El
poeta nicaragüense Ernesto Cardenal ha llamado la atención
en el mundo entero por su firme militancia política al lado
de la revolución permanente y de los pobres y oprimidos.
También por su Oración por Marilyn Monroe y por fundar
Solentiname, una comunidad autónoma ubicada en una isla y
en la que se valoran como un bien común la igualdad, la justicia
y la poesía.
Como él mismo concede, acaso el carácter revolucionario
de su periplo literario termine por ser más importante que
su obra estrictamente literaria. Al día de hoy, denuncia
el acoso y campaña de desprestigio lanzada en su contra por
parte del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa:
“Me veo en la penosa obligación de denunciar ante Nicaragua
y el mundo que me ha llegado información de que el presidente
Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo se han alarmado por la
promoción –sin ninguna participación mía–
de mi candidatura al Premio Nobel por considerar que soy un adversario
y que han decidido parar esta iniciativa lanzando una campaña
de desprestigio, tanto nacional como internacionalmente, por todos
los medios a su alcance.
”En caso de ser así, yo estoy indefenso ante esta campaña
del gobierno de Nicaragua y lo único que puedo hacer es anunciarlo
antes que suceda. Son muchos los medios que el gobierno puede lanzar
contra mí y siendo muy fácil la presentación
de falsas evidencias y falsos testigos y falsas pruebas y estando
todos los juzgados y las instancias judiciales y aun la Suprema
Corte de Justicia bajo su control, ante esta impotencia en que me
encuentro no puedo sino decirle a Dios como en el Salmo: ‘Sin
motivo me pusieron una trampa, hicieron un hoyo para que cayera
en él, que caigan en su propia trampa’.”
La siguiente entrevista fue realizada en la víspera de su
participación en la edición 2007 de la Feria Internacional
del Libro Universitario (FILU) y en ella Cardenal habla de la función
social del escritor y el artista, del sistema de mentiras instalado
en el mundo y del destino que espera a la fe y las religiones del
mundo.
¿Los poetas del mundo –y los artistas en general–
están cumpliendo con aquella sentencia que dice que “la
única forma de decir verdad sobre la Tierra” es la
poesía y el arte?
No soy yo quien dijo esto: eso es poesía tolteca, pero estoy
de acuerdo con ello. Creo que el artista, el escritor y el poeta
con su obra están diciendo la verdad cuando cumplen su vocación.
Aunque no siempre lo cumplen. Pero cuando el arte está al
servicio del hombre, como debe estar, nada del arte por el arte,
sino al servicio de la humanidad, se hace avanzar a la humanidad.
¿El
arte por el arte es hedonista, es vanidad de vanidades que dice
el Eclesiastés?
Sí. La obligación del artista, como también
dice el náhuatl, es crear rostros, hacer que la gente tenga
su propio rostro.
Hay
quienes aseguran que el mundo está viviendo un sistema de
mentiras y que está complacido en ello, ¿qué
opina al respecto?
Es cierto que vivimos en la mentira, la propaganda comercial o la
propaganda política son ejemplos. La televisión, ¡cómo
engaña a los pueblos! Pero para eso es que están el
escritor, el artista, el poeta, para decir la verdad, para contrarrestar
la mentira oficial que hay en el mundo entero. En todos los países
de nuestra civilización impera la mentira.
¿Se
puede pretender ser feliz viviendo en la mentira?
La gente podrá creer que es feliz. La verdad nos hará
libre, dice Cristo. Y la verdad nos hará felices también.
Hace
unos meses, Fidel Castro en uno de sus artículos criticó
a los superrevolucionarios, que se entiende son personas que se
pretenden tan inteligentes y críticas que los valores de
la izquierda les quedan pequeños. Esto trajo una nueva discusión
sobre la izquierda, ¿cuál es su opinión en
esta polémica?
Todo lo que escribe Castro me interesa. En cuanto a la pregunta,
izquierda significa estar con los pobres y los oprimidos. Derecha,
estar con los ricos y opresores. No hay más posición
que estas dos. Derecha e izquierda.
Y creo que nuestra obligación es estar con los pobres y despojados.
Ésa es también la obligación de la Iglesia
si quiere ser fiel a Jesucristo. Estar con los pobres y no con los
ricos. Muchas veces la más alta jerarquía está
más cerca de los ricos. Y no sólo en la Iglesia católica.
También en las religiones cristianas y no cristianas.
Parece
que el mundo llegó a la conclusión de que las revoluciones
son inútiles porque se corrompen. ¿En verdad son inútiles?
