Compañeros
y compañeras del Consejo Universitario Honorables miembros
y ex miembros de la Junta de Gobierno Licenciado Fidel Herrera Beltrán,
gobernador del estado de Veracruz Doctor Juan Ramón de la
Fuente, rector de la niversidad Nacional Autónoma de México
Estimados ex rectores Participantes distinguidos e invitados especiales
de la comunidad universitaria a este acto conmemorativo de diez
años de autonomía de nuestra Universidad Veracruzana
Compañeros y compañeras universitarios:
Este
es un gran día para la Universidad Veracruzana. No sólo
porque, unidos, los universitarios de ayer, de hoy y del mañana
celebramos con alegría y emoción diez años
de autonomía universitaria; sino también porque
los universitarios, a lo largo de esta etapa, hemos llevado a
cabo los más importantes cambios académicos, físicos
y tecnológicos de la institución en sus 62 años
de vida.
Ha sido esta una hazaña acorde con la sensibilidad del
entonces gobernador del estado, Patricio Chirinos Calero, quien
hizo suya la demanda de ese derecho levantada por un grupo de
universitarios visionarios y comprometidos, encabezados por el
entonces rector de esta casa de estudios Emilio Gidi Villarreal,
a quien aprecio y agradezco especialmente su presencia en este
acto.
Cambios estructurales y profundos, pues, que constituyen una hazaña
digna de la quincuagésima séptima legislatura del
estado de Veracruz y de la sociedad veracruzana, quienes consideraron,
al otorgarle este derecho, que era ya un centro de convergencias,
un espacio abierto a los más diversos encuentros y realizaciones,
y justo era “reconocerle su derecho a la autonomía
plena”.
Todos, a una voz, reconociendo el ejercicio responsable y maduro
de la libertad de opinión, de expresión, de cátedra,
de investigación, de creación, de parte de la comunidad
universitaria, le hicieron justicia a la máxima casa de
estudios del estado, y, de acuerdo con la exposición de
motivos de la iniciativa de Ley Orgánica, reconocieron
la facultad y responsabilidad de la Universidad de gobernarse
a sí misma, elegir a sus autoridades, desarrollar su propia
normatividad y cuidar de su régimen patrimonial.
La Universidad Veracruzana nació con raíces sólidas
hace más de seis décadas; creció de manera
rápida y firme, con ambiciones políticas, culturales
y sociales, predeterminadas y regidas por las ideas y los principios
de la libertad y la democracia.
Sobre esas bases históricas y bajo el nuevo régimen
de autonomía, los universitarios realizaron los nuevos
cambios en la universidad: pusieron en marcha un Modelo Educativo
Integral y Flexible; se echaron a cuestas la construcción
de las Unidades de Servicios Bibliotecarios y de Información;
impulsaron la modernización tecnológica y, a la
luz de un paradigma educativo más moderno y audaz, posicionaron
a la Universidad Veracruzana como una de las instituciones de
vanguardia del país. En esa tarea extraordinaria dejó
su huella indeleble el ex rector Víctor Arredondo Álvarez.
Hace diez años, el mundo estaba sumergido en un proceso
de grandes mutaciones con una globalización que había
provocado fuertes efectos en las naciones y en los pueblos. Nuestro
país vivía un proceso de transición democrática
intenso y el sistema político se enfrentaba a la primera
experiencia de un gobierno dividido. En el campo de la educación
superior se habían establecido mecanismos de control y
evaluación en asuntos que tradicionalmente se dejaban al
libre criterio de cada una de las instituciones de educación
superior públicas.
El Estado había menguado su participación en la
educación en general, pero en especial en la de nivel superior.
Este hecho permitió una mayor presencia de los particulares
en este campo y las instituciones públicas se enfrentaron
a una realidad más compleja y hostil.
En ese contexto se estableció la autonomía a la
Universidad Veracruzana. Se entienden entonces las razones de
nuestra entusiasta y agradecida celebración: en realidad
la autonomía constituyó para los universitarios
un torrente de energía creadora, una carga de fuerza moral
que nos llevó a la aplicación efectiva, sin demora
alguna, de este principio jurídico, político e institucional,
el principio rector sobre el que habrían de sustentarse
los proyectos encaminados a responder a la nueva realidad, y a
elevar la calidad educativa de la institución.
Nadie puede negar que hoy nuestra casa de estudios es más
madura, más respetada y mucho más estable académicamente
que en el pasado. Los avances en la calidad de la enseñanza,
la investigación, la vinculación, la difusión
de la cultura y la identidad indiscutible de su designio social,
son fruto de la autonomía que hace diez años se
le otorgó a la Universidad Veracruzana.
Somos una institución joven. La autonomía, entendida
en sus diferentes vertientes prácticas, nos ha permitido
recuperar el tiempo, actualizarnos y abrirnos camino hacia el
futuro. La autonomía académica y científica,
en primer lugar, la cual es expresión pura de la libertad
de cátedra y de investigación, y que nuestro propio
proceso de transformaciones ha consolidado, hizo posible los avances
académicos, la evaluación de nuestros docentes,
los mecanismos de ingreso de los estudiantes, la permanencia y
promoción del personal académico.
La autonomía financiera de las universidades públicas
se sustenta en el compromiso recíproco con los gobiernos
federal y estatal: de éstos, el de proporcionarnos un presupuesto
justo, oportuno y sin condiciones; y de parte de nuestras instituciones,
el de sujetarse al ejercicio responsable del gasto y a la práctica
de la transparencia y la rendición de cuentas.
