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David
Sandoval |
Activa
y desactiva áreas del cerebro relacionadas con el proceso
La recompensa sexual facilita el aprendizaje |
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Estudiar
la respuesta sexual en animales de laboratorio permite establecer
analogías con el comportamiento humano que podrían explicar
los mecanismos neurales normales y algunas aberraciones sexuales,
como la pedofilia o el fetichismo, explicó Genaro Coria Ávila,
investigador del Instituto de Neuroetología
de la Universidad Veracruzana (UV).
Coria Ávila trabaja un modelo en ratas hembra para estudiar
la recompensa sexual femenina: “Es como una analogía
que utilizamos para pensar qué podría ayudarnos a entender
la fisiología del orgasmo en mujeres o en otras especies”.
Existen varias formas de recompensa sexual, aunque en los humanos
siempre la asociamos con orgasmo, continuó. “Las ratas
hembra, por ejemplo, experimentan recompensa sexual cuando son capaces
de decidir cuándo y cuánta estimulación sexual
desean recibir del macho”.
Esto puede servir para acelerar la creación de vínculos
afectivos entre macho y hembra, precisó. “La recompensa
sexual activa y desactiva ciertas áreas del cerebro que facilitan
el aprendizaje de las cosas o individuos a nuestro alrededor; cualquier
estímulo que represente este momento puede quedar en la memoria”.
Dichos estímulos condicionados –como se denominan–
activan áreas que son muy importantes en la toma de decisiones
y en la motivación de casi todas las conductas; son áreas
de un sistema denominado mesolímbico, como también áreas
de la memoria, detalló Genaro Coria.
Las cuestiones relacionadas con la recompensa sexual que las hembras
experimentan, qué es lo que ocurre a nivel cerebral, qué
sustancias se liberan, para qué sirve desde el punto de vista
del aprender cosas nuevas o aprender a preferir a una pareja, son
las principales interrogantes de la investigación, continuó.
“Pueden ser características artificiales las que activen
áreas de nuestro cerebro que nos recuerdan experiencias asociadas
con la recompensa sexual; por ejemplo, una rata que ha aprendido a
asociar olor de almendra con recompensa sexual, se excitará
más con un macho que tenga olor a almendra, aunque nunca lo
haya visto antes, además de que puede ser más fértil
con él.”
Aunque el olor a almendra por sí mismo no facilita esta respuesta
en animales que no lo asocian con recompensa sexual, cuando se da
es a través de un proceso de condicionamiento clásico
llamado pavloviano, que fue reportado hace más de 100 años
por el fisiólogo ruso Iván Pavlov, precisó el
investigador.
En nuestro trabajo, prosiguió Coria Ávila, hemos visto
que podemos llegar a asociar olores, colores, figuras, con la recompensa
sexual; todas esas cosas que naturalmente no excitarían, de
repente se vuelven importantes por la asociación y el aprendizaje
que hacemos; por ejemplo, todos los fetichismos pueden tener una base
dentro del condicionamiento pavloviano. |
Genaro
Coria detalló que la respuesta sexual satisfactoria activa
procesos de aprendizaje en el cerebro |
Elegir
estimula la recompensa
El investigador destacó que si la rata hembra puede elegir
cuándo tener relaciones sexuales y cuándo no, experimenta
una recompensa sexual y subrayó su importancia: “En el
caso de las mujeres, podría aplicarse para estudiar la disfunción
sexual o anorgasmia ocasionada por diferentes factores que van desde
lo biológico hasta lo social”.
Planteó también que la pedofilia podría tener
su fundamento en preferencias aprendidas bajo cierto condicionamiento.
Otra posibilidad es el estudio de la homosexualidad: “Hasta
hoy no sabemos cuál es su causa; hay quienes dicen que tiene
causas neurobiológicas, hay quien dice que tiene sus bases
aprendidas; la verdad es que puede ser de las dos y es aceptable que
sea así, pues es parte de la diversidad en la naturaleza”. |
Todos
tenemos preferencias innatas y aprendidas, los individuos machos,
por ejemplo, nacen con la predisposición de que les gusten
las hembras de manera general, ésa es una predisposición
innata; sin embargo, aunque haya atracción innata por el sexo
opuesto, uno no se siente atraído por todas las posibles parejas.
“Puede haber diez hembras y no serán igual de atractivas
para un individuo, sino que habrá una en particular; yo lo
llamo subpreferencias y dependen mucho del condicionamiento, de lo
que uno asocia con experiencias pasadas de recompensa o aversión,
aunque no únicamente sexual.”
Aprender a preferir una pareja por señales condicionadas es
único y exclusivo de quien lo aprendió, cada individuo
tiene que experimentar algo recompensante o aversivo y su cerebro
tiene que aprender lo que le rodea para poder predecir ese evento
en un futuro.
“Uno aprende a preferir las parejas sexuales por lo que el cerebro
naturalmente te dice, pero puede ser que haya individuos en quienes
la organización neuronal funcione acercándolos con alguien
de su mismo sexo”, detalló; “otra es que prefiramos
de una manera sexual a individuos que tienen características
que nos recuerdan experiencias recompensantes y quizá de un
estado afiliativo lo convirtamos a sexual”.
En el ámbito humano, las personas que han tenido varias parejas
casi siempre las eligen por ciertos rasgos semejantes, no aplica en
todas las personas pero debe haber una o varias características
que atraigan más y éstas pudieron ser aprendidas o innatas
en el individuo. |
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Mejoras
a nivel veterinario
Esta investigación comenzó en 2002, en colaboración
con el profesor Jim Pfaus, perteneciente al Centro de Estudios de
Neurobiología Comportamental de la Universidad Concordia
en Montreal, Canadá, quien fue tutor de Coria Ávila.
Apenas con seis meses en la UV, en calidad de repatriado por CONACYT
y con la gestión de Jorge Manzo, miembro también del
Instituto de Neuroetología, Genaro Coria plantea posibles
aplicaciones a sus resultados.
“Desde el punto de vista de la veterinaria y zootecnia es
importante entender los mecanismos que hacen que un animal se excite
más y que facilite su reproducción”; otra aplicación,
prosiguió, sería poder dar recompensa sexual a los
animales con el fin de mejorar su reproducción, “aunque
suena raro, un ejemplo sería en las vacas; al menos en áreas
tropicales como las de Veracruz tienen problemas para la reproducción
por muchos aspectos, pero imaginemos que pudiéramos mejorar
su reproducción.”
Si un modelo de laboratorio pudiera incrementar la recompensa sexual
en las vacas antes o después de cada inseminación
artificial, dijo, podría incrementarse la fertilidad y el
número de crías: “Lo que tenemos que encontrar
es cómo poder brindar la recompensa sexual, al menos en las
ratas de laboratorio ya lo hemos encontrado”.
La ventaja de mi trabajo de investigación –subrayó
Coria Ávila– es tener un bajo costo relativo, ya que
no se necesita un equipo muy sofisticado, prácticamente lo
que se necesita es imaginación; con más recursos se
harían cosas en el ámbito molecular o genético,
pero este tipo de investigación es fácil de hacer
y tiene muchas aplicaciones tanto a en el aspecto humano como animal,
además de un tema que a todo mundo le interesa, concluyó.
Genaro Coria, forma parte de la línea de investigación
Neurobiología del comportamiento sexual que dirige Jorge
Manzo y el estudio que éste realiza se llama Recompensa sexual
femenina en ratas hembra, correo electrónico: coria75@yahoo.com
y gcoria@uv.mx |
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