El gran poder que tiene la palabra se
ha demostrado desde hace miles de años, aunque se hayan transformado
los soportes en los que se ha plasmado y que actualmente responden
a las nuevas tecnologías. A lo único que se debe temer
es que el lenguaje, constituido por el conjunto de palabras, se aleje
de su continua transformación o que llegue a deformarse por
la introducción de palabras ajenas a nuestro idioma.
Roberto Zavala Ruiz tiene una experiencia de 20 años en la
producción, corrección, coordinación y edición
de libros y considera al lenguaje como un ente vivo y cambiante, tal
como consideraba Henry James a la novela. Zavala se congratula porque
las personas no obedezcan a los puristas que se resisten a que el
lenguaje sea transformado constantemente por las personas según
“les suene mejor”.
Conocido y reconocido por su texto El libro y sus orillas, libro de
cabecera de numerosas editoriales como la UV y la Editora de Gobierno
de Veracruz, Roberto Zavala fue invitado a la Feria Internacional
del Libro Universitario, durante la cual fue entrevistado para conocer
su punto de vista sobre la trascendencia en nuestros días de
la lectura, escritura y (trans)formación del lenguaje.
Con las nuevas formas de comunicación humana impulsadas
por los avances tecnológicos, ¿qué tan importante
es escribir bien?
La pregunta tiene muchas aristas porque los errores de sintaxis ocasionan
que se digan disparates, que más allá de alimentar una
sonrisa cuando vemos anuncios en la calle como “Preciosa tela
para dama lisa” o “Se renta cuarto para caballero con
baño”, mandan un mensaje distinto al que se quería
transmitir inicialmente y muchas veces no hay posibilidades de rectificar.
Es tan importante escribir bien que si un recado amoroso no es correcto
se podría beneficiar a otro, como en los juegos de palabras
de comedias de Juan Ruiz de Alarcón donde un diálogo
es determinante en la conquista de un alma. En cuestiones científicas
también juega un papel determinante la escritura, ya que de
nada valdrán años de investigación si se cometen
tantos dislates que los lectores no sabrán de qué se
trata lo que se quiere dar a conocer.
Llamaría la atención sobre el hecho que la lectura y
la escritura son una misma cosa, son un camino de dos vías,
si uno sabe leer tiene que saber escribir y viceversa. Antes se aprendía
primero a leer y después a escribir, ahora la formación
hace hincapié en aprender simultáneamente a leer y escribir.
Sin embargo, parece que los jóvenes se olvidan de leer algo
más que no sea sólo la lectura de su especialidad. Se
olvidan de la cultura general, de la literatura, que es la mejor manera
de aprender a escribir o por lo menos la manera más sabrosa
de aprender. La acumulación de lecturas trae como consecuencia
natural una escritura por lo menos clara, directa y sencilla.
¿Hay
otras maneras de aprender a escribir?, porque ya hemos visto que
la repetición de palabras cientos de veces no funciona
Creo que el sistema educativo ha tenido errores a lo largo del tiempo.
Hubo una etapa en la que quisieron dar un enfoque lingüístico
al aprendizaje de la lecto-escritura y difícilmente escribían
o leían bien; estaban más preocupados por encontrar
el núcleo del sujeto y del predicado. Este enfoque gramaticalista
o supuestamente lingüístico hizo que muchos profesores
perdieran el rumbo.
Los viejos profesores ponían a los niños leer en silencio,
lo que llaman lectura de comprensión, para que se esforzaran
por entender de la mejor manera posible; esto quiere decir que ponían
en movimiento su propio universo y cultura, con ello no me refiero
sólo a la cultura libresca sino la cultura en su sentido
más amplio, en su sentido antropológico, todo lo que
ha ido creando el hombre.
Cuando uno lee algo y lo entiende crea un diálogo con personas
que no existen, muertas o que viven en nuestro tiempo pero en espacios
que difícilmente vamos a tener acceso. Este diálogo,
este puente que tiende la lectura y la escritura es lo que nos mantiene
siendo seres humanos completos, de otra manera podríamos
pasar inadvertidos sin dejar huella.
¿Qué
le ha sucedido a la escritura con la aparición del chat y
de los mensajes de teléfono celular?
Yo creo que hay un riesgo, pero hay también muchas oportunidades.
Éstas se presentaron cuando las personas comenzaron a interactuar
con otras, incluso se han enamorado no del que está del otro
lado de la comunicación sino de un invento, de ese alguien
que quisiera ser.
En este enamoramiento influye mucho la capacidad de decir, de traducir
sentimientos, de ponerlos en palabras y hacer que otra persona sienta,
si no lo mismo, algo parecido a lo que uno siente al momento de
escribirlo.
