Año 7 • No. 286 • Octubre 22 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Takashi Miike
Roberto Ortiz Escobar
Como parte del ciclo que el Departamento de Cinematografía dedica a las cinematografías orientales, el próximo miércoles veremos en el Aula Clavijero de Juárez 55 una de las películas representativas de Takashi Miike, cineasta que se niega a ser etiquetado como autor, aunque sus temáticas recurrentes nos lo muestren con una mirada y un discurso propios perfectamente articulados.

Ciertamente ha sido el artífice de productos derivados de una industria fílmica nipona donde la energía creativa es bienvenida siempre y cuando se ajuste a las fórmulas genéricas y los esquemas argumentales. Miike lo sabe muy bien y se integra y adecua a los dictados del mercado. Como muestra están medio centenar de filmes, series de televisión y videoclips, amén de las cintas de corte educativo institucional. Más que aceptar ser un autor, se define como un “arreglista” que en realidad supera la norma y las expectativas artesanales. Al trabajar guiones que no son suyos les imprime un sello personal inconfundible, no obstante las variantes genéricas manejadas o los cambios estilísticos demostrados a lo largo de una carrera que ha llamado la atención tanto a la crítica como al espectador aguzado que lo convirtió en director de culto.

Llama la atención de su obra la violencia sin reparos que se desborda e inunda la pantalla con imágenes difíciles de digerir: en Fadoh: the New Generation, el balón de un partido de futbol es la cabeza de un profesor y desde su vagina una estudiante lanza dardos. Tremendismo, arrebato visceral, compulsión visual o como se le quiera definir a este tipo escenas, lo cierto es que la cinta va más allá del escozor espectacular al remitirnos a situaciones de tensión, odio y venganza entre padres e hijos.

Y es que una de las constantes del cineasta es precisamente la desintegración familiar y la necesidad de recuperar una realidad que a fuerza de golpes, enfrentamientos y sangre define su naturaleza y destino agónicos. Está también la pobredumbre citadina y la manera como el individuo se aísla o es engullido, así como las dificultades de Japón en su relación con China.

Cineasta de la rapidez y la inmediatez en cuanto a necesidades de producción fílmica se refiere, Takashi Miike nos ha obsequiado secuencias de antología desconectadas del juego narrativo convencional y más bien identificadas con un cine puro que no exige justificación alguna. Estudiante de la escuela de Shohei Imamura y admirador cuando joven de Yukio Noda, se inició en el cine con una trilogía de la que Shinjuku Triad Society fue su ópera prima filmada en 16 mm.

Además de las clásicas Dead Alive y Audition existen los remakes que participan del reconocimiento a los maestros del pasado. Tal es el caso de Graveyard of Honor, originalmente filmada por Kinji Fukasadu en 1976.
Ichi The Killer (2001) es un apabullante thriller que no deja títere con cabeza.

Baste mencionar la golpiza y violación de un hombre a una mujer, observada por un voyeur que huye y deja varios chorros de semen como constancia de su excitación, o aquella escena de golpes en el interior de un cuarto cubierto de sangre y que chorrea desde su techo el líquido vital emanado de violentos forcejeos.

Como en otras cintas, el director es un observador agudo de las perturbaciones psicológicas de sus personajes, poniendo especial énfasis en las connotaciones sexuales.

En esta película, la desolación y la fragmentación de un individuo se evidencia con el muestrario espectacular de sus enfrentamientos y heridas
físicas.

La proyección de este filme será a las 18:00 horas y la entrada es gratuita.