Buenos
días tengan todos ustedes. Señor gobernador, licenciado
Fidel Herrera. Estimado colega y amigo, doctor Raúl Arias
Lovillo, rector de la Universidad Veracruzana. Distinguidos ex rectores.
Integrantes de la Junta de Gobierno de esta Universidad. Colegas
universitarios. Señoras y señores.
Quiero agradecerle cumplidamente al señor Rector la invitación
que me hiciera para estar presente en esta conmemoración,
sin duda simbólica, representativa de una de las universidades
más vigorosas que tenemos en nuestro país y en América
Latina. Esta casa de estudios ha tenido una trayectoria cada vez
más sólida, que es producto, como aquí se ha
dicho, del trabajo de muchas generaciones.
Las universidades son proyectos de largo plazo y quien no las ve
en esa perspectiva simplemente no las entiende. Hoy podemos ver
qué importante ha sido darle la posibilidad de la autonomía
a la Universidad, porque los avances y los logros son, a mi juicio,
inobjetables.
Se puede o no estar de acuerdo con algunos asuntos de la Universidad,
pero nadie, objetiva y racionalmente, podría cuestionar que
hoy la UV es mucho más sólida, con mucha mayor presencia,
con un prestigio cada vez más extendido. Hoy la Universidad
Veracruzana es mucho mejor que hace diez años.
La autonomía, una vez más, muestra que le da a la
Universidad mayores facultades, mayores atribuciones y también
mayores responsabilidades. Y queda claro que la UV ha asumido cabalmente
esas responsabilidades.
Por eso, me parece que no hay razones objetivas de ningún
tipo para cuestionar su independencia de los poderes públicos,
con quien mantiene, como debe de ser, una relación respetuosa
y su capacidad técnica.
La autonomía universitaria en México tiene antecedentes
interesantes. En 1881, Justo Sierra evocaba dos razones fundamentales:
separar los aspectos académicos de los asuntos del gobierno
y de la religión imperante. Desde entonces retomaba un elemento
fundamental que hoy en día conviene volver enfatizar: una
Universidad es laica o no puede ser una institución objetiva
para el cultivo de las ciencias y de las Humanidades. Es una característica
indisoluble, a mi juicio, de una universidad como ésta, como
la UNAM, que dedican buena parte de sus esfuerzos a la investigación
científica y humanística.
Después de los planteamientos del maestro Sierra, Pedro Henríquez
Ureña planteó otro elemento que también tiene,
a mi juicio, vigencia en los tiempos actuales: la necesidad de tener
una institución autónoma financiada por el Estado.
Éste es el concepto de una democracia moderna, que en estos
tiempos acepta que haya instituciones autónomas financiadas
por el Estado, como es el caso de las universidades autónomas.
Henríquez Ureña dice: Debe haber autonomía
y financiamiento del Estado de manera simultánea y éste
es un elemento fundamental de las democracias modernas. Por eso
me da mucho gusto escuchar al gobernador de Veracruz –se nota
de inmediato que es un universitario–, porque creo que esa
visión le permite tener una concepción mucho más
clara de lo que una institución como ésta significa:
apoyarla y no pedirle a cambio que sea una institución sumisa
a las voluntades y a los dictámenes del gobierno que él
encabeza.
Eso es entender la autonomía universitaria y encabezar un
gobierno democrático.
Aunque sigue habiendo confusión: ¿qué significa
la autonomía? Lo que hemos visto en los últimos diez
años en la UV: capacidad de autogobernarse, de tener sus
propios órganos de decisión; su Junta de Gobierno,
que ha sido un factor fundamental en la consolidación de
la autonomía universitaria; administrar su patrimonio y,
desde luego, los principios fundamentales que vienen con la autonomía:
la vertiente académica, la libertad de cátedra y la
libertad de investigación.
A la luz de los resultados, quiero felicitar a la UV por el esfuerzo
realizado, por ser hoy una institución reconocida, que se
muestra ante los ojos del que quiera verla con objetividad, con
rigor académico, con conocimiento, con información;
se muestra como una de nuestras mejores instituciones de educación
superior y una de las mejores de América Latina.
¿Cuáles serían, a mi juicio, algunas de las
principales responsabilidades de una universidad como ésta?
Me quedaría con cuatro o cinco grandes responsabilidades;
sin pretender que esto sea una lista exhaustiva, son las que veo
con mayor claridad, con mayor urgencia.
La primera, sin duda, es ofrecer servicios de calidad: que enseñanza,
investigación, difusión de la cultura, sean de alta
calidad; de ser posible, de clase mundial. Por eso conviene tener
como referente el contexto internacional.
Para ello, para poder mejorar y mantener la calidad en una institución
educativa como ésta, el camino está claro, ya se ha
mencionado: es el de evaluación, el de certificación,
el de acreditación. Una universidad que no se evalúa,
se devalúa, y es algo novedoso en las universidades; lo que
ocurre es que se ha vuelto forzoso, se ha vuelto obligatorio, más
riguroso, y en esto también hemos avanzado.
La segunda gran responsabilidad es la transparencia. Así
como la sociedad exige que los servicios sean de calidad, también
exige con justa razón que haya un procedimiento de rendición
de cuentas absolutamente transparente. Hace todavía algunos
años, alguien podía pensar que esto era una violación
a la autonomía universitaria, y es al revés.
Precisamente, en ejercicio de la autonomía universitaria,
hay que rendir cuentas públicas, y aquí también
muchas universidades mexicanas hemos dado muestras reiteradas, desde
hace varios años, de que todos los recursos públicos
deben de someterse a un escrutinio público y a una revisión
pública de cuentas.
