Año 8 • No. 289 • Noviembre 12 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Aseguran expertos en congreso de la UV
Exportar gente e importar comida, saldo del TLCAN

Carolina Cruz
A pesar de su riesgo, los transgénicos son la tecnología más aceptada de la historia agraria mundial

El sector rural mexicano ha sido reformado drásticamente con resultados decepcionantes
Expertos de la Universidad de Oregon, de la Simon Fraser University, del Centro de Investigaciones Económicas, Sociales, y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mundial (CIESTAAM) de la Universidad Autónoma de Chapingo y la Universidad Veracruzana Intercultural se reunieron en el VI Congreso de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales, A.C, “Encrucijada del México rural: Contrastes regionales en un mundo desigual”, para debatir sobre la precaria situación actual del campo mexicano.

En el congreso, que se llevó a cabo con el apoyo de la Universidad Veracruzana (UV) del 23 al 26 de octubre en la región Veracruz-Boca del Río, Lynn Stephen, de la Universidad de Oregon, dictó la conferencia magistral “Género, etnicidad y migración” y afirmó que para los pueblos indígenas la migración ha sido un permanente salto de fronteras.

Desde la comunidad de origen zapoteca o mixteca, los indígenas tienen que enfrentar la discriminación del municipio, llegar a la ciudad de Oaxaca y estar excluido por no saber español, vender sus artesanías al precio que les paguen, viajar a Veracruz a cortar café, ir a la Ciudad de México y trabajar en la construcción y luego a California para cortar uva; finalmente, tener tres hijos en el pueblo y dos en Estados Unidos, sostuvo la académica.

Agregó que los estudios han demostrado que los migrantes mexicanos tienen gran creatividad para superar las reglas de las fronteras: “No sólo aprendieron a cruzar las fronteras territoriales, sino también las del idioma y las culturales”.

La necesidad de subsistencia ha incluso permeado los roles tradicionales, cuando sobreviene la separación de las familias, los hombres y las mujeres han aprendido a dividir el trabajo para sobrevivir: “En este doloso proceso los migrantes viven condiciones de inequidad. Además de la separación, cada individuo debe sobrevivir para lograr un espacio fuera de la comunidad”.

Señaló que los zapotecos tienen un gran prestigio de mano de obra en California, pero igual se les reconoce en México y en la comunidad: “Aprendieron a manejarse como trabajadores indocumentados frente a la sociedad norteamericana, también son mexicanos cuando están en la frontera; y son zapotecos cuando están en su comunidad”.

Para la especialista, lo importante de los zapotecos es “ser mexicanos de los originales”; es “ser migrante pero organizado”. Su presencia en California ya traspasa nuevos espacios culturales. Han logrado –explicó– renovar las relaciones entre grupos étnicos y la estructura social contemporánea.

Por su parte, Gerardo Otero, de la Simon Fraser University, ofreció la conferencia magistral “El régimen alimentario neoliberal: Políticas estatales y división del trabajo en América del Norte”, donde afirmó que los errores de la política estatal, el impacto de las biotecnologías y la nueva división del trabajo en América del Norte han afectado gravemente al campo mexicano.

Dijo que el Banco Mundial (BM) apenas este año de 2007 reconoció “que para los más pobres el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que se origina en la agricultura es cuatro veces más efectivo para levantar los ingresos de quienes están en pobreza extrema, que el crecimiento que se origina fuera del sector”. Añadió que con esta afirmación después de muchas décadas el BM acepta que los campesinos hacen grandes aportaciones económicas, además de su contribución a la cultura.

Criticó que los impactos negativos de la propuesta de integración entre Canadá, Estados Unidos y México no fueron iguales para los tres países “porque México contaba con mucho más población agraria que los dos nuevos socios. Tampoco los consumidores mexicanos tuvieron capacidad de elegir entre alimentos transgénicos y convencionales porque México no cuenta con una normativa de etiquetado”.
El investigador señaló que a pesar de su riesgo, los transgénicos son la tecnología más aceptada de la historia agraria mundial. Se cultivan 90 millones de hectáreas, 57 por ciento de soya, 25 por ciento de maíz, 13 por ciento de algodón y cinco por ciento de semilla de colza.

El también colaborador de la Universidad de Zacatecas, demostró mediante gráficas que mientras Canadá y Estados Unidos han afianzado sus intercambios comerciales, México pierde espacio en ambos países y su balanza comercial es negativa y desigual entre los productos agrícolas.

