Admiro
la épica labor de promotores culturales fuera del Distrito
Federal: luchan con un centralismo asfixiante y se debaten con presupuestos
muy inferiores a los capitalinos.
Porque los admiro me parece una lástima que jamás
consideren la ciencia parte urgente, la más urgente, de su
labor. La literatura produce empleos: empleados de editoriales,
imprentas y librerías. No son muchos. Las ciencias (las de
verdad, no la sociología) son la base de toda la producción
mundial y de todo el empleo. Las ciencias han sido, desde hace dos
siglos, las mayores formadoras de riqueza: desde los estudios de
mecánica y gases que produjeron la máquina de vapor
y con ella la Revolución Industrial, hasta la que se incuba,
hoy mismo, en la física cuántica.
No se entiende ningún complejo industrial sin el sustento
de tecnología derivada de alguna ciencia dura. Desde la electricidad
hasta la Internet, desde el descubrimiento de la estructura molecular
de la materia hasta el diseño de aviones: todo el mundo actual,
incluida la impresión de libros y la iluminación de
teatros, es tecnología derivada de los saltos científicos
en los últimos 200 años.
Entiendo por qué los promotores culturales crean ferias de
libro en Minería o en Guadalajara: es de mayor lucimiento
invitar a Carlos Fuentes y atiborrar el auditorio que presentar
a Alain Aspect (¿Alain... what?), aunque este último
haya abierto las puertas de la teletransportación y derribado
la más importante objeción, la de Einstein, a la física
cuántica.
Es sencillo llenar hasta el tope el Paraninfo de la Universidad
de Guadalajara: con García Márquez, Fuentes y otras
celebridades leyendo fragmentos de su obra. Magnífico...
¿y luego? Fue un punto para sus anfitriones. Pero alguna
vez, según me contó el Director del Departamento de
Física, trajeron un premio Nobel de Física... y no
hubo nadie. Conclusión: los físicos no atraen reflectores,
los escritores famosos sí. Luego, sigamos trayendo gente
que ya conoce la gente. Silva Herzog los llama “intelectuales
florero”: adornan.
Es incurrir en un autoengaño: sabemos quién atiborra
auditorios. Pero, ¿los asistentes salen de oirlo mejor preparados
como escritores? ¿Y queremos que lo sean... para que luego
pidan becas a Conaculta? Algunos científicos... uno: Stephen
Hawking, también llena auditorios. ¿Y? El trabajo
de los científicos, para rendir resultados, debe ser permanente.
No un invitado, sino 20; no al público general, sino a los
maestros de esa área. No una conferencia, sino una Cátedra
Max Planck a la que los maestros de ciencias asistan y luego remate
con una plática abierta.
En menos de 10 años, el mundo de la informática y
la computación se transformará desde sus bases mismas:
la forma de procesar la información estará basada
en una de las más extrañas características
del mundo subatómico, quizá las más fascinante,
la más “esotérica”: la superposición
de estados. Nuestras computadoras no trabajarán con lenguaje
binario donde cada posición tome valor 1 o 0, sino a la vez
1 y 0. ¡Superposición de estados, como en el electrón!
¿Cuáles universidades de México están
preparándose para ofrecer los miles de físicos que
serán necesarios en menos de 10 años? Urge habilitar
maestros y motivar alumnos. Entre las universidades no-UNAM, la
de Guadalajara tiene presupuesto suficiente para pagar una mensualidad
a los alumnos dispuestos a seguir la carrera de física. Un
promotor cultural con el talento de Raúl Padilla, a quien
esta ciudad tanto debe, no parece ver esta puerta al desarrollo,
regional y nacional. Ya escuchamos unas bellas páginas (que
podríamos haber leído). Bien. Ya vi cine que no vería.
Por Plácido Domingo no reparto codazos a villamelones, pero
pagaré por oír a Araiza, Villazón o Ramón
Vargas, las grandes voces mexicanas del momento en los escenarios
que sí cuentan. Pero, ¿y?
No soy de los cuentachiles que ven “gastos superfluos”
en un bello auditorio y lo quieren transformado en desayunos escolares.
Pero cuando se nos está yendo, otra vez, el tren de la próxima
revolución industrial, no podemos dejar de destinarle nuestro
principal esfuerzo, económico y humano, a lo que será
el futuro del país, un futuro muy cercano, el de nuestros
actuales estudiantes de prepas. Computación cuántica,
superconductividad y teleportación: aquí están
ya, ahora, los tres campos que nutrirán la industria y el
empleo. ¿Qué estamos haciendo? Más cursos de
literatura...
www.luisgonzalezdealba.com
|