Blacksburg,
Virginia. 16 de abril de 2007, 7:15 horas.
Seung-Hui Cho –23 años, estudiante de inglés
de la Universidad Politécnica de Virginia, conocida como
Virginia Tech– camina por uno de los pasillos del edificio
de dormitorios conocido como West Ambler Johnston Hall del campus
universitario. Se encuentra con los estudiantes Emily Hilscher y
Ryan Clark y, sin mediar palabra, les dispara y los asesina. |
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Cho deja la escena del crimen, camina hasta una oficina de correos
del campus y a las 9:01 de la mañana envía a la redacción
del noticiero de la cadena NBC un paquete con fotos y videos de él
mismo con vestimenta militar y apuntando armas de fuego a la cámara
y a su sien. En uno de los videos, Cho asegura: “Tuvieron millones
de oportunidades para evitar que yo hiciera esto, pero no hicieron
nada”.
Menos de 20 minutos después, el joven de origen coreano ingresa
al edificio de aulas Norris Hall, busca un salón concurrido,
irrumpe en una clase de alemán y dispara en al menos 174 ocasiones.
Mata a 30 personas e hiere a 25 más, para luego suicidarse.
La masacre más sanguinaria de la historia moderna de Estados
Unidos estaba consumada.
En julio, y a sólo unos meses de los trágicos hechos,
un grupo de estudiantes del Virginia Tech visitaron Xalapa para tomar
cursos de verano por espacio de seis semanas en la Escuela para Estudiantes
Extranjeros (EEE) de la Universidad Veracruzana (UV). En ese tiempo,
además de sus clases de español compartieron con familias
mexicanas con las que sintieron no sólo su apoyo moral sino,
además, su solidaridad y cariño. Mientras tanto, la
semana pasada, sus compañeros en EUA volvieron a clases al
trágicamente célebre campus. Un
par de testimonios
La académica estadounidense Jacqueline Bixler vino nuevamente
a la EEE, acompañando a 17 estudiantes norteamericanos. Ella
habló sobre su estancia en México: “Después
de lo que pasó allá los chicos están muy sensibles
y temerosos. Fue un día de sirenas de la policía que
queremos olvidar, por eso nos ha hecho bien venir a Xalapa que es
un sitio muy tranquilo”.
Bixtler recuerda que ese 16 de abril asistió a su primera
clase muy temprano. A las 9:26 recibió un correo electrónico
interno en el cual se le informaba que un francotirador en Norris
Hall había matado a dos estudiantes, que la policía
investigaba y que debían reportar si veían a algún
sospechoso. A las 9:45 recibió un segundo correo en el que
se les pedía que no se movieran, no salieran de sus lugares
de trabajo ni se asomaran por las ventanas porque el francotirador
estaba suelto.
“Los teléfonos estaban saturados y no pude comunicarme
a casa sino hasta tres horas más tarde. Conseguimos una televisión
y fue cuando nos enteramos de que el número de muertos era
de 32 en total y que había sido algo planeado porque el asesino
cerró con cadenas que no se pueden cortar tres salidas de
edificios; no había modo ni de entrar ni de salir”.
De manera serena, la profesora menciona que fue un día muy
duro para ella y la primera clase que impartió luego del
trágico suceso ha sido la más difícil en sus
27 años de carrera: “Ese día se borró
la diferencia entre profesores y alumnos. Todos estábamos
muy abrumados y llorando, tratando de demostrarnos afecto y buscando
fortaleza y solidaridad. ¡Y es que al menos alguien en el
campus conocía a alguna de las víctimas!”
Las familias de Xalapa –dice Bixtler– han sido muy cariñosas
con los estudiantes: “Este viaje para todos ha sido muy benéfico
pues es una manera de seguir la terapia, de distraernos un poco;
además, en la UV hemos sentido
mucho apoyo”.
Comenta que desde hace cinco años viene a Xalapa con estudiantes
de Virginia Tech y siempre la han recibido bien en la UV: “A
veces no nos perdonan los partidos de futbol o la política
de Bush, pero la mayoría de los mexicanos entienden que no
somos ni partidarios de Bush ni miembros del equipo americano de
futbol”.
La profesora reflexiona que en los Estados Unidos viven en un mundo
paradójico “donde, por un lado, nos enseñan
desde niños a respetar la diversidad y las diferencias culturales.
Por otro lado, ese mismo respeto y esa misma tolerancia permiten
que lleguen a pasar cosas como la muerte completamente sin sentido
y al azar de 32 estudiantes y profesores que amanecieron aquella
mañana y fueron a sus clases sin idea de lo que les esperaba.
”Es importante respetar las diferencias culturales, étnicas,
etcétera, pero a la vez hay que aprender a reconocer el punto
en el que esa ‘diferencia’ se vuelve un peligro. Los
de Virginia Tech esperamos que los eventos de abril sirvan de lección
para que este tipo de tragedia no vuelva a pasar jamás”,
añadió.
Michelle King tiene 19 años de edad y estudia Relaciones
Internacionales, Español y Sociología. Sobre su recibimiento
en México dice: “La UV extendió un muy sentido
mensaje de solidaridad sobre lo que pasó en abril durante
la fiesta de bienvenida”.
Para ella, estar aquí no fue diferente que estar en la ciudad
donde vive fuera de la universidad: “Tengo una familia aquí,
tengo amigos y casi nadie habla de lo que pasó. Unas veces
recibimos comentarios sobre ‘el coreano’. Pero creo
que lo mejor aquí es que la mayoría de la gente no
nos relaciona con eso”.
Ella recuerda cómo fue ese día de abril en su vida:
“Perdí el autobús a la escuela y entonces me
quedé en mi departamento. Tuve mi clase de conversación
en español, con la directora Jacqueline Bixler quien está
aquí con nosotros. Y le mandé correos electrónicos
pidiendo que no me contara ausente porque no había pasado
otro autobús. Después, mi compañero de cuarto
me llamó para decirme que tenía que prender la tele
porque algo estuvo pasando en el campus. Y allá me quedé
el resto del día. Mis compañeros del cuarto y yo pegados
a las noticias, mirando con horror lo que estaba pasando a unas
cuatro cuadras de distancia”.
Michelle manda un mensaje a los estudiantes mexicanos sobre este
panorama mundial en el que prevalece el odio, la segregación,
la ira y las diferencias raciales: “Todos en el mundo somos
diferentes; tenemos piel diferente, religiones diferentes y culturas
diferentes. Pero todos somos seres humanos.
No vale la pena odiar a la gente que no es parecida a ti. Tampoco
vale la pena tener resentimiento por cosas que ocurrieron en el
pasado. Mejor vive en paz hoy para asegurar la esperanza del futuro”. |