Año 8 • No. 292 • Diciembre 3 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Me da risa escuchar que alguien es Doctor en Artes Plásticas, dijo
En México, confusión y retraso en enseñanza de las artes: Jurado
Gina Sotelo
Hoy ya nadie quiere ser aprendiz porque todos son genios, añadió
“En el país hay una confusión y un retraso en la enseñanza de las artes. Todo está muy burocratizado y se le da más importancia a un papel que a una actitud, a mí hasta me da risa escuchar que alguien es Doctor en Artes Plásticas. El arte es otra cosa, es una manifestación muy profunda, individual. A un artista no lo hace una escuela, lo hace un talento que la escuela ayuda a desarrollar pero nada más”.

Así se expresa Carlos Jurado, fundador de la Facultad y el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV) en la década de los setenta y que recientemente recibiera el Doctorado Honoris Causa de esta casa de estudios.

Sobre cómo debería ser la enseñanza de las artes, declara determinante: “Como en la época del Renacimiento, como si fuera un taller donde ingresarán sólo los que tuvieran talento y empezarán desde barriendo el local, moliendo los pigmentos hasta llegar a dominar el oficio. Pero hoy ya nadie quiere ser aprendiz porque todos son genios”, dice lacónico.

Maestro de fotógrafos como Manuel González de la Parra o Miguel Fematt –por sólo citar algunos–, Jurado considera que las escuelas de arte deberían fusionar la práctica con la teoría, pero de una manera equilibrada. Sobre si el artista nace o se hace, afirma tajante: “El artista nace y se desarrolla dependiendo de las circunstancias que lo rodean. Lo que ocurre generalmente es que los maestros deforman, no forman. Hay por ejemplo en pintura grupos de alumnos que acaban pintando igual que el maestro y eso no es bueno”.

Para Carlos Jurado, una desventaja que tiene el arte del siglo XXI es que en la actualidad es un producto de mercado en el cual el artista vive en una lucha por situarse entre sus compradores: “El artista tiene que vivir de algo, pero el arte no debe ser producto, entonces de qué va a vivir un artista si no vende su obra, ésa es la paradoja”.

Jurado considera entonces que el estudiante de artes debe de seguir sus propios impulsos. Las directrices técnicas sí se pueden aprender en una escuela, pero cada uno debe de formar su propio criterio.

Carlos Jurado sigue siendo un joven, su vitalidad se desborda a través de sus intensos ojos azules. Su nombre está íntimamente ligado a la fotografía en México, especialmente gracias a la popularidad que le han dado las fabricadas por él mismo, sus cámaras estenopeicas (cajas simples de cartón) que se inspiran en la técnica secular de capturar imágenes a través de cajas mágicas (cámaras oscuras), combinándola con el uso de materiales modernos para crear sus fotografías.

Con sencillez, humor, lucidez y libertad, así habló Carlos Jurado al recibir su doctorado: “Agradecer es un termino menor para expresar lo que en este momento sin duda siento. Esta distinción es el acto posiblemente más trascendente de mi vida. En la década de los setenta tuve la suerte de incorporarme a la UV en un momento de gran renacimiento artístico, aquí encontré estímulos, apoyo, comprensión pero, sobre todo, libertad para ejercerla en el más amplio sentido del término”.

Sobre Jurado, la doctora Esther Hernández Palacios, investigadora del Instituto de Investigaciones Lingüístico Literarias de la UV, citó en su semblanza parte de su trayectoria destinada a ser no la de un artista local, pues ha expuesto en Suecia, Inglaterra, Estados Unidos, Dinamarca, Argentina, Nueva Zelanda, Francia y Yugoslavia. Habló además de los premios que dan cuenta de su calidad artística y lo calificó como un artista universal que se ha negado a los compartimentos estancos, que ha dado vida a nuevas u olvidadas especies y recuperado algunos de los más contundentes inventos de la humanidad.