Año 7 • No. 272 • Junio 25 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Salvador Elizondo, complejo
y poco leído
Gina Sotelo
De los escritores de la llamada “Generación del medio siglo”, Salvador Elizondo es quizás el autor más complejo y el menos leído fuera de la academia; su discurso parece un tanto reiterativo como consecuencia de las obsesiones que están marcadas en sus textos y que tienen que ver con el cuestionarse qué es la escritura e intentar describirla, comentó Norma Angélica Cuevas en el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV).

Norma Angélica sostuvo esta charla dentro del ciclo de conferencias Protagonistas de la literatura mexicana del siglo XX, donde además dijo que se requiere por parte del lector un alto nivel de concentración, pero los textos de Elizondo tienen el encanto de que a pesar ser prosa, en el fondo son muy poéticos y saben enganchar muy bien al lector en esta indeterminación de elementos que componen las novelas.

Adentrarse en el mundo literario de Salvador Elizondo es una fascinación con el lenguaje, se aprecia erotismo, dolor, pero sobre todo tristeza: “Él recupera mucho este estado anímico como aquel que posibilita la literatura, porque el estado de la tristeza es para Elizondo el sentimiento más sincero que puede haber en tanto que se vive en soledad y no puede ser compartido”.

La conferencista señala varias temáticas en la obra de Elizondo, siete para ser exactos. Habla primero de los espejos, elemento fundamentales y de ahí que se hable de una escritura narcisista.

Cita además que poseía una escritura fragmentaria, cual montaje del cine a la literatura, y que lo lleva a entrar a un mundo poético que no está. Una tercera obsesión es la imagen que puede ser multiplicada en el texto como si fuera una voz que se enuncia, o por el otro lado está la imagen congelada por el instante, la fotografía.

Como cuarto elemento está la mirada que le valió el comentario de la crítica a ser parte del movimiento francés llamado “La escuela de la mirada”. El autor se detiene en la corporeidad y en la corporeidad ficcional. La quinta característica es la reflexión de la propia estética, partiendo del cuestionamiento de lo que es la escritura y cómo es posible que ésta suceda.

Aquí Norma Angélica hace una pausa y se detiene a explicar cuáles son las figuras que le preocupan y básicamente cita tres grandes vertientes: “El autor, el cómo se construyen los personajes y cómo construye al interior de esa imagen una idea del lector”.

Como sexta característica en la escritura de Elizondo cita la obsesión por la memoria como esa línea delgada que puede conocer el paso, el desplazamiento entre el sueño y la vigilia, es ahí y en esa posibilidad donde tiene cabida la escritura.

La obra de Salvador Elizondo podría ser clasificada en tres novelas: la primera es Farabeuf o la crónica de un instante; la segunda y quizá la más compleja es El hipogeo secreto, y la tercera es Elsinor. Además, existe una obra de teatro, un libro de cuentos o relatos y ensayos, así como un poemario y su autobiografía, escrita cuando apenas tenía 33 años, libro que años más tarde se publica de nuevo tal cual; es el propio Elizondo quien le añade una reflexión en la que declara que ninguna autobiografía es confiable, sino que es también literatura.