Año 8 • No. 290 • Noviembre 19 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Dedicado a la generación 53-57 de Derecho
Derroche de talento
en concierto de la OSX
Jorge Vázquez Pacheco

Los nombres y actuaciones de ocho directores jóvenes en una misma audición, fue la nota distintiva en el concierto que la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) dedicó al quincuagésimo aniversario de la generación 1953-1957 de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana.

Con asistencia de personalidades en la administración universitaria e integrantes de profesionistas egresados en la generación mencionada, la OSX dio cabida al talento de los mejores participantes en el curso magistral ofrecido por el talentoso finlandés Jorma Panula.

Así, nombres y presencia de Alfredo Hernández Reyes, Carlos Ortiz, Pércival Álvarez, William Love, Luis Gerardo Villegas, Rodrigo Macías, Rubén Flores y Armando Vargas nutrieron el concierto ofrecido el pasado viernes 9 de noviembre.
A Hernández Reyes correspondió abrir la primera parte de un programa dedicado a las obras del finlandés Jan Sibelius, con una enérgica lectura del poema sinfónico Finlandia; siguieron Carlos Ortiz y Pércival Álvarez para compartir los fragmentos correspondientes a la suite Peleas y Melisanda. Por su parte, el contrabajista de la OSX William Love, quien también tomó parte en el curso, fue sonoramente aplaudido por su conducción para el Vals triste.
Hacia la segunda parte, los cuatro movimientos de la Novena sinfonía en mi menor, opus 95, del checo Antonin Dvorák, fueron compartidos por Luis Gerardo Villegas, Rodrigo Macías, Rubén Flores y Armando Vargas.

Hemos de consignar que es difícil establecer normas de apreciación y resultados de lo mismo en un concierto de tantos directores. Cada uno de los participantes mostró cualidades distintas, al tiempo que es sorprendente observar el desempeño del conjunto de instrumentistas de la OSX ante tan diversos estilos. No cabe duda que, ante una orquesta de la calidad de la nuestra, la buena o la mala interpretación depende en 100 por ciento del director en turno.

Alfredo Hernández mostró un sólido aplomo, seguridad y personalidad avasallante sobre el podio; William Love se vio experimentado y conocedor, mientras que Rubén Flores puso en evidencia las enseñanzas capitalizadas de varios cursos tomados anteriormente con Panula. Carlos Ortiz y Pércival se vieron un tanto apresurados en sus respectivas partes, seguramente debido al poco tiempo que hubo para los ensayos con la orquesta.

Por lo que respecta a Armado Vargas, éste es el asistente que cuenta con el currículum más nutrido en el campo de la dirección orquestal; actualmente se desempeña como titular de dos orquestas de mediano nivel: las sinfónicas de las universidades de Tamaulipas e Hidalgo. No fue casual que impresionara al público con su acertado repaso al Allegro final de la denominada “Sinfonía del Nuevo Mundo”.

Pero también cabe mencionar que así como hubo fragmentos que se prestaron admirablemente para el lucimiento, otros en sí mismos son ingratos y no queda más que tratar de arrancarles la musicalidad que les son propias. Quienes compartieron la interpretación de Peleas y Melisande se vieron ante una instrumentación reducida, sin el recurso de las percusiones ni la agresiva orquestación que es propia de otras partituras.

En general, se trató de un concierto sui generis, aunque muy enriquecedor por el cúmulo de experiencias vertidas sobre el escenario de la sala grande del Teatro del Estado.