Así como no hay impedimento en que haya instituciones autónomas
financiadas por el Estado y que preserven su autonomía, tampoco
hay impedimento alguno para que esas instituciones autónomas
se sometan escrupulosamente a un procedimiento de rendición
de cuentas, para mantener la credibilidad y la confianza de la sociedad.
También creo que la Universidad en los tiempos actuales tiene
responsabilidades con todo el sistema educativo. La Universidad
es la cúspide del sistema educativo y tiene forzosamente
que estar inmersa y permanentemente fortaleciendo el sistema educativo,
no sólo por razones propias de que quienes están en
el sistema educativo llegarán a la Universidad, sino que
es difícil imaginar a un país con un sistema educativo
débil y un sistema de universidades vigoroso.
Si queremos tener en el futuro cercano, y creo que es posible, una
red de universidades de clase mundial –porque no estamos tan
lejos de lograrlo–, necesitamos que el sistema educativo en
su conjunto trabaje de manera más articulada con los mayores
criterios de calidad posibles. Y quién puede insertarle elementos
que lo revitalicen, modernicen y lo metan en esta dinámica
de la calidad: las universidades.
Desde luego, tenemos también una responsabilidad grande con
el aparato científico. Las universidades hacemos la mayor
parte de la investigación científica de México:
sólo 4.5 por ciento de los integrantes del SNI están
en instituciones privadas.
Por eso no podemos aceptar cuando alguien plantea que en las universidades
privadas se hace investigación de altísima calidad.
Me encantaría que eso fuera realidad, pero la verdad es que
la incipiente investigación que se hace en México
se hace en las universidades públicas, y por eso tenemos
que estar vinculados al aparato científico que, por cierto
en mi opinión, acusa graves signos de deterioro y de insuficiencia.
El gobierno pasado logró lo imposible, que era reducir el
presupuesto nacional para ciencia y tecnología. Empezamos
con el 0.39 por ciento al inicio y terminamos con el 0.35 por ciento
del PIB para ciencia y tecnología. La verdad es que nunca
nos imaginamos que podría decrecer, teníamos ciertas
dudas de que pudiera crecer, como nos habían dicho, pero
honradamente esto fue una hazaña que nos muestra el rezago
en el que estamos.
También debemos seguir vinculados a la extensión y
la difusión de la cultura, con este sello propio de las universidades
que entendemos la cultura como un mecanismo de inclusión
social, no como algo reservado para ciertos espíritus y con
una connotación elitista.
La gran diferencia de la cultura universitaria con la cultura oficial,
es que la cultura universitaria tiene ese claro propósito
de inclusión social y la cultura convoca, la cultura congrega,
la cultura une, la cultura nos permite entrar en dinámicas
en donde nuestras diferencias pueden inclusive acomodarse y complementarse.
Tenemos que estar más vinculados con los sectores productivos.
A veces uno tiene la impresión de que en México el
sistema educativo camina en una dirección y el aparato productivo
camina en otra dirección. El fin último de la educación
y la educación universitaria, no puede excluirse, es que
precisamente representa un mecanismo de movilidad social, para quien
a lo largo de sus primeros 20, 25 ó 30 años de vida
ha sido parte del sistema educativo.
Algo importante de las universidades públicas que no podemos
olvidar, es la importancia de las humanidades y las ciencias sociales,
porque México necesita, desde luego, científicos,
técnicos y expertos en genómica, mecatrónica
y en geomática, pero también México necesita
filósofos, necesita antropólogos, necesita poetas
y necesita directores de teatro y de cine, y eso lo hacen las universidades
publicas. Así que el reto es hacer las dos cosas.
Permítaseme, finalmente, hacer una reflexión sobre
otro problema que veo también importante que tendremos que
seguir abordando en los próximos años, y es el financiamiento
de la educación superior. Este es un problema en todo el
mundo. Nadie ha logrado encontrarle la solución perfecta.
Creo que el Estado tiene una responsabilidad ineludible con la educación
pública; el Estado tiene que seguir comprometido con la educación
pública como tiene que seguir comprometido con la seguridad
y con la salud pública, y con la provisión de servicios
básicos, porque si no para qué queremos un Estado,
señor gobernador, si no se dedica el Estado a proveer esos
servicios básicos; no tiene razón.
Pero hay una responsabilidad del Estado, pero también hay
una responsabilidad en las universidades, también eso tenemos
que dejarlo claro. Las universidades tienen que contribuir a complementar
ese financiamiento. No hay una fórmula mágica al respecto,
pero creo que debemos ir puliendo cada vez más los criterios
para que, precisamente en esto que ha sido un anhelo del rector
Arias y de un servidor, de que realmente haya una política
de Estado en México que tiene que incluir el financiamiento,
y las universidades tengamos criterios específicos, podamos
–sobre la base de esos criterios– hacer asignaciones
objetivas y poder tener, como urge en México, la posibilidad
de contar con presupuestos multianuales para hacer un ejercicio
de planeación como requiere una institución educativa.
Hay quien piensa que con la globalización se van a acabar
las universidades; está equivocado. Hay quien piensa que
la educación privada es necesariamente mejor que la educación
pública; está equivocado. Hay quien piensa que México
no debe invertir en investigación sino más bien importar
productos de investigación; está equivocado. Hay quien
piensa que la universidad no es el mecanismo idóneo para
alcanzar la justicia social; está equivocado.
Habemos quienes pensamos que los mejores proyectos que han construido
las sociedades, y México no es la excepción, son las
universidades, y como muestra hoy podemos públicamente decir
esto de la Universidad Veracruzana. Muchas gracias. (Fragmentos). |