Año 8 • No. 292 • Diciembre 3 de 2007
Xalapa • Veracruz • México
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La mejor época de mi vida la viví en la UV: Carlos Jurado

Irma Villa
Carlos Jurado, personaje cuya obra fotográfica ha sido reconocida en el mundo entero, aseguró que ni sus estancias en Cuba ni en las regiones étnicas de México le han sido más gratas que su participación en la Universidad Veracruzana (UV), donde pudo constatar el más grande apoyo que el arte ha recibido en este país gracias al impulso de Roberto Bravo Garzón, rector de esa época (1973-1981), a quien calificó como “un maravilloso personaje que abrió muchas puertas a la cultura en el aspecto editorial y artístico”.

Este ilustre chiapaneco, quien recibió de la UV, el pasado miércoles 28 de noviembre, el Doctorado Honoris Causa, habló en entrevista sobre el arte y el sentido que éste da a su vida.
Usted nació en Chiapas, ¿cómo fue su educación y el entorno en general donde se forma?
Sí, nací en Chiapas pero casi no viví ahí, estuve más o menos hasta los cinco años de edad, luego nos trasladamos –bueno mi familia– a la Ciudad de México; en Chiapas estuve sólo en ese tiempo… es que le hablo de hace muchos años.
En ese tiempo la mayor parte de las familias enseñaban a los niños en la propia casa a leer y a escribir, no había una escuela como ahora, como el kinder que es obligatorio, eso no se usaba; entonces, aprendí a leer y a escribir en mi casa, aunque estuve como año y medio o dos en una escuela de monjas clandestina, aunque todo mundo la conocía, a pesar de que estaba prohibida la religión en ese tiempo; después llegué a la Ciudad de México y ya me inscribieron en una escuela primaria oficial y ahí terminé.

¿Dónde se da el primer acercamiento con el arte o cómo es que decide estudiar pintura?
Porque tenía la afición, tenía la vocación: desde chico dibujaba, era ya una cosa natural. Dibujaba animales, caballos, de todo, igual que otros niños, pero yo tenía una cierta capacidad para hacer dibujos porque creo que cada persona tiene una vocación, capacidades con las cuales nace, algunos nacen para una cosa, otros nacemos para otra; entonces, yo tuve desde pequeño afición y facilidad por el dibujo, fue por eso que después de mis estudios normales elegí entrar a una escuela de Bellas Artes. Estuve ahí cuando empezaba a funcionar La Esmeralda, que era del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

¿Cómo fue esta etapa de estudiante en La Esmeralda? ¿Cómo fue su relación con los maestros, a quién recuerda más? ¿Quiénes fueron sus compañeros de estudios?
Tuve muy buenos maestros, entre ellos a Antonio Ruiz “El Corzo”, a María Izquierdo, a Diego Rivera que nos daba Laboratorio; decía él que así se llamaba, nos enseñaban a moler colores y etc., etc., colores digamos artesanales.

Maestro, de estos tres personajes, ¿recuerda alguna anécdota?
¿Qué le puedo decir? Este cuestionario no es ingenuo, no. Hay muchas cosas que tendríamos que hablar más largamente pero no creo que haya espacio…
Mi vida en la Ciudad de México fue rara: era una ciudad pequeña; en aquel tiempo no era como ahora. Yo iba a la escuela en tranvía, era una ciudad donde hacían juegos que hoy ni siquiera se recuerdan, había una temporada que jugábamos trompo, otra balero, este tipo de cosas tan diferentes a las cosas actuales, que ya son de computadora y una serie de cosas que en aquel tiempo ni se soñaba con ellas.

La vida era difícil, había mucha agresión y muchos pleitos entre los niños, nos golpeábamos mucho, había pandillas terriblemente difíciles de resistir, en fin, era una época no primitiva pero sí difícil; no es tan fácil hablar de todo esto, había un horario de clases para trabajar, para estudiar, las relaciones con los maestros más bien eran simple y sencillamente alumno-maestro.

¿Y las novias? ¿Sus amores?
Bueno, había muchachitas que nos gustaban y que eran los flirteos de aquella época, no es como ahora que ya todo es muy rápido; las seguíamos a su casa, apuntábamos la dirección donde se metían, las esperábamos en la puerta, en las calles, y todo eso.

Amores, amores, he tenido muchos… tuve dos matrimonios, dos mujeres maravillosas las que fueron mis esposas, tengo varios hijos, algunos muy destacados, en total tuve cinco: cuatro del primer matrimonio; una hija con mi segunda esposa, que ya tengo muchos años de relación con ella.
Uno de mis hijos murió en Xalapa, el mayor, Carlos Jurado, fue deportista muy famoso, fue campeón mundial de tae kwon do. Otra de mis hijas toma muy buenas fotografías, vive en Oaxaca, y una más que es maestra y vive en Poza Rica, Veracruz, es directora de una escuela para niños de difícil aprendizaje. Además, tengo nietas, bisnietas y no hace mucho nació Leonardo, mi bisnieto, allá en Xalapa.

¿En qué época considera usted que el arte en general tuvo en México su mayor auge?
Nunca ha habido apoyo para el arte, todos los gobernantes que hemos tenido son iguales: tranzas. Excepto uno solo, que ha sido el mejor de todos, el presidente general Lázaro Cárdenas, todos los demás son iguales, no hay nada que los diferencie uno del otro en este país, nuestro querido país, que es muy lindo país pero es difícil.

Apoyo para el arte hubo en la UV, en el periodo que me tocó estar ahí con el licenciado Roberto Bravo Garzón, él sí le dio apoyo al arte en esta Universidad: es un maravilloso personaje que abrió muchas puertas a la cultura en el aspecto editorial, que a su vez le dio a la Universidad un prestigio enorme, no solamente a nivel nacional sino que trascendió nuestras fronteras.

