Año 8  • No. 300 • Febrero 25 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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¡Nos felicitamos todos!
Somos una Universidad de Calidad

José Othón Flores Consejo
Inicio mi participación felicitando a nuestro semanario UniVerso que hoy llega a su número 300, a Raúl Contreras, Edgar Onofre, Juan Carlos Plata y a todo el equipo, mi más sincero reconocimiento y espero me inviten al pastel correspondiente.

Ahora sí, saludo a todos nuevamente, luego de haberme perdido en los brazos del placer y el libertinaje que nos permiten las tradicionales fiestas carnestolendas que, como ustedes ya lo saben, precede al recogimiento y la reflexión de la cuaresma y de una ardua preparación para la visita de evaluación que estaremos recibiendo esta semana de parte del Comité de Administración y Gestión Institucional (CAGI) de los Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES). ¿Los qué?, preguntarán algunos.

Vamos por partes: No, no se emocionen, del carnaval y sus excesos no vamos a hablar, bueno sí lo haremos pero la semana próxima. Hablemos hoy del reconocimiento que la Secretaría de Educación Pública (SEP) nos ha hecho como una Universidad de calidad y de la evaluación de que hemos sido objeto para recibir ese reconocimiento.

Evaluar, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es “señalar el valor de algo; estimar, apreciar, calcular el valor de algo”.

El mismo diccionario define valor como: “Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite” evaluamos para determinar si algo tiene la capacidad de satisfacer las necesidades.

En este mismo sentido, si atendemos a la definición que ISO 9000 ofrece de calidad: “Grado con el cual un conjunto de características inherentes cumple con las necesidades o expectativas (requisitos)”, entendemos que en todo esfuerzo por alcanzar la calidad requerimos de formas precisas y concretas para evaluar el grado en que hemos logrado ese cumplimiento.

Ya Deming (y antes Shewhart) en su famoso círculo, expresaba el importante papel de la evaluación ya que, si me permiten parafrasearlo “no se puede mejorar lo que no se evalúa”.

Pero ¿quién evalúa?, pues por supuesto que primero es quien produce las cosas quien debe hacer ejercicios constantes de evaluación que le permitan ir conociendo la calidad de lo producido, pero eso no basta; los clientes al seleccionar nuestros productos o servicios también realizan un ejercicio de evaluación, pero no siempre es tan claro ese proceso y resulta que en muchos casos debemos recurrir a la opinión de un tercero para realizar esa evaluación y “dar fe” de que lo producido cumple con los requisitos asignados.

Volviendo a nuestro diccionario, acreditar significa “dar seguridad de que alguien o algo es lo que representa o parece”; es decir, que alguien, con la suficiente capacidad moral y credibilidad para “dar fe” hace constar que, luego de una evaluación objetiva, el bien o servicio cumple con los requisitos.

De esta manera podemos asegurar que calidad, evaluación y acreditación son como hermanas inseparables que deben confluir en todo esfuerzo por realizar productos u ofertar servicios adecuados a las necesidades.

La calidad y la evaluación educativa no son un tema nuevo para México y mucho menos para el mundo; la complejidad que representa la asignación del valor de los resultados de los procesos educativos requiere de programas de evaluación exhaustivos y complejos y las instituciones educativas han buscado desde hace más de dos décadas la forma de realizar evaluaciones que den credibilidad y por supuesto confianza sobre sus resultados.

La calidad de los procesos de gestión son certificados en México desde finales de los ochenta, por la Norma Mexicana que ha correspondido a la internacional dictada por ISO vigente en su momento; sin embargo, los procesos educativos en nuestro país han seguido un camino diferente para su evaluación y acreditación.

La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) ha definido la evaluación como un proceso continuo, integral y participativo que permite identificar una determinada circunstancia educativa, analizarla y explicarla mediante información relevante y que busca, invariablemente, el mejoramiento de las instituciones educativas.

Carlos Pallán Figueroa, ex Rector de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, ex secretario general de la ANUIES y ex miembro de la Junta de Gobierno de nuestra casa de estudios (a quien saludo afectuosamente desde esta columna) escribió: “Fue a partir de 1989 cuando un tercer intento llega a reconocer en la evaluación un instrumento fundamental para el mejoramiento de las casas de estudio. En las asambleas de 1990 y 1991, en Cuernavaca y Tampico, se acuerda ‘participar decididamente con el Gobierno federal en un proceso de evaluación de la educación superior, tanto para proponer y acordar criterios y formas de evaluación, como para participar en las instancias idóneas de decisión…’.

“En la segunda de las asambleas se aprobaron lineamientos para la evaluación de la educación superior, los cuales fueron en dirección de crear un sistema nacional en esa materia, para impulsar actividades en las áreas de evaluación institucional, interinstitucional y sobre el propio sistema de educación superior. En un lapso muy breve, escasamente tres o cuatro años, fueron establecidos: una comisión nacional de evaluación, comités de pares académicos, un centro nacional de evaluación de la educación superior y un conjunto de dispositivos y mecanismos tanto a escala del gobierno federal como de las instituciones que veían en la evaluación un instrumento útil en sí mismo para el mejoramiento del sistema de educación superior”. (Este interesante artículo sobre calidad y educación superior puede consultarse en: http://www.udual.org/CIDU/Revista/20/calidad.htm)

Así, hoy día los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES) “son nueve cuerpos colegiados, integrados por distinguidos académicos de instituciones de educación superior representativos de las diversas regiones del país, que tienen a su cargo la evaluación interinstitucional de programas, funciones, servicios y proyectos ubicados en el quehacer sustantivo de las instituciones” (www.ciees.edu.mx).

Pues bien, esos cuerpos colegiados, luego de extensas evaluaciones a nuestros programas educativos han determinado que tres de cada cuatro de los estudiantes de la UV, están inscritos en programas de calidad y esto, que se escribe fácil, representa un tremendo esfuerzo de autoridades, maestros, trabajadores, estudiantes. Es un esfuerzo de toda la comunidad, por lo que debemos felicitarnos todos.

Y digo todos porque, unos minutos antes de la ceremonia, Raúl Arias Lovillo, nuestro Rector, nos recordaba que “sólo trabajando en equipo se logran este tipo de resultados”, él reconocía que no es cosa de una persona sino de una comunidad.

En la ceremonia en que estuvo presente el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán Gutiérrez, el Rector de la UV dijo que el asunto si bien es para alegrarse, también lo es para hacer conciencia de la importancia de seguir adelante y continuar hacia la excelencia.

Pues bien, vamos adelante, sigamos empujando esta institución para que ya no sea sólo una de las mejores del país sino la mejor de todas.

Y bien, los dejo porque ya llegan los del CAGI que vienen a revisar, entre otras muchas cosas, nuestro Sistema Universitario de Gestión por Calidad y pienso impresionarlos.

No olviden que sigo esperando sus comentarios en el correo electrónico otflores@uv.mx.