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Coinciden
en que la Universidad eso espera de ellos
Ayudar a damnificados nos hace más
humanos y mejores universitarios: alumnos
Dunia Salas Rivera |
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La
experiencia dejó una enseñanza académica y
humanística a los estudiantes: Emilio Zilli, vicerrector
de la región Córdoba-Orizaba
Reconoce
la sociedad trabajo, entusiasmo y puntualidad de los alumnos
Elaborarán
un manual de procedimientos para actuar con más organización
y prontitud en otros casos de desastre
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Más
de 300 estudiantes de la región Córdoba-Orizaba de la
Universidad Veracruzana (UV) realizaron intensas jornadas de trabajo
en apoyo a las familias afectadas por el paso del huracán Dean
en las comunidades cercanas al Pico de Orizaba.
“Esto nos ha hecho mejores personas, porque aprendemos a ver
las necesidades de los demás y a dejar a un lado el egoísmo
de satisfacer sólo las propias a cambio de hacerle un bien
de la gente; y también nos ha hecho mejores universitarios
porque hemos aprendido a trabajar en equipo sin rivalidades, a coordinarnos
en grupo, a respetarnos”, expresó Carmen Cueto Onofre,
estudiante de la Facultad de Odontología.
Encabezados por el vicerrector de la región universitaria Córdoba-Orizaba,
Emilio Zilli Debernardi, 80 Halcones voluntarios dirigieron la organización
de este esfuerzo, quienes por un lado conformaron brigadas para hacer
levantamiento de daños y, en el caso de los estudiantes del
área de Ciencias de la Salud, para apoyar en los requerimientos
médicos que solicitaran los gobiernos municipal, estatal y
federal.
Zilli Debernardi explicó que para integrar las aportaciones
de la sociedad se establecieron varios mecanismos, uno de ellos fue
la instalación de cuatro centros de acopio distribuidos en
diferentes puntos estratégicos y donde un grupo de más
de 80 Halcones difundieron el objetivo de los mismos, por medio de
volantes, visitas a domicilio y de convocar a los medios de información
para que la ciudad supiera a dónde dirigirse.
“Algo que quisimos evitar fue que se mezclara la cuestión
partidista o religiosa, quisimos hacerlo en orden, con transparencia
y rendición de cuentas. El otro mecanismo fue que en las facultades
cada uno de los alumnos pudiera aportar víveres, ropa, medicamentos,
etcétera. Asimismo, se hicieron llamadas telefónicas
a algunos empresarios para que también colaboraran”,
expresó.
El funcionario destacó que aparte de que este esfuerzo colectivo
dejó una enseñanza académica y humanística
a los alumnos, permitirá documentar todo el proceso y elaborar
un manual de procedimientos para que en caso de presentarse en otra
ocasión el desastre puedan tener una respuesta inmediata, organizada,
transparente, y que dé experiencias académicas a los
alumnos.
Las despensas se entregaron de mano en mano a las familias de las
comunidades de Jacal y Vaquerías, dos de las más devastadas
por el huracán y que dejó a muchos sin techos, paredes
e incluso sin casas: “Esto nos permite tener más control
de la entrega; además, el alumno adquiere una experiencia al
establecer un contacto directo que genere un espacio de solidaridad”,
puntualizó
Emilio Zilli. |
Y
es que el entusiasmo que imprimieron los universitarios generó
una confianza en la UV, que no es fácil conseguir: “Los
jóvenes adquirieron el reconocimiento de la sociedad de que
las cosas las hacen con orden, entusiasmo y puntualidad. Han adquirido
reconocimiento para la diversidad, tener éste es tener un
reconocimiento social de la Universidad, y ésta es pública”.
Calidad humana, satisfacción, solidaridad, crecimiento, esfuerzo,
amor, respeto, unión, entrega, apoyo, bondad, hermandad,
trabajo, equipo y agradecimiento fue lo que dejó en los estudiantes
esta experiencia que definieron como algo que además elevó
su autoestima personal y colectiva.
José Luis Martínez Islas, de la carrera de Química
Industrial en la Facultad de Ciencias Químicas, dijo que
con esto descubrió que “somos capaces de hacer mucho,
y que lo más importante fue el apoyo que le dimos a la comunidad,
como ciudadanos y como humanos. Siempre había esperado una
oportunidad como ésta para ayudar a la sociedad y ahora la
aproveché”. |
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Por
su parte, Mario José Chamorro Espinosa, de la Facultad de
Medicina comentó que al igual que todos, aprendió
algo bueno: “Hemos cambiado para bien. A pesar de que no nos
conocíamos, bastó un día para que pudiéramos
armar todo, entendernos como personas, como seres humanos”.
Dijo que la ayuda fue “el detonante para que pudiéramos
entendernos como personas. Hemos aprendido muchas cosas buenas:
a fijarnos en los demás sin ser individualistas sino compañeros
en todo lo que hicimos, hemos aprendido a estar juntos, a trabajar
juntos, aunque seamos de distintas áreas, y hasta con los
egresados. Es un buen sentimiento el que tenemos todos. Es una satisfacción
que nos quedará para siempre”.
Sebastián de Jesús Argüelles León, de
la Facultad de Odontología, coincidió en que el trabajo
le ha hecho crecer como persona, “porque al recorrer casa
por casa y tener contacto con las personas que nos daban algún
donativo era muy emocionante ver que, aunque no tenían mucho
qué dar, lo que tenían lo entregaban con el corazón,
fue muy esperanzador”.
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Monserrat
Flores, de la misma Facultad, dijo que aunque no fueron muchos,
el hecho de que quisieran que se lograra los hizo trabajar arduamente:
“Yo estuve repartiendo volantes en la calle, y aunque a veces
unas personas hasta quitaban los ánimos de seguir en esto,
también había gente que nos inspiraba a seguir, como
un señor humilde que vio que estábamos recolectando
y se regresó para darnos diez pesos, y aunque le dijimos
que no porque no estábamos aceptando dinero nos insistió”.
Expresó que aunque fue una pequeña obra “tratamos
de hacerla más grande aún. Hice algo en lo que al
principio no creía, pero me ganó el deseo de participar
y estoy feliz de haberlo hecho porque pude dar algo de mí”.
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