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Aseguró
Ángel Díaz Barriga, académico de la UNAM
Necesario repensar la autonomía de
cara a una sociedad en transformación
Dunia Salas Rivera |
La
autonomía ha sido concebida como una defensa para evitar que
el gobierno se entrometa en la vida universitaria, dijo |
Las
universidades requerimos repensar la autonomía de cara a una
sociedad diferente, a un mundo de trabajo y a campos científicos
y disciplinares que están en transformación, aseguró
Ángel Díaz Barriga, académico de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante la celebración del Décimo aniversario de la
expedición de la Ley de Autonomía y la instalación
de la primera junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana (UV),
Díaz Barriga subrayó que la autonomía universitaria
debe permitir ver el mundo, la globalización, los temas de
frontera y las exigencias de formación para la competencia
y vincular a las universidades tanto con el gran capital como con
las pequeñas empresas.
El ex director del Centro de Estudios sobre la Universidad dijo que
además, esa autonomía deberá permitir suponer
cómo es una formación en una sociedad competitiva, cómo
podemos insertar a nuestros estudiantes en el consorcio de una sociedad
que demanda cada vez más saber y hacer.
“Necesitamos revisar las reformas que se están haciendo
en educación superior, modificar la manera en como se está
concibiendo y la manera como se está ligando la evaluación
al financiamiento, necesitamos una autonomía que reconozca
la historia de cada institución como su inserción social”.
El miembro de la Academia Mexicana de Ciencias dijo que la autonomía
ha sido concebida como una forma en que las universidades establecen
una relación con los gobiernos en turno: “Como una defensa
para evitar que las autoridades gubernamentales se entrometan en aspectos
sustantivos y relevantes a la vida universitaria”.
Pero también, agregó, como una defensa a ultranza de
la libertad para dar cabida a todas las corrientes de pensamiento,
para convertir en un objeto de estudio y análisis las diversas
teorías científicas, sociales, jurídicas, históricas,
por más atrevidas que parezcan.
Díaz Barriga dijo que el elemento que caracteriza el sentido
de la autonomía universitaria guarda una relación muy
estrecha con la mayor aspiración del movimiento de la Ilustración:
“Que cada quien se atreva a usar sus razones, que cada quien
cuente con elementos provenientes del campo del saber, no del capricho,
no de la expresión ‘me late’, que le permita dar
sentido a su razón”.
La autonomía universitaria, manifestó, es heredera de
toda esta etapa social en la que la humanidad defendió su derecho
y libertad a examinar libremente de todo prejuicio cualquier corriente
de pensamiento. Sin embargo, añadió, esto no explica
por qué la autonomía universitaria es considerada como
un baluarte, especialmente en las universidades iberoamericanas y
latinoamericanas.
“Esto se debe, en primer lugar, a que nuestras instituciones
se enfrentaron a Estados nacionales que estaban en formación
incipiente y que esta etapa histórica en que el Estado tenía
un profundo elemento de lucha interna, profundas expresiones entre
liberales y conservadores, finalmente la autonomía permitía
separar el trabajo de la universidad de lo que estaba pasando en este
incipiente Estado”, aseveró.
La autonomía, dijo, fue una lucha entre liberales y conservadores
que también se manifestaba en el plano académico, “y
de alguna manera podemos ver cómo las pociones idealistas cercanas
a la filosofía moderna que emanaba del pensamiento alemán
defendían que en los planes de estudio se conservaran un conjunto
de asignaturas”.
Así, mientras los conservadores defendían materias como
filosofía, ética, estética, etimologías
o literatura en la formación del bachiller, los liberales,
muy influenciados por el positivismo europeo, empezaron a impulsar
la fuerte incorporación de las matemáticas, la física
la química, la biología.
“En el plan de estudios, paradójicamente, se logró
una coexistencia pacífica que reflejaba las dos cosmovisiones
del conocimiento. Esto de alguna manera permitía que en el
plano académico se permitiera que liberales y conservadores
pudieran coexistir”.
Sin embargo, expresó, en el plano político la situación
no era tan sencilla: “Las universidades permanentemente estaban
en lo que acontecía con los gobiernos en turno, en las situaciones
caóticas que se desprendían de cada acto gubernamental”.
Por ello, puntualizó, una autonomía universitaria para
el siglo XXI debe estar menos centrada en una modelización
de universidades de investigación sin necesidad de renunciar
a ésta, reconociendo las historias que subyacen en cada universidad
mexicana. |
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