China para leer un periódico hace falta saber cuatro mil
ideogramas”, aseguró.
La académica se refirió al libro como a un amigo: “Es
como una persona en quien podemos encontrar afinidades, nos identificamos
con él, nos hace ser mejores personas. Aunque lo dejemos abandonado,
cuando volvamos a él estará siempre ahí para
disfrutarlo. Así que démosles una oportunidad, leámoslos,
disfrutémoslos y luego decidamos si nos lo quedamos”. |
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