Año 7 • No. 277 • Agosto 20 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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David Sandoval
Activa y desactiva áreas del cerebro relacionadas con el proceso
La recompensa sexual facilita el aprendizaje
Estudiar la respuesta sexual en animales de laboratorio permite establecer analogías con el comportamiento humano que podrían explicar los mecanismos neurales normales y algunas aberraciones sexuales, como la pedofilia o el fetichismo, explicó Genaro Coria Ávila, investigador del Instituto de Neuroetología
de la Universidad Veracruzana (UV).

Coria Ávila trabaja un modelo en ratas hembra para estudiar la recompensa sexual femenina: “Es como una analogía que utilizamos para pensar qué podría ayudarnos a entender la fisiología del orgasmo en mujeres o en otras especies”.

Existen varias formas de recompensa sexual, aunque en los humanos siempre la asociamos con orgasmo, continuó. “Las ratas hembra, por ejemplo, experimentan recompensa sexual cuando son capaces de decidir cuándo y cuánta estimulación sexual desean recibir del macho”.

Esto puede servir para acelerar la creación de vínculos afectivos entre macho y hembra, precisó. “La recompensa sexual activa y desactiva ciertas áreas del cerebro que facilitan el aprendizaje de las cosas o individuos a nuestro alrededor; cualquier estímulo que represente este momento puede quedar en la memoria”.

Dichos estímulos condicionados –como se denominan– activan áreas que son muy importantes en la toma de decisiones y en la motivación de casi todas las conductas; son áreas de un sistema denominado mesolímbico, como también áreas de la memoria, detalló Genaro Coria.

Las cuestiones relacionadas con la recompensa sexual que las hembras experimentan, qué es lo que ocurre a nivel cerebral, qué sustancias se liberan, para qué sirve desde el punto de vista del aprender cosas nuevas o aprender a preferir a una pareja, son las principales interrogantes de la investigación, continuó.

“Pueden ser características artificiales las que activen áreas de nuestro cerebro que nos recuerdan experiencias asociadas con la recompensa sexual; por ejemplo, una rata que ha aprendido a asociar olor de almendra con recompensa sexual, se excitará más con un macho que tenga olor a almendra, aunque nunca lo haya visto antes, además de que puede ser más fértil con él.”

Aunque el olor a almendra por sí mismo no facilita esta respuesta en animales que no lo asocian con recompensa sexual, cuando se da es a través de un proceso de condicionamiento clásico llamado pavloviano, que fue reportado hace más de 100 años por el fisiólogo ruso Iván Pavlov, precisó el investigador.

En nuestro trabajo, prosiguió Coria Ávila, hemos visto que podemos llegar a asociar olores, colores, figuras, con la recompensa sexual; todas esas cosas que naturalmente no excitarían, de repente se vuelven importantes por la asociación y el aprendizaje que hacemos; por ejemplo, todos los fetichismos pueden tener una base dentro del condicionamiento pavloviano.

Genaro Coria detalló que la respuesta sexual satisfactoria activa procesos de aprendizaje en el cerebro
Elegir estimula la recompensa
El investigador destacó que si la rata hembra puede elegir cuándo tener relaciones sexuales y cuándo no, experimenta una recompensa sexual y subrayó su importancia: “En el caso de las mujeres, podría aplicarse para estudiar la disfunción sexual o anorgasmia ocasionada por diferentes factores que van desde lo biológico hasta lo social”.

Planteó también que la pedofilia podría tener su fundamento en preferencias aprendidas bajo cierto condicionamiento. Otra posibilidad es el estudio de la homosexualidad: “Hasta hoy no sabemos cuál es su causa; hay quienes dicen que tiene causas neurobiológicas, hay quien dice que tiene sus bases aprendidas; la verdad es que puede ser de las dos y es aceptable que sea así, pues es parte de la diversidad en la naturaleza”.
Todos tenemos preferencias innatas y aprendidas, los individuos machos, por ejemplo, nacen con la predisposición de que les gusten las hembras de manera general, ésa es una predisposición innata; sin embargo, aunque haya atracción innata por el sexo opuesto, uno no se siente atraído por todas las posibles parejas.

“Puede haber diez hembras y no serán igual de atractivas para un individuo, sino que habrá una en particular; yo lo llamo subpreferencias y dependen mucho del condicionamiento, de lo que uno asocia con experiencias pasadas de recompensa o aversión, aunque no únicamente sexual.”

Aprender a preferir una pareja por señales condicionadas es único y exclusivo de quien lo aprendió, cada individuo tiene que experimentar algo recompensante o aversivo y su cerebro tiene que aprender lo que le rodea para poder predecir ese evento en un futuro.

“Uno aprende a preferir las parejas sexuales por lo que el cerebro naturalmente te dice, pero puede ser que haya individuos en quienes la organización neuronal funcione acercándolos con alguien de su mismo sexo”, detalló; “otra es que prefiramos de una manera sexual a individuos que tienen características que nos recuerdan experiencias recompensantes y quizá de un estado afiliativo lo convirtamos a sexual”.

En el ámbito humano, las personas que han tenido varias parejas casi siempre las eligen por ciertos rasgos semejantes, no aplica en todas las personas pero debe haber una o varias características que atraigan más y éstas pudieron ser aprendidas o innatas en el individuo.

Mejoras a nivel veterinario
Esta investigación comenzó en 2002, en colaboración con el profesor Jim Pfaus, perteneciente al Centro de Estudios de Neurobiología Comportamental de la Universidad Concordia en Montreal, Canadá, quien fue tutor de Coria Ávila.
Apenas con seis meses en la UV, en calidad de repatriado por CONACYT y con la gestión de Jorge Manzo, miembro también del Instituto de Neuroetología, Genaro Coria plantea posibles aplicaciones a sus resultados.

“Desde el punto de vista de la veterinaria y zootecnia es importante entender los mecanismos que hacen que un animal se excite más y que facilite su reproducción”; otra aplicación, prosiguió, sería poder dar recompensa sexual a los animales con el fin de mejorar su reproducción, “aunque suena raro, un ejemplo sería en las vacas; al menos en áreas tropicales como las de Veracruz tienen problemas para la reproducción por muchos aspectos, pero imaginemos que pudiéramos mejorar su reproducción.”

Si un modelo de laboratorio pudiera incrementar la recompensa sexual en las vacas antes o después de cada inseminación artificial, dijo, podría incrementarse la fertilidad y el número de crías: “Lo que tenemos que encontrar es cómo poder brindar la recompensa sexual, al menos en las ratas de laboratorio ya lo hemos encontrado”.

La ventaja de mi trabajo de investigación –subrayó Coria Ávila– es tener un bajo costo relativo, ya que no se necesita un equipo muy sofisticado, prácticamente lo que se necesita es imaginación; con más recursos se harían cosas en el ámbito molecular o genético, pero este tipo de investigación es fácil de hacer y tiene muchas aplicaciones tanto a en el aspecto humano como animal, además de un tema que a todo mundo le interesa, concluyó.

Genaro Coria, forma parte de la línea de investigación Neurobiología del comportamiento sexual que dirige Jorge Manzo y el estudio que éste realiza se llama Recompensa sexual femenina en ratas hembra, correo electrónico: coria75@yahoo.com y gcoria@uv.mx