Expertos
de la Universidad de Oregon, de la Simon Fraser University, del
Centro de Investigaciones Económicas, Sociales, y Tecnológicas
de la Agroindustria y la Agricultura Mundial (CIESTAAM) de la Universidad
Autónoma de Chapingo y la Universidad Veracruzana Intercultural
se reunieron en el VI Congreso de la Asociación Mexicana
de Estudios Rurales, A.C, “Encrucijada del México rural:
Contrastes regionales en un mundo desigual”, para debatir
sobre la precaria situación actual del campo mexicano.
En el congreso, que se llevó a cabo con el apoyo de la Universidad
Veracruzana (UV) del 23 al 26 de octubre en la región Veracruz-Boca
del Río, Lynn Stephen, de la Universidad de Oregon, dictó
la conferencia magistral “Género, etnicidad y migración”
y afirmó que para los pueblos indígenas la migración
ha sido un permanente salto de fronteras.
Desde la comunidad de origen zapoteca o mixteca, los indígenas
tienen que enfrentar la discriminación del municipio, llegar
a la ciudad de Oaxaca y estar excluido por no saber español,
vender sus artesanías al precio que les paguen, viajar a
Veracruz a cortar café, ir a la Ciudad de México y
trabajar en la construcción y luego a California para cortar
uva; finalmente, tener tres hijos en el pueblo y dos en Estados
Unidos, sostuvo la académica.
Agregó que los estudios han demostrado que los migrantes
mexicanos tienen gran creatividad para superar las reglas de las
fronteras: “No sólo aprendieron a cruzar las fronteras
territoriales, sino también las del idioma y las culturales”.
La necesidad de subsistencia ha incluso permeado los roles tradicionales,
cuando sobreviene la separación de las familias, los hombres
y las mujeres han aprendido a dividir el trabajo para sobrevivir:
“En este doloso proceso los migrantes viven condiciones de
inequidad. Además de la separación, cada individuo
debe sobrevivir para lograr un espacio fuera de la comunidad”.
Señaló que los zapotecos tienen un gran prestigio
de mano de obra en California, pero igual se les reconoce en México
y en la comunidad: “Aprendieron a manejarse como trabajadores
indocumentados frente a la sociedad norteamericana, también
son mexicanos cuando están en la frontera; y son zapotecos
cuando están en su comunidad”.
Para la especialista, lo importante de los zapotecos es “ser
mexicanos de los originales”; es “ser migrante pero
organizado”. Su presencia en California ya traspasa nuevos
espacios culturales. Han logrado –explicó– renovar
las relaciones entre grupos étnicos y la estructura social
contemporánea.
Por su parte, Gerardo Otero, de la Simon Fraser University, ofreció
la conferencia magistral “El régimen alimentario neoliberal:
Políticas estatales y división del trabajo en América
del Norte”, donde afirmó que los errores de la política
estatal, el impacto de las biotecnologías y la nueva división
del trabajo en América del Norte han afectado gravemente
al campo mexicano.
Dijo que el Banco Mundial (BM) apenas este año de 2007 reconoció
“que para los más pobres el crecimiento del Producto
Interno Bruto (PIB) que se origina en la agricultura es cuatro veces
más efectivo para levantar los ingresos de quienes están
en pobreza extrema, que el crecimiento que se origina fuera del
sector”. Añadió que con esta afirmación
después de muchas décadas el BM acepta que los campesinos
hacen grandes aportaciones económicas, además de su
contribución a la cultura.
Criticó que los impactos negativos de la propuesta de integración
entre Canadá, Estados Unidos y México no fueron iguales
para los tres países “porque México contaba
con mucho más población agraria que los dos nuevos
socios. Tampoco los consumidores mexicanos tuvieron capacidad de
elegir entre alimentos transgénicos y convencionales porque
México no cuenta con una normativa de etiquetado”.
El investigador señaló que a pesar de su riesgo, los
transgénicos son la tecnología más aceptada
de la historia agraria mundial. Se cultivan 90 millones de hectáreas,
57 por ciento de soya, 25 por ciento de maíz, 13 por ciento
de algodón y cinco por ciento de semilla de colza.
El también colaborador de la Universidad de Zacatecas, demostró
mediante gráficas que mientras Canadá y Estados Unidos
han afianzado sus intercambios comerciales, México pierde
espacio en ambos países y su balanza comercial es negativa
y desigual entre los productos agrícolas.
Otero afirmó que con el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) se ha dado una pérdida de la soberanía
alimentaria; además, aseguró que los subsidios a la
agricultura norteamericana, japonesa y europea, en tiempos de re-regulación
de la agricultura (en enero de 2008 se abre la libre importación-exportación
de maíz y frijol) hacen que una parte de la agricultura mexicana
–la de los pequeños productores campesinos e indígenas–
no pueda competir en los mercados. Los efectos negativos del TLC
llevan al fin de la soberanía alimentaria y laboral.
Agregó que el saldo del TLCAN viene siendo exportar gente
e importar comida: “El resultado de las decisiones de la tecnocracia
y TLCAN son que cada hora exportamos 30 campesinos que se van a
EU; 388 municipios tienen pueblos fantasmas debido a la migración;
importamos alimentos por 1.5 millones de dólares; 50 por
ciento de lo que comemos lo compramos en el extranjero; y hay dos
millones de empleos rurales perdidos en 13 años”.
En cuanto al abandono del agro por las autoridades mexicanas, el
investigador reveló que se ha registrado una baja de diez
a 3.4 por ciento la participación sectorial en el PIB entre
1981 y 2006, 13 por ciento del Programa de Apoyos Directos al Campo
(Procampo) a agricultores pobres, y 33 por ciento a productores
ricos y los transgénicos y agrocombustibles son una amenaza
para el sistema alimentario nacional.
Gerardo Otero destacó que transnacionales, Confederación
Nacional Campesina y algunos científicos aliados buscan legalizar
la siembra de maíz transgénico sin que esté
probada la inocuidad para la salud humana y el ambiente; en su opinión:
“Tenemos la tecnología para hacer transgénicos
pero científicamente no sabemos qué estamos haciendo”.
Concluyó señalando que la nueva situación de
la agricultura en México se caracteriza por migración
masiva, liberalización comercial, neo-regulación agrícola,
reforzamiento de la propiedad intelectual a favor de las compañías
transnacionales, leyes a modo para fortalecer los monopolios transnacionales,
biotecnología dura con base en los transgénicos y
pérdida de la riqueza genética de las 59 razas de
maíces creadas, domesticadas y diversificadas por los campesinos
e indígenas mexicanos.
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Por
su parte, Rita Schwentesius, del CIESTAAM de la Universidad Autónoma
de Chapingo, declaró que los resultados en el campo son decepcionantes,
citó un documento del BM que así lo afirma: “El
sector rural mexicano ha sido reformado drásticamente con resultados
decepcionantes”.
Los objetivos del TLCAN para mejorar la competitividad fueron negativos;
la generación de empleo no se ha logrado y el crecimiento del
sector agropecuario tampoco se logró, excepto en algunos productos
como las hortalizas, denunció.
La académica reveló que el campo mexicano vive resultados
decepcionantes: “En general México tiene una balanza
comercial agrícola negativa y hemos perdido competitividad
pasando del lugar 55 al 82 entre los años 1982-2005. El empleo
se ha reducido en el campo casi 50 por ciento. El maíz y el
frijol pierden valor, mientras la tortilla y el frijol de consumo
diario han incrementado su precio, aun tomando en cuenta el subsidio
de Procampo”.
Afirmó que es posible renegociar el TLCAN por lo menos para
estos productos estratégicos: “Di a conocer que el gobierno
de Canadá está demandando a EU por los subsidios aplicados
al maíz y al frijol, y México podría sumarse
a dicha demanda. Las cifras del campo muestran una profunda crisis:
solamente seis por ciento de los productores se ha integrado al tratado;
18 por ciento está en transición y 76 por ciento sólo
puede practicar una agricultura de autoconsumo y subsistencia”.
Agregó que con las políticas de liberalización
aplicadas sólo se tienen medidas arancelarias que la mayoría
de los productores mexicanos no pueden salvar, y que la mayoría
no logró distribuir alimentos a precios baratos, no hubo crecimiento
económico por producto y sector, y faltó una política
diferenciada por regiones y por producto.
En su intervención, Gerardo Alatorre, de la Universidad Veracruzana
Intercultural, subrayó la dificultad que los investigadores
y las instituciones encuentran para trascender las ideologías
imperantes en el apoyo a las culturas indígenas.
Presentó los avances del trabajo para implementar programas
de educación con jóvenes indígenas que permitan
definir metodologías y resolver problemas de la comunidad.
En su opinión, la educación debe tener en cuenta una
visión histórica, un diagnóstico y un proyecto
futuro: “La tarea educativa en las localidades indígenas
de Veracruz se inició con limitaciones en infraestructura y
personal docente”, explicó; sin embargo, el proyecto
avanza con el deseo de hacer uso de las nuevas tecnologías
educativas.
En su presentación reflexionó acerca de las dificultades
de definir conceptos y metodologías ante dos extremos: sobrevalorar
lo local o devaluar lo global. En el debate se reconoce que uno de
los propósitos de la educación es sentirse universal
desde lo local. |