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Pueden
transmitirse miedo, ansiedad
y depresión a través del olfato
Dunia Salas Rivera
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Es
septiembre, llega el otoño y con ellos, la Feria Internacional
del Libro |
El miedo, la ansiedad y la depresión pueden transmitirse a
distancia de un individuo a otro debido a la importante participación
del sistema olfativo en este proceso, aseguró Ana Gloria Gutiérrez
García, investigadora del Laboratorio de Neurofarmacología
del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana
(UV).
Gutiérrez García, junto con el equipo de trabajo encabezado
por el director del laboratorio, Carlos Contreras, han estudiado cómo
en modelos animales los estímulos odoríferos pueden
llegar a inducir estrés psicosocial y los efectos que tienen
a nivel de las estructuras cerebrales que participan en el procesamiento
emocional.
“La 2-heptanona, una sustancia cetónica muy volátil,
parece estar siendo secretada en la orina de la rata y estar liberándose
para informar a otra rata que hay peligro en el entorno. La rata que
recibe esta información olfativa incrementa su ansiedad, genera
desesperanza, tiene una baja motivación en su comportamiento,
el cual se revierte cuando le damos antidepresivos”, precisó.
Esto quiere decir, añadió la psicóloga, que su
estado de ánimo se modifica al percibir que otro compañero
está siendo lastimado y que ella no puede hacer nada.
“En el caso de los humanos, esta investigación permitiría
explicar ciertos comportamientos; por ejemplo, los pacientes con enfermedades
terminales como el cáncer, o crónicas como la diabetes,
tienen olores muy característicos, que contagian su sufrimiento”,
explicó.
Ana Gloria Gutiérrez puso como ejemplo el hecho de que cuando
uno llega a un cuarto de un paciente terminal el olor que se percibe
provoca un estado de desconsuelo y desesperanza: “En el caso
del ser humano, a diferencia de las ratas con las que se investiga,
hay aspectos culturales, de aprendizaje o visuales que intervienen
en este proceso”, puntualizó.
Asimismo, tienen un proyecto para ver las feromonas de afinidad: “Esto
involucra los afectos, es decir, por qué nos sentimos atraídos
por ciertas personas y cómo ciertas sustancias odoríferas,
a las que no se les ha reconocido su naturaleza química ni
qué función tienen en el comportamiento pudieran estar
modulado”.
La investigadora dijo que se trata de modelos animales que permiten
comprender cómo se modulan ciertos comportamientos, en este
caso las sustancias odoríferas, cómo el sistema olfativo
pudiera detectar ciertas sustancias que nos permitan rechazar o aceptar
a un individuo.
“También estamos investigando si en la simpatía
y empatía que podemos sentir hacia los demás se pudieran
estar involucrando feromonas de afecto y afinidad, por qué
elegimos como compañero de trabajo o estudio a una determinada
persona y no a otra.”
En el caso de las feromonas de afinidad, comentó, parecen no
ser sustancias volátiles sino ácidos grasos, algunos
esteroides como los andógenos.
“Estas son moléculas no volátiles o con otro peso
molecular. Parecen ser diferentes sustancias las de alarma y las de
atracción. Pueden ser parte del mismo proceso metabólico,
pero si se trata de un comportamiento ansioso se va a dirigir a las
cetonas; en cambio, si se trata de un comportamiento de afinidad quizá
ya no siga todo el proceso metabólico de las cetonas sino que
se queda en otro proceso bioquímico intermediario”, puntualizó. |
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