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Algunos comentarios sobre
la planeación estratégica
José Othón Flortes Consejo |
Una
vez que tenemos definido el plan estratégico, ineludiblemente
surge la pregunta: ¿Y ahora qué hacemos con él?
En el fondo todos coinciden en el deseo de que lo que costó
tanto esfuerzo obtener ahora se cumpla pero, ¿cómo?
Algunos guardan el documento celosamente o lo comentan sólo
con sus más allegados, dejando pasar el tiempo mientras se
va añejando y se hace caduco.
Otros lo comparten igualmente con algunas personas de confianza consultándolo
de vez en cuando, haciendo referencia a él en las juntas, suponiendo
que con el simple hecho de comentarlo, los aludidos se “pondrán
el saco” y empezarán a hacer algo para cumplirlo. Algunos
de hecho lo hacen, pero no formalmente.
Dentro de los niveles directivos, hay quienes se llegan a concentrar
en establecer tareas entre su propia gente y deciden tomar las riendas,
pero sólo de algunos temas, los que suponen que les atañen.
Incluso hay quienes llegan a establecer indicadores y buscan la forma
de medir el cumplimiento de sus colaboradores
Pero estos esfuerzos, pocos o muchos, no dejan de ser insuficientes
mientras no se organice una acción común y decidida
desde la “cabeza” de la organización orientada
a implementar el plan.
Y ahora surge una nueva pregunta: ¿Y cómo hacemos para
implementarlo? Normalmente la respuesta a esta pregunta se le delega
a algún personaje importante dentro de la estructura –a
una cabeza de área de nivel dirección o gerencia–
que se aboca a la tarea de investigar sobre el tema. Esto puede llevar
a tomar cualquiera de dos caminos:
a) Dependiendo de la especialidad del área a cuya cabeza se
le haya encomendado dicha tarea, a veces se opta por decidir que internamente
desarrollarán una solución “propia” que
les permita lograr el objetivo de “implementar el plan”
con recursos propios.
b) En otros casos, buscarán apoyo externo especializado y estarán
dispuestos a invertir cierto monto de su presupuesto, sin saber cuánto
les podrá costar.
En el caso de la primera opción, lo más probable es
que acaben invirtiendo una buena cantidad de recursos en su investigación,
misma que les llevará a desarrollar un método casero
“apropiado” a sus necesidades que probablemente les resuelva
parcialmente el problema.
Después de un tiempo de prueba –que puede ser largo–
seguramente se percatarán que hace falta una herramienta informática
que les facilite el trabajo. Y aquí pueden tomar cualquiera
de dos caminos: decidir construirla nuevamente con recursos propios
o bien adquirir una que ofrezca el mercado; en el primer caso nuevamente
habrá que dedicar una buena cantidad de recursos para investigar
y desarrollar una herramienta propia que finalmente es probable que
resulte insuficiente para medir todo el alcance de su Plan Estratégico.
En el caso de decidir buscar un producto de algún proveedor
externo, obviamente tratarán de que sea el que más “se
adecue” al método desarrollado por ellos, lo cual será
realmente muy difícil de conseguir. En el mejor de los casos
puede ser que surja del mercado alguna oferta que les prometa desarrollar
o adecuar algo ya hecho a sus necesidades y acaben automatizando lo
que desde el principio –el método propio desarrollado
por ellos mismos– es ineficiente.
Después de un tiempo normalmente largo, se dan cuenta que invirtieron
una enorme cantidad de recursos en investigación, en realizar
pruebas con grupos piloto, en tratar de desarrollar una herramienta
propia para luego adquirir un producto “híbrido”
que al final no sirve, y que finalmente el Plan Estratégico
se ha quedado no solamente sin implementar, sino que además
ya es caduco.
¿Aquí qué error se cometió? El haber calculado
erróneamente que una tarea de esta envergadura podía
ser solucionada internamente, cuando para ello se requieren dos elementos
clave: conocimiento y experiencia en metodología práctica,
y tecnología adecuada.
Ahora, también es cierto que algunas organizaciones logran
desarrollar una solución propia que resulta óptima y
eficiente, pero seguramente después de una fuerte inversión
de tiempo y dinero, sin contar lo que faltará para mantenerla
actualizada y en constante evolución.
En el caso de la segunda opción, aquel director o gerente de
área que decidió buscar apoyo externo especializado,
por lo pronto es probable que llegue por Internet a algún sitio
con información sobre Balanced Scorecard, Tableros de Control,
Administración por Objetivos o por Resultados, etcétera.
Es bueno revisar estos sitios para ver qué ofrece el mercado,
pero hay que hacerlo con especial cuidado ya que, como en todos los
rubros de los negocios que atraviesan por modas, la variedad de productos
y propuestas es muy diversa, además de que no faltan los charlatanes.
Revisemos ahora cuatro pasos básicos para la implementación
exitosa del Plan Estratégico:
Primero. Es importante revisar el Plan Estratégico y establecer
algunas reglas básicas para su implementación;
Segundo. Debe existir un método para hacer las cosas y llevar
a cabo una capacitación sistemática para enseñarlo,
la improvisación sólo conducirá irremediablemente
al fracaso. Existen muchos métodos, algunos efectivos y otros
no tanto; muchos adolecen de ser incompletos y dejan las cosas a la
mitad, lo que irremediablemente conlleva proceso de la implementación
del plan estratégico al fracaso.
Hay que contar con una buena herramienta para administrar la información,
y ser muy persistentes. Recuerdo que un compañero del medio
alguna vez me comentaba que existe una marcada tendencia a buscar
los modelos de moda, las empresas de consultoría con nombres
rimbombantes que “hacen de todo”, y a usar herramientas
“certificadas” que son muy costosas pero resultan poco
efectivas.
Tercero. Debe darse un seguimiento exhaustivo y permanente al avance
de la implementación del Plan Estratégico y verificar
periódicamente su cumplimiento. La idea de este seguimiento
es tener siempre “el dedo en el renglón”. Esta
es la clave para mantener el enfoque en los objetivos planteados.
Otro aspecto fundamental de esta etapa es la retroalimentación
de los resultados parciales que se van obteniendo, así como
del desarrollo de todo el proceso de medición.
Cuarto. El último paso tiene que ver con manejar ciclos de
medición parciales dentro de los mismos ciclos anuales, ya
sean mensuales, bimestrales, trimestrales o máximo cuatrimestrales
en los que se “refresque” todo el sistema de objetivos.
Hasta aquí por hoy y la próxima semana les presentaré
algunas premisas que el equipo directivo debe tener en cuenta para
implementar el Plan Estratégico con éxito, mientras
tanto yo sigo esperando sus comentarios en: otflores@uv.mx. |
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