No todas se han corrompido. Las revoluciones, como todo el universo,
nacen, crecen y mueren y surgen nuevas revoluciones. Me parece que
deben existir siempre en la humanidad porque son cambios necesarios.
Y las revoluciones, dice Mao, son saltos en la evolución,
lo cual me parece muy acertado.
Lo que Cristo vino a predicar a la Tierra fue el Reino de Dios y
muchos teólogos dicen que “Reino de Dios” significó
lo mismo que hoy significa la palabra “Revolución”.
Era igualmente subversivo y eso fue lo que lo llevó a la
muerte. Pero es lo mismo que ahora clama una multitud de jóvenes
cuando dice: Otro mundo es posible. Y se puede agregar lo que el
gran obispo de Brasil ha dicho: Otra Iglesia también es posible.
Es decir, siempre tenemos que estar en revolución.
¿Cree
que algún día los poderosos del mundo se den cuenta
que las mentiras no son para siempre?
A largo plazo tenemos que llegar a eso. Tal vez cuando se realice
la revolución en el mundo entero. La revolución global
definitiva.
¿Podemos
tener esperanzas? ¿Eso pasará algún día?
El cristiano tiene que ser optimista porque debe creer en el Reino
de Dios que Cristo anunció que habría de venir. Debemos
trabajar para que venga. Y también el revolucionario y el
artista deben ser optimistas y creer que algún día
habrá la sociedad justa y perfecta de la que habló
Marx, la sociedad sin clases. Yo, como marxista que soy, y también
cristiano, soy optimista y creo en el triunfo de la revolución.
Y no sólo en este planeta, sino en todos los habitados, que
deben ser muchos.
¿Cree
en la posibilidad de una Latinoamérica unida? Y en todo caso,
¿qué nos uniría? ¿La política,
la economía, el corazón?
Creo en la posibilidad y necesidad de esta Latinoamérica
unida. La Revolución Bolivariana que ha empezado (el presidente
Hugo) Chávez en Venezuela retoma la idea de Bolívar
de una Latinoamérica unida que pueda hacer frente a América
del Norte. Por eso es que es tan atacada por el gobierno de América
del Norte.
En
su libro La Sonrisa del Jaguar, Salman Rushdie dice que Nicaragua
es un pueblo de poetas. ¿Acierta Rushdie?
Lo que él dice se dice mucho en Nicaragua. Pero no podemos
decir que sea un pueblo de poetas, es exagerado, aunque sí
predomina la poesía. Hay países donde predominan la
pintura, la filosofía o ciencias u otra arte. En Nicaragua,
la poesía es nuestra ocupación nacional desde Rubén
Darío e incluso desde antes.
No
hay duda de que usted además de ser leído y admirado
es querido por sus lectores. ¿Cómo hizo para tocar
el corazón de los hombres?
No estaba enterado de que fuera así. Pero si así es,
se trata de la obra de Dios. Mi vocación ha sido la de poeta
desde el nacimiento, pero también lo ha sido la religiosa
y mi entrega a Dios. Me parece que es lo que me llevó a la
poesía, y después a la Revolución y a Él
mismo, quien a su vez me llevó al amor al prójimo,
que es la Revolución.
Por
su obra está destinado a la inmortalidad, ¿qué
opinión le merece este destino? Y, en el mismo sentido, ¿qué
tanto le interesa el Nobel?
El Nobel sería algo desagradable porque me haría muy
famoso y eso es muy incómodo. También es muy improbable
que me lo otorguen, porque los candidatos son muchísimos
en el mundo entero.
Mi obra es bastante pequeña, no es grande hablando en términos
literarios. T. S. Elliot decía que, a veces, la grandeza
se da en la literatura por razones extraliterarias. Ese podría
ser mi caso. La grandeza (de mi obra) podría estar en la
causa a la que dedico mi poesía, aquello que me motiva a
escribir, que es la liberación de los pobres. Lo que se ha
llamado Teología de la Liberación es en mi caso Poesía
de la Liberación. Estar con los pobres y los oprimidos. En
la izquierda.
En
un poema, usted asegura que Dios no es amigo de los dictadores,
mientras que Saramago sostiene que a Dios debe gustarle mucho la
sangre y que la gente se mate en su nombre. ¿Quién
yerra?
La de Saramago es una metáfora, no un dogma. Dios es amor,
fue la definición que nos dio San Juan. Pero San Agustín
aclara: “Esto quiere decir amor entre los hombres”.
No es que a Dios le guste la sangre. Ha sido víctima de aquellos
a quienes gusta la sangre, incluso dio su sangre por nosotros.
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