A lo largo de estos años, la Universidad Veracruzana se
ha significado por sujetarse de manera escrupulosa a la revisión
de sus estados financieros. La autonomía, lo he dicho siempre,
no nos exime de nuestro deber de sujetarnos a las contralorías
formales y a las de la sociedad.
Debo decir, por cierto, que los gobiernos federal y estatal han
sido respetuosos de la autonomía al mantener los porcentajes
de montos que tradicionalmente corresponden a nuestro presupuesto.
Sería deseable, en este mismo terreno, una mayor participación
del gobierno federal. Con ello se haría realidad un equilibrio
presupuestal que nos permitiría proporcionar un mejor servicio
educativo a la sociedad.
La autonomía en el gobierno universitario, que significa
el derecho de los universitarios a conducir nuestro propio destino,
a que este destino dependa de nosotros, debe ejercerse con una
enorme responsabilidad. Así lo hemos hecho: democracia
y desarrollo académico han ido de la mano en un proyecto
que es la suma de todos. La suma de inteligencia, sensatez y participación.
Es aquí donde se aprecia la labor de nuestra Junta de Gobierno.
Desde el momento mismo en que se convirtió en la autoridad
responsable de nombrar a las autoridades universitarias, la Junta
de Gobierno ha sido y es un garante de la autonomía universitaria.
Nombrados por el Consejo Universitario, todos y cada uno de sus
miembros han contribuido a establecer un foro de universitarios
libres, y con probidad, rectitud y buena fe, han respondido a
las exigencias de su grave responsabilidad.
Nuestro reconocimiento se funda, justamente, en que nuestra Junta
de Gobierno ha mostrado su compromiso con la preservación
de la autonomía y con un futuro de dignidad para la Universidad
Veracruzana.
Más allá de formalismos, entendidos como parte de
la responsabilidad que debe asumir la Universidad ante la nación
y el destino del pueblo mexicano, la autonomía –corrobora
el gran jurista mexicano Sergio García Ramírez–
“significa la exención de ataduras del poder, cualquiera
que éste sea, determinación independiente, desempeño
libre de la enseñanza, la investigación y la difusión
de la cultura”.
Añado a ello el principio de la crítica, independiente
de por sí, intrínseco a un recurso del pensamiento
comprometido con la verdad y con los valores que ayudan a fortalecer
la democracia y el respeto a la convivencia.
La autonomía es para disentir. “¡Que viva la
discrepancia!”, clamó el gran rector de la UNAM en
1968, Javier Barros Sierra, cuando la autonomía universitaria
había sido violentamente agredida, para mostrar al pueblo
de México y al gobierno despótico de aquella época
que la autonomía entraña el derecho a opinar y pensar
con libertad.
Pero de igual forma, la autonomía es para razonar y fortalecer
el diálogo. Para hacerlo fecundo y creador, cuando median
los intereses de la sociedad y no los de un grupo.
La autonomía es, efectivamente, para dialogar y razonar
con los gobiernos, con los empresarios, con las organizaciones
sociales y políticas, sin subordinaciones ni prejuicios.
Para acordar, sí, proyectos comunes, de colaboración
respetuosa. La autonomía no debe confundirse con el autonomismo
que aísla a la universidad de la realidad y la hace incumplir
con el compromiso social de toda universidad pública.
El diálogo permanente de la Universidad Veracruzana con
el gobierno federal y con el gobierno estatal es un ejemplo claro
del ejercicio responsable de la autonomía. Los hechos muestran
que el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, ha
sido respetuoso del derecho de los universitarios a gobernarse
a si mismos, y un serio impulsor de la tutela de este derecho
constitucional de la Universidad Veracruzana. Estoy seguro de
que nuestro diálogo con el gobierno del estado seguirá
siendo, por esas razones, constructivo y duradero.
La autonomía es un derecho democrático. Da a las
universidades públicas la facultad de abrir las puertas
al pueblo y a la libre expresión de todas las ideologías.
La universidad no puede ni debe guardar silencio ante la injusticia
ni el abandono de las clases populares.
Pero la autonomía nos obliga asimismo a revisar lo que
hacemos y cómo lo hacemos; es nuestra obligación
garantizar la calidad de nuestros programas; es nuestro deber
estudiar y analizar los nuevos derroteros de la ciencia y el desarrollo
de las nuevas tecnologías; debemos advertir los desafíos
políticos, económicos y ecológicos de la
sociedad; no podemos apartarnos ni ser ajenos a las graves circunstancias
sociales que vive el país; ni tampoco perder de vista las
acechanzas que se ciernen sobre las universidades públicas,
a las que desde hace tiempo se les quiere silenciosas y conformistas.
No creo que haya mejor forma de conmemorar aquella gesta política
de los universitarios y del gobierno que seguir luchando por defender,
preservar y consolidar la autonomía. Y digo convencido
que nuestra comunidad universitaria está preparada para
esta nueva batalla que hoy iniciamos. Porque en nuestra Universidad
Veracruzana se unen el conocimiento y la enseñanza; porque
aquí, en estos recintos, en estas aulas, en estos campus,
se encuentran representadas las necesidades y los anhelos, las
pasiones y los afanes, la inteligencia y la generosidad de todas
las generaciones de estudiantes, académicos y trabajadores
que han hecho y seguirán haciendo de nuestra Universidad
Veracruzana una Universidad de más calidad, más
libre, más autónoma y más comprometida con
el pueblo veracruzano.