¿Es la época de oro de la UV?
La época de oro del arte en la Universidad Veracruzana él la promovió, a él se le debe; tuvo una actitud muy especial, le dio libertad a todo el mundo que trabajaba en los aspectos artísticos, apoyó hasta donde pudo. En verdad es un momento histórico el de Bravo Garzón.

¿Considera que ésta es la mejor etapa de su vida?
Creo que fue una de las épocas más importantes de mi vida, antes había trabajado en otras partes, estuve en el Instituto Nacional Indigenista. Estuve en todas las zonas indígenas del país, en Chiapas me tocó trabajar con una persona que después fue muy conocida: Rosario Castellanos, una escritora; estuve en Cuba, casi cuando empezó la Revolución; trabajé en la Universidad de Oriente en Santiago y en el Ministerio de Educación, en La Habana, pero en Xalapa con Bravo Garzón fue una de las épocas más importantes de mi vida. ¡Qué bueno que llegué por ahí! Creo que lo más importante en mi vida fue mi participación en la Universidad Veracruzana y lo digo con sinceridad.

¿Cómo concibe a la fotografía?
La fotografía es un medio expresivo, es una manera de comunicar algo, igual que otras formas de arte o de trabajo artístico.

Hace unos días salió un libro que hizo un español, se llama Conversaciones con fotógrafos mexicanos; se entrevistó a 25 fotógrafos mexicanos y una de las preguntas que nos hicieron fue “¿Qué cosa era la fotografía?” y mi respuesta fue muy sencilla: La fotografía es un fenómeno físico que consiste en captar una imagen que trasmita la luz para capturar, en un modo técnico diferente, puede ser o no una analógica a base de plata, ahora puede ser digital pero es un fenómeno físico que puede ser utilizado de diferentes modos y cada quien le da una personalidad distinta de acuerdo con su carga cultural o su filosofía, puede ser de denuncia social, puede ser artística, puede ser científica, etc., etc., etc., lo importante es que la imagen hable por sí misma.

A usted le debemos que haya una licenciatura en Fotografía, ¿qué puede decirnos al respecto?
No, se le debe a mi administración, no fui yo solo. Cuando empezamos a trabajar empezamos a innovar de alguna manera el trabajo artístico, fuimos muy de vanguardia en aquel tiempo; entonces, en ese trabajo de vanguardia que se estaba haciendo en la escuela se usaba mucho la fotografía y por esto consideramos que la fotografía como tal debería también formar parte de una carrera, fue así que se estableció como carrera en la Escuela de Artes Plásticas, pero fuimos varios los que lo discutimos, le puedo mencionar al maestro Adrián Mendieta, a Per Anderson y a algunos alumnos aventajados como Javier Pucheta, Miguel Ángel Acosta; en fin, fuimos varios los que decidimos que esto tenía que formar parte de la Licenciatura de la Facultad.

Sus otras facetas de artista: pintor, grabador, cineasta, caricaturista, ¿qué sentido le han dado a su vida?
Me han hecho el individuo que soy, no sé si ha sido para bien o para mal pero son la suma de mi yo. Y mire: dar una semblanza de la vida de una persona en un breve espacio, con preguntas como éstas, aunque sean interesantes, no es posible, es difícil, pero tome en cuenta que tengo muchos años, entonces todos esos años me la he pasado trabajando y de alguna manera, si mi trabajo ha tenido alguna intención, esa intención es la que me ha formado a mí como persona y estoy satisfecho de mi vida, de mi trabajo, he trabajado bastante.

Sí quiero decirle algo: siempre mi trabajo ha estado enfocado hacia un –digamos– servicio social, no me gusta ser individualista, he buscado con mi trabajo ofrecer algo al prójimo y, bueno, creo que lo he cumplido más o menos, si no de una manera brillante, pero sí la he cumplido.

¿Podemos decir que con todas estas actividades, disciplinas artísticas, usted ha ejercido su vida en plena libertad?
Sí, ha sido con plena libertad pero siempre con un principio básico fundamental, que es siempre tratando de que lo que hago en mi vida sirva también como proyección a otras personas, o sea que no he sido una persona egoísta en ese sentido.

Con toda esta experiencia que posee, ¿cómo define usted el arte?
Bueno, el arte nunca se ha podido definir, han hecho el intento, hay muchas acepciones pero digamos que es la forma de crear, a través de diferentes medios, algo de la realidad con un sentido estético.

Se pueden usar diferentes formas, pueden ser visuales, auditivas, escritas, pero esas formas que se buscan obtener, presentar, deben tener siempre un sentido estético de belleza, hacer algo que tenga un valor estético que trascienda de lo común para tomar una forma más profunda. Es muy difícil explicar esto porque la estética es la ciencia –si se le puede llamar así– de enfrentar la belleza; pero es muy relativa, hay cosas que para nosotros podrían ser desagradables pero para otras culturas pueden
ser bellas.

Por último, la pregunta obligada, ¿qué le significa a usted recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Veracruzana?
Es algo que yo no siento merecer del todo; uno no siempre está solo, las cosas que hace las ha podido hacer porque ha habido otros también que han contribuido para que esto se haga; entonces, claro, me siento honrado, siento una emoción muy grande, pero también quisiera que esto pudiera ser compartido con otras personas que participaron en el trabajo que yo pude desarrollar.

No estoy haciéndome –¿cómo le diré?– un poquito tonto, con falsa modestia; se lo digo sinceramente: me emociona, no sé, no sé ni que voy a hacer, estoy pensando en eso y hasta tengo un poco de pecador, lo digo de verdad. Es una distinción que agradezco muchísimo, que me tiene hasta nervioso, ya ni duermo bien.