Esta capacidad se tenía antes con las cartas. Se mandaban
perfumadas o escritas con manguillo grueso y delgado, la letra era
el continente de ese contenido amoroso. Los jóvenes de hoy
que chatean también hacen un esfuerzo por traducir lo que
piensan en una escritura que lleve a una acción o una serie
de actos que indiquen que existe un hilo conductor. Para ello primero
se debe ser congruente consigo mismo y después con la gente
que se quiere convencer, cautivar, enamorar, contradecir, refutar.
Es muy importante que la gente haya retomado la escritura aun cuando
el medio sea otro. El chat ha hecho que mucha gente se esfuerce
por conocer las palabras para poner las ideas en esas palabras y
enviarlas por la Internet. Respecto al uso de los mensajes por celular,
lo que causan es que los jóvenes piensen casi telegráficamente,
incluso en abreviaturas que no siempre son convenientes.
Cuando uno quiere decir mucho en poco debe escribir un aforismo
en lugar de escribir una novela, pero la novela no dice lo mismo
que un aforismo y viceversa. Lo que se debe hacer es distinguir
en qué medios se utiliza determinado lenguaje, porque en
informes de trabajo, artículos para periódicos o ensayos
no se pueden utilizar frases breves, sino que se debe ser claro,
preciso y ameno para que la lectura se haga con el mismo placer
que se hizo la escritura.
Independientemente que vayan cambiando los medios por los cuales
escribamos o leamos, lo importante es que no se pierda la capacidad
de lectura y de escritura; que no reduzca el número de escritores
y lectores sino que se incremente.
También se debe hablar de la sencillez del lenguaje. Desde
Alfonso X el Sabio y después Nebrija –el primer autor
de la gramática castellana– y así sucesivamente
varios escritores y lingüistas han propuesto simplificar la
escritura y hacer lo que se ha propuesto tantas veces, que haya
un sonido para cada letra. De esa manera sería más
sencillo tanto el aprendizaje como la enseñanza.
¿Y
por qué no se simplifica?
Creo que a los gobernantes no les gusta mucho la idea porque la
gente que entiende bien, que lee bien, que escribe bien es potencialmente
peligrosa. Hay intereses manifiestos de que la gente no aprenda.
Una de estas manifestaciones es quitarle dinero a la cultura; es
una agresión a todos los consumidores de los bienes culturales.
En las dictaduras lo primero que se hace es quemar libros y en México
parecieran quemarse cuando se prohíben autores o libros,
como cuando el monseñor Abascal prohibió Aura de Carlos
Fuentes, que por cierto le hizo bien al autor porque se elevaron
las ventas de su libro. Si la prohibición despierta un afán
morboso de la gente por leer, ojalá suceda más seguido
porque al final eso es lo que hace rico al texto.
La intención de esta administración federal y de la
anterior al poner burros al frente de la cultura es un mensaje claro,
no les interesa aunque se quieran adornar o lustrar con ello. Muchas
veces ponen por delante al intelectual, le dan un premio o una beca,
pero no les gusta escuchar sus protestas por la falta de libertad,
de una política económica adecuada, la falta de creación
de empleos, etcétera. Si no se invierte en educación
difícilmente vamos a aumentar el número de escritores
o de artistas en general y el número de receptores de esa
cultura.
Usted
ha comentado que el lenguaje es cambiante, pero ¿cómo
determinar hasta dónde son correctas las palabras o la sintaxis?
Considero que no navegamos en el mar de la incorrección,
del menosprecio por la belleza de la escritura. Si bien es cierto
que hay gente purista a ultranza, no son los que tienen la razón.
El lenguaje es una cosa viva, que está en permanente cambio.
Me alegro que la gente no haya obedecido a los puristas porque el
lenguaje se crea todos los días con las palabras que mejor
le parecen a las personas.
Debemos tener en cuenta que el lenguaje y la sintaxis de hoy y las
del siglo XVI eran correctos e incorrectos en su momento, pero nosotros
no seguimos utilizando lo mismo que hace varios siglos, lo cual
no quiere decir que fuera mejor
o peor.
Donde detecto un problema es en los términos horrorosos que
acuñamos y que provienen de una mala asimilación de
las palabras en español traducidas de otros idiomas, principalmente
del inglés. Se debe tener cuidado porque estamos poniendo
expresiones que no necesariamente están mal dichas, pero
que son parte de una cultura que es muy ajena a la nuestra. Para
que esto no ocurra es necesario poner filtros y así no se
deformará el lenguaje.
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