Otero afirmó que con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se ha dado una pérdida de la soberanía alimentaria; además, aseguró que los subsidios a la agricultura norteamericana, japonesa y europea, en tiempos de re-regulación de la agricultura (en enero de 2008 se abre la libre importación-exportación de maíz y frijol) hacen que una parte de la agricultura mexicana –la de los pequeños productores campesinos e indígenas– no pueda competir en los mercados. Los efectos negativos del TLC llevan al fin de la soberanía alimentaria y laboral.

Agregó que el saldo del TLCAN viene siendo exportar gente e importar comida: “El resultado de las decisiones de la tecnocracia y TLCAN son que cada hora exportamos 30 campesinos que se van a EU; 388 municipios tienen pueblos fantasmas debido a la migración; importamos alimentos por 1.5 millones de dólares; 50 por ciento de lo que comemos lo compramos en el extranjero; y hay dos millones de empleos rurales perdidos en 13 años”.

En cuanto al abandono del agro por las autoridades mexicanas, el investigador reveló que se ha registrado una baja de diez a 3.4 por ciento la participación sectorial en el PIB entre 1981 y 2006, 13 por ciento del Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) a agricultores pobres, y 33 por ciento a productores ricos y los transgénicos y agrocombustibles son una amenaza para el sistema alimentario nacional.

Gerardo Otero destacó que transnacionales, Confederación Nacional Campesina y algunos científicos aliados buscan legalizar la siembra de maíz transgénico sin que esté probada la inocuidad para la salud humana y el ambiente; en su opinión: “Tenemos la tecnología para hacer transgénicos pero científicamente no sabemos qué estamos haciendo”.

Concluyó señalando que la nueva situación de la agricultura en México se caracteriza por migración masiva, liberalización comercial, neo-regulación agrícola, reforzamiento de la propiedad intelectual a favor de las compañías transnacionales, leyes a modo para fortalecer los monopolios transnacionales, biotecnología dura con base en los transgénicos y pérdida de la riqueza genética de las 59 razas de maíces creadas, domesticadas y diversificadas por los campesinos e indígenas mexicanos.

Por su parte, Rita Schwentesius, del CIESTAAM de la Universidad Autónoma de Chapingo, declaró que los resultados en el campo son decepcionantes, citó un documento del BM que así lo afirma: “El sector rural mexicano ha sido reformado drásticamente con resultados decepcionantes”.

Los objetivos del TLCAN para mejorar la competitividad fueron negativos; la generación de empleo no se ha logrado y el crecimiento del sector agropecuario tampoco se logró, excepto en algunos productos como las hortalizas, denunció.
La académica reveló que el campo mexicano vive resultados decepcionantes: “En general México tiene una balanza comercial agrícola negativa y hemos perdido competitividad pasando del lugar 55 al 82 entre los años 1982-2005. El empleo se ha reducido en el campo casi 50 por ciento. El maíz y el frijol pierden valor, mientras la tortilla y el frijol de consumo diario han incrementado su precio, aun tomando en cuenta el subsidio de Procampo”.

Afirmó que es posible renegociar el TLCAN por lo menos para estos productos estratégicos: “Di a conocer que el gobierno de Canadá está demandando a EU por los subsidios aplicados al maíz y al frijol, y México podría sumarse a dicha demanda. Las cifras del campo muestran una profunda crisis: solamente seis por ciento de los productores se ha integrado al tratado; 18 por ciento está en transición y 76 por ciento sólo puede practicar una agricultura de autoconsumo y subsistencia”.
Agregó que con las políticas de liberalización aplicadas sólo se tienen medidas arancelarias que la mayoría de los productores mexicanos no pueden salvar, y que la mayoría no logró distribuir alimentos a precios baratos, no hubo crecimiento económico por producto y sector, y faltó una política diferenciada por regiones y por producto.

En su intervención, Gerardo Alatorre, de la Universidad Veracruzana Intercultural, subrayó la dificultad que los investigadores y las instituciones encuentran para trascender las ideologías imperantes en el apoyo a las culturas indígenas.
Presentó los avances del trabajo para implementar programas de educación con jóvenes indígenas que permitan definir metodologías y resolver problemas de la comunidad.

En su opinión, la educación debe tener en cuenta una visión histórica, un diagnóstico y un proyecto futuro: “La tarea educativa en las localidades indígenas de Veracruz se inició con limitaciones en infraestructura y personal docente”, explicó; sin embargo, el proyecto avanza con el deseo de hacer uso de las nuevas tecnologías educativas.

En su presentación reflexionó acerca de las dificultades de definir conceptos y metodologías ante dos extremos: sobrevalorar lo local o devaluar lo global. En el debate se reconoce que uno de los propósitos de la educación es sentirse universal